¿Existe la Conferencia Episcopal española?
por Un obispo opina
Y, si existe, ¿dónde está? Lo pregunto porque en estos días ha hablado un Obispo sobre distintas maneras de actuar contra la moral cristiana, entre ellas, ha citado como uno de los casos de pecado, la homosexualidad, y ha habido una protesta muy fuerte por parte de grupos homosexuales, lesbianas y algunos otros.
Iba a escribir el tercer artículo sobre los sacerdotes rebeldes en Austria, pero ante la importancia de las acusaciones contra un Obispo español, concretamente el de Alcalá, publico ahora este artículo aunque retrase por una semana el otro.
He estado unos días en un pueblecito de la sierra peruana, desconectado del mundanal ruido y sin internet y, al volver, me encuentro con las declaraciones que hace el Obispo a “Religión en Libertad”; busco el texto de su homilía, la leo, y me quedo sorprendido ante el revuelo que ha habido. Pero más sorprendido me quedo cuando no veo ninguna declaración episcopal en favor de este Obispo.
Por una parte, al leer la homilía veo que se trata de una homilía preciosa, exacta eclesialmente, y con muchas citas sobre lo enseñado oficialmente por la Iglesia. Una homilía que no la leyó sino que habló sin papeles, con un orden de los temas realmente extraordinario; no una homilía leída como sucede algunas veces y sin un tono convincente, sino invitando a dormir o a dar alguna cabezada.
Y ante el ataque despiadado que ha habido contra él, me pregunto: ¿Dónde está la Conferencia Episcopal, o dónde están los obispos de la provincia eclesiástica? Porque no he visto ni nadie me ha dicho que haya habido una respuesta oficial de los obispos defendiendo a un Obispo que ha expresado con claridad y con valentía la doctrina de la iglesia. La verdad es que no me lo explico.
Si algún Obispo ve que haya habido algún fallo o alguna frase que no haya estado en sintonía con la doctrina de la iglesia, debería habérselo comunicado ya que en una homilía leída se aquilata más lo que se dice. Pero es que oí la homilía por televisión y no encontré nada con lo que no pudiese estar de acuerdo.
Pero lo que no me explico de ninguna manera, es el silencio de la Conferencia Episcopal ante unas palabras, a mi modo de ver, muy exactas, precisas y muy en sintonía con la doctrina de la iglesia, y que han provocado una reacción furiosa, con amenazas, y diciendo la televisión oficial que hay que ver la manera de que estos casos no se repitan; sigo diciendo que lo que no me explico es que los obispos se callen y dejen a su hermano a merced de amenazas e insultos.
Lo que dijo sobre la homosexualidad fue lo siguiente: “Quisiera decir una palabra a aquellas personas que, llevadas por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”. Suscribo sus palabras y repito que vería con gusto una defensa del Obispo Reig por parte de la Conferencia Episcopal.
A punto de enviar el artículo, veo que dos obispos han salido en defensa del obispo de Alcalá además de varios grupos de católicos.
Con motivo de esas protestas, recuerdo que a mí también me pasó algo por el estilo cuando no estaba todavía jubilado y se equiparaba la unión homosexual al matrimonio. Venía a decir que se uniesen como quisiesen, pero que no se llamase matrimonio a la unión homosexual y comentaba, dirigiéndome al Presidente de entonces, Sr. Zapatero: Ánimo, Sr. Zapatero. Adelántese a legalizar esos tipos de uniones que realmente se han dado en la historia. Sea el primero en legalizarlas y así será el primero en legalizar la ley de la selva hacia la cual está caminando nuestra sociedad y a la que está empeñado en hacernos caminar.
Sus partidarios también podrían solicitar para usted la inclusión en el Guinness bajo el apartado: “Jefe de Gobierno que más se ha distinguido en volver a la ley de la selva”.
Mi enhorabuena, querido Reig, y sigue predicando lo que has dicho, digan lo que digan, y a pesar de que se callen los que se callan.
José Gea
Iba a escribir el tercer artículo sobre los sacerdotes rebeldes en Austria, pero ante la importancia de las acusaciones contra un Obispo español, concretamente el de Alcalá, publico ahora este artículo aunque retrase por una semana el otro.
He estado unos días en un pueblecito de la sierra peruana, desconectado del mundanal ruido y sin internet y, al volver, me encuentro con las declaraciones que hace el Obispo a “Religión en Libertad”; busco el texto de su homilía, la leo, y me quedo sorprendido ante el revuelo que ha habido. Pero más sorprendido me quedo cuando no veo ninguna declaración episcopal en favor de este Obispo.
Por una parte, al leer la homilía veo que se trata de una homilía preciosa, exacta eclesialmente, y con muchas citas sobre lo enseñado oficialmente por la Iglesia. Una homilía que no la leyó sino que habló sin papeles, con un orden de los temas realmente extraordinario; no una homilía leída como sucede algunas veces y sin un tono convincente, sino invitando a dormir o a dar alguna cabezada.
Y ante el ataque despiadado que ha habido contra él, me pregunto: ¿Dónde está la Conferencia Episcopal, o dónde están los obispos de la provincia eclesiástica? Porque no he visto ni nadie me ha dicho que haya habido una respuesta oficial de los obispos defendiendo a un Obispo que ha expresado con claridad y con valentía la doctrina de la iglesia. La verdad es que no me lo explico.
Si algún Obispo ve que haya habido algún fallo o alguna frase que no haya estado en sintonía con la doctrina de la iglesia, debería habérselo comunicado ya que en una homilía leída se aquilata más lo que se dice. Pero es que oí la homilía por televisión y no encontré nada con lo que no pudiese estar de acuerdo.
Pero lo que no me explico de ninguna manera, es el silencio de la Conferencia Episcopal ante unas palabras, a mi modo de ver, muy exactas, precisas y muy en sintonía con la doctrina de la iglesia, y que han provocado una reacción furiosa, con amenazas, y diciendo la televisión oficial que hay que ver la manera de que estos casos no se repitan; sigo diciendo que lo que no me explico es que los obispos se callen y dejen a su hermano a merced de amenazas e insultos.
Lo que dijo sobre la homosexualidad fue lo siguiente: “Quisiera decir una palabra a aquellas personas que, llevadas por tantas ideologías, acaban por no orientar bien lo que es la sexualidad humana, piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las personas de su mismo sexo y, a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”. Suscribo sus palabras y repito que vería con gusto una defensa del Obispo Reig por parte de la Conferencia Episcopal.
A punto de enviar el artículo, veo que dos obispos han salido en defensa del obispo de Alcalá además de varios grupos de católicos.
Con motivo de esas protestas, recuerdo que a mí también me pasó algo por el estilo cuando no estaba todavía jubilado y se equiparaba la unión homosexual al matrimonio. Venía a decir que se uniesen como quisiesen, pero que no se llamase matrimonio a la unión homosexual y comentaba, dirigiéndome al Presidente de entonces, Sr. Zapatero: Ánimo, Sr. Zapatero. Adelántese a legalizar esos tipos de uniones que realmente se han dado en la historia. Sea el primero en legalizarlas y así será el primero en legalizar la ley de la selva hacia la cual está caminando nuestra sociedad y a la que está empeñado en hacernos caminar.
Sus partidarios también podrían solicitar para usted la inclusión en el Guinness bajo el apartado: “Jefe de Gobierno que más se ha distinguido en volver a la ley de la selva”.
Mi enhorabuena, querido Reig, y sigue predicando lo que has dicho, digan lo que digan, y a pesar de que se callen los que se callan.
José Gea
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