Lunes, 25 de noviembre de 2024

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El significado de llamar “madres” a las religiosas.

El significado de llamar “madres” a las religiosas.

por Duc in altum!

Dependiendo del país y de la congregación hay muchos lugares y espacios en los que a las religiosas se les llama “madres” y hoy vamos a reflexionar sobre el significado que tiene en el plano teológico, humano y pedagógico; sobre todo, porque no se trata de una palabra que sobre o a la que le falte sentido.

Desde un punto de vista teológico tiene que ver con la maternidad espiritual y de intercesión que vemos, por ejemplo, en los hijos (espirituales) que adoptaba Santa Teresa de Lisieux al referirse a los misioneros con los que se escribía para animarlos o al famoso preso Henri Pranzini por el que pidió de forma constante logrando su conversión. Ser madre, no en el sentido biológico, pero sí en cuanto a saber acompañar a las personas en su vida a través de la oración, un mensaje, videollamada o encuentro presencial. Yo tuve -y tengo- una muy buena experiencia con las religiosas de mi colegio y por ello las sigo llamando “madres” y lo ubico dentro de este enfoque que forma parte del valor que aportan las mujeres a la Iglesia en la comprensión e intuición de las personas y del mundo. Ahora bien, viéndolo a nivel humano, se trata de una tradición en la que muchos les llaman así y, por tanto, al ser algo que tiene que ver con cuestiones culturales y de sana identificación, no hay que eliminarlo, sino resignificarlo que es lo que pretende este ensayo. Esto, desde luego, no significa que se trate de un dogma y que si alguna se siente más cómoda con que la llamen directamente por su nombre civil sea algo malo, pero si toca entender que hay un elemento con el que muchos se identifican y, por ende, resulta significativo y no sería lógico pelearse con algo que sigue significando en términos muy positivos. En cuanto a la parte pedagógica está el hecho de que toda religiosa, por el simple hecho de llevar una vida en la que la oración ocupa el primer lugar, significa que tienen algo muy valioso que comunicar, que decir y, por lo tanto, el ser “madres”, puede entenderse también como maestras de la vida interior, del acompañamiento. Lo anterior, de acuerdo al carisma y al perfil de cada una. Si bien es cierto que hemos hablado de las religiosas se puede decir lo mismo de los religiosos y sacerdotes cuando los identificamos como “padres” y es que, en la medida en que buscan la coherencia, lo son en realidad.

En resumen, valoremos el aporte de las religiosas -tanto las de vida activa como contemplativa- y, dentro de esa valoración, comprender que el anteponer la palabra “madre” a sus nombres es una expresión de la misión, del aporte que han tenido y seguirán teniendo en la vida de la Iglesia y también de la sociedad porque, sin duda, también han sido -y serán- forjadoras de ésta. Por último decir que, al llamarlas “madres”, no caemos en ningún reduccionismo o enfoque machista porque, dicha palabra, también engloba sus capacidades académicas, profesionales y de otra índole; mismas que enriquecen y amplían grandemente su contribución al futuro de la humanidad en todos los campos de la vida como mujeres consagradas.

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