Viernes, 22 de noviembre de 2024

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¿Qué podemos esperar de la reforma del aborto de Gallardón?

por En cuerpo y alma

 
            Cuando ya empezábamos a temernos que la promesa más importante realizada por el ministro Gallardón al inicio de la presente legislatura, la reforma de la Ley Aído de aborto libre o de derecho de la mujer a exterminar a su propio hijo dentro de su propio vientre, caería en el más perfecto de los olvidos, unas declaraciones en el diario La Razón permiten recuperar la esperanza de que dicha reforma se va a producir.
 
            Preguntado el ministro por el periodista de La Razón Francisco Velasco si su Ministerio seguía en la idea de volver a la que había antes de la vigente ley de plazos, Gallardón responde:
 
Fetito aferrándose a la vida en una operación intrauterina
            - Sí. El Tribunal Constitucional estableció una doctrina con relación a cómo debe regularse la protección del concebido y ha establecido que no siendo un valor absoluto la vida del concebido, y habiendo supuestos en los que, al entrar en conflicto con otros valores, el legislador pueda optar por uno u otro, no es tampoco un valor que pueda ser desprotegido, que es, literalmente, lo que ha establecido una ley de plazos. Por tanto, la legislación volverá a un sistema de supuestos, que no será exactamente el que estaba vigente con anterioridad a la ley de plazos, porque la experiencia nos demuestra que algunos de esos aspectos deben ser revisados.
 
            Preguntado después por esos aspectos, ésta es la respuesta del ministro:

 
            - Le anticipo uno. No entiendo que se desproteja al concebido, permitiendo el aborto, por el hecho de que tenga algún tipo de minusvalía o de malformación. Me parece éticamente inconcebible que hayamos estado conviviendo tanto tiempo con esa legislación. Y creo que el mismo nivel de protección que se da a un concebido sin ningún tipo de minusvalía o malformación debe darse a aquel del que se constate que carece de algunas de las capacidades que tienen el resto de los concebidos.
 
            Las reacciones no se han hecho esperar. En un comunicado difundido ayer, Purificación Causapié, secretaria de Igualdad del PSOE, ha asegurado que “el PP deja claras las opciones a las mujeres españolas respecto a la interrupción voluntaria del embarazo: si tenemos dinero podremos salir de España para hacerla, si no, corremos los riesgos de la clandestinidad, la inseguridad sanitaria y jurídica”. Definiendo la iniciativa como un “ataque más a los derechos de las mujeres españolas”, ha afirmado que “con la propuesta del PP sobre derechos sexuales y reproductivos nos ponemos a la cola de Europa en cuanto a derechos y libertades de las mujeres”.
 
            Por su parte, la portavoz de la plataforma Derecho a Vivir, la Dra. Gádor Joya, ha calificado el fin del aborto eugenésico como “progreso histórico en la protección de la dignidad humana” y ha animado al ministro a suprimir también el supuesto del aborto en caso de riesgo para la salud mental de la madre, al considerarlo un “coladero”. Según la Dra. Joya, la reforma anticipada por el ministro de Justicia implica “el fin del aborto como un derecho, que es en lo que lo convierte la Ley Aído”.

            Todo esto dicho, ¿qué podemos esperar de la reforma que presenta el ministro? Desde luego, nadie espere la absoluta deslegalización del aborto. Los márgenes en los que nos movemos podrían ser los siguientes:
 
            1º.- Deslegalización del que se da en llamar aborto eugenésico. “Creo que el mismo nivel de protección que se da a un concebido sin ningún tipo de minusvalía o malformación debe darse a aquel del que se constate que carece de algunas de las capacidades que tienen el resto de los concebidos”. A esto ha quedado plenamente obligado el ministro por sus declaraciones a La Razón, y todo lo que no discurra en esa dirección supondrá una absoluta decepción y un incumplimiento de su palabra, tan indignos como innecesarios desde el punto y hora de que nadie le ha puesto una pistola en la cabeza al Sr. Ministro para que se comprometiera en La Razón a hacerlo.
 
            2º.- Un retorno al sistema de supuestos despenalizados.La legislación volverá a un sistema de supuestos”. Ello, frente al sistema imperante de plazos que, de facto, impone un supuesto derecho de la mujer a disponer de la vida de su hijo mientras éste se halle dentro de su propio vientre. Con todas las consecuencias que este retorno tendría, y que puede Vd. ver pinchando aquí, porque ya las analizamos en su momento.
 
            3º.- Supresión del supuesto que se daba en llamar “aborto en caso de peligro de la salud mental de la madre” como reclama la Dra. Joya. Que sucediera representaría deslegalizar casi el 98% de los abortos que se llevan a cabo en España, por lo que supondría un verdadero éxito de la lucha por la vida y el rescate de más de cien mil niños al año: ¿nos atrevemos a soñar despiertos?
 
            4º.- Acompañamiento de unos plazos para cada uno de los supuestos despenalizados. Esto es algo más que deseable, y se trata de una batalla que se puede ganar. A este respecto conviene señalar que la ley de 1985 no contemplaba plazos resolutorios para que la despenalización de cada supuesto dejara de estar operativa, por lo que ponerlos ahora representaría un verdadero avance pro-vida respecto de aquella ley. Por otro lado, cada semana de embarazo que se baje de las catorce en que el aborto quedaba enteramente liberalizado con la Ley Aído de derecho de la mujer a eliminar a su hijo dentro de su propio vientre representaría una victoria suplementaria.
 
            5º.- Supresión de la financiación pública de los abortos, desde el punto y hora de que el aborto no forma parte cabalmente del concepto de salud pública, y también de los necesarios recortes que la sanidad pública ha de acometer en la presente situación financiera del país y de ella misma.
 
            6º.- Acompañamiento de medidas proactivas, donde podemos hablar de varios tipos:
 
            Medidas pro-embarazo: transcurso de un tiempo entre la toma de la decisión de aborto y su ejecución; obligatoriedad de una información previa completa, clara y bien estructurada; obligatoriedad de una ecografía en 3-D, y tantas otras que se conocen bien en los medios pro-vida.
            Medidas pro-maternidad: ayudas a la maternidad comprometida; sustitución de la posibilidad de que las madres menores de edad puedan abortar sin informar a sus padres, por la de que los padres de una menor puedan, por el contrario, abortar todo tipo de aborto; fomento de la adopción en general; creación de la figura de adopción durante el embarazo, con plena reversibilidad de la decisión de la madre natural hasta el momento en el que el niño haya nacido y aún pasado un plazo estimado prudente antes de que los adoptantes hayan entrado en contacto y conocimiento del adoptado.
            Medidas pro-paternidad: posibilidad de que el padre reconozca la paternidad y dicho reconocimiento sea suficiente para paralizar todo tipo de aborto (hay bastantes más casos de los que uno pueda imaginar, yo mismo conozco uno).
            Medidas pro-ley: con la creación de un cuerpo de inspectores que garanticen el control de que los diversos abortorios del país son estrictos en el cumplimiento de la ley.
 
            Son muchos los que como yo, estamos contra toda forma de eliminación voluntaria de la vida humana intrauterina(1), que es como deberíamos llamar a lo que, en un verdadero requiebro del lenguaje, llaman otros interrupción voluntaria del embarazo. Entretanto se consigue, nadie se sonroje por trabajar para que se vayan dando los pequeños pasos que deben hacer posible que un buen día, demos el gran salto hacia un mundo sin abortos.
 
 
                (1)Denominación adecuadísima que debo a mi buen amigo Javier Linares.
 
 
            ©L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
 
 
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