p{ text-align:justify; text-indent:10px; } Como un homenaje continuado a Lolo, periodista de "valores humanos y morales", en estas semanas siguientes, ofreceremos diversos artículos del Beato Manuel Lozano en que muestra su pensamiento sobre la prensa. El día 20 de septiembre pasado, en Linares, se celebró un sencillo y entrañable acto en honor del Beato Manuel Lozano Garrido "Lolo", periodista y escritor, inválido y ciego. La FAPE (Federación de Asociaciones de Prensa de España) a través de su Presidenta nacional, Elsa González Diaz de Ponga, hacía entrega a los familiares de Lolo del diploma de Periodista de honor que la FAPE entregaba a Manuel Lozano. La solicitud de tal reconocimiento se había elevado ante la FAPE por la APJ (Asociación de Prensa de Jaén) presidida por D. José Manuel Fernández, y a instancia de un grupo de periodistas ´amigos de Lolo´. Puedes leer la crónica del homenaje al beato Lolo desde este enlace.Manuel Lozano Garrido (1960)El Pan y la Sal de cada día se llaman NOTICIASLeer los periódicos ¿es un "hobby" o algo tan necesario y sustancioso como la hogaza que nos dejan en el portal cada mañana?La pregunta me la hago hoy durante la suculenta digestión de esa comida a la carta que es leer la revista o el diario favoritos y acusando ya el paso del convoy de las noticias por las estaciones del conocimiento.Es curiosa la ósmosis de metáforas con que la gastronomía y la lectura colaboran para expresar sus fines y consecuencias en el hombre. "Sopas de letras" llamamos a los buenos caldos nutritivos. "Bocadillos" y "entrefiletes" a esas frases definitivas que cargan de vitaminas espirituales; y hasta el "empacho de noticias" viene a hacer gráfica la digestión de un mal alimento intelectual.Y es que, en realidad, lo que por los diarios corre en forma de interés no es otra cosa que ese río de vida que da fuerza a las entrañas y un calorcillo bienhechor a la inteligencia. Leer, como yo acabo de hacer ahora, que un estudiante de Kansas lleva doce días sin dormir en busca de una plusmarca de insomnio, se traduce personalmente en una prueba de confianza con la que se puede contar cuando haya que pasar necesariamente por el "maratón" de las noches en vela. Lo que nos presta un deseo inquisitivo de saber lo que se pasa a Fulano, aunque viva en la Patagonia, es la experiencia vital de un hombre que puede desbrozar la carretera del destino, aún con el certificado de su fracaso. La vida es así de rica y de humildemente aleccionadora. El periódico es una ancha campiña que convierte en haz de trigo el pequeño grano de una anécdota, un hallazgo o cualquier sugerencia provechosa."La Iglesia quiere también que sus periodistas, los que desvelan el fondo real de cada cosa, estén al límite de la sabiduría humana"En contra de lo que se cree, la clave de la vida está más cerca de las columnas de los periódicos que de esas criaturas que guiñan el ojo para dar a entender su sabiduría de hombre corrido. Nunca como hoy han conseguido los periodistas ser tan fieles a la realidad. El diario es una cátedra de buen vivir o ese espejo de buenos conocimientos que refleja de continuo los que de la vida se desprenden.Cristo no anduvo por las imprentas, ni hizo periodismo de mesa y calle o gacetillas, pero a ver qué premio Pullitzer o Mariano de Cavia, qué Raymond Cartier o hermanos Alssop hacen un periódico tan leal y genuino como el que Él fue escribiendo en las mentes de sus conciudadanos. No hay cámaras de noticiarios o televisión que reflejen con tanta pureza como sus labios las imágenes que el momento espiritual de cada espectador necesitaba con urgencia. Captando verídicamente la vida en sus mensajes, Cristo nos enseñó a no quitar nunca los ojos de cuanto nos rodea y a calar en ella, meditándola y amándola al fin apasionadamente. Con sol o con nubes, luctuosamente o en horas de triunfo, la vida siempre tiene su fruto de verdad. Naturalmente, que la verdad se esconde a los ojos que se empañan y por eso necesita de cicerones que den su secreto en calderilla. Pocas cosas hay tan meridianamente realistas como la parábola del sembrador y, no obstante, el "acláranosla" salió suplicante de labios de los Apóstoles.Dios desmenuza sus lecciones al fondo de todo y cada uno de los sucesos, pero la ganzúa de ese tesoro la deja en manos de los discípulos leales, porque enseñar es un ejercicio de misericordia que acerca a los hombres entre sí y los une en la nobleza de la humildad y del magisterio.Como el propio Cristo, la Iglesia tiene y usa del abecedario de los sucesos para iluminar a las criaturas. La radio, la prensa, la televisión y el cine le valen como documentos de los hechos cotidianos. Cuanto más usa de las técnicas de su tiempo, tanto más se hace con el canon de la predicación de Cristo y más intrépidamente sirve la sed de curiosidad del hombre nuevo. La verdad es dinámica y se pudre en las antiguallas de los museos. En ella, el olor a rancio se acerca más al hedor de la carroña y lo falso que el aroma de la sinceridad y la gracia. De aquí, la gran preocupación de la Iglesia por la plenitud espiritual de los hombres que le ayudan a pasarla día a día a través del candelero de los periódicos. Los luminosos de las avenidas y los establecimientos se limpian cada mañana para que brille luego el fruto del trabajo de los artesanos. La calefacción de hogares y oficinas calienta sobre la buena carga de cock al amanecer. El torrero limpia siempre los cristales del faro para estar prevenido a la sorpresa de un naufragio.La Iglesia quiere también que sus periodistas, los que desvelan el fondo real de cada cosa, estén al límite de la sabiduría humana, al tanto de los sucesos y de las técnicas, en la primera línea de los recursos de la información, antes que nadie en el servicio de prestación, los primeros en el ejercicio de la caridad y la justicia. Las escuelas de periodismo hay que verlas, más que nada como ardientes recursos del amor maternal de la Iglesia, que quiere levantar el sol de la belleza cristiana para que cada hombre tenga propiamente su rayo de luz y una permanente invitación a la esperanza. Periodista católico no es el que contrapone unas páginas almibaradas a las columnas de crímenes y amoríos, sino aquél que sabe extraer de cada suceso lo que de auténtico y saludable hay, de norma de conducta que aprender o de mal ejemplo que perdonar y dejar en el olvido.El día de la Prensa e información de la Iglesia se celebra a partir de este año en ese remanso de serenidad que es el mes de enero. Del primer mes del año nos podría quedar esta vez un respeto profundo y una gran admiración por la figura del periodista católico, a la vez que ahondamos en los gigantescos recursos de luz de que el amor a sus hijos lleva a hacerse a la Iglesia. Estimado lector, TE RECOMIENDO que leas los dos siguientes enlaces: » Decálogo del periodista » Oración del periodista