El Papa nos ha salido confesional
El Papa nos ha salido confesional
Benedicto XVI pide al dictador Raúl Castro que declare Fiesta Nacional el Viernes Santo.
Seguro que más de un bienintencionado católico se sorprende por esta petición, no porque sea en Cuba, sino porque, envenenada su razón por las predicaciones al uso, pensará que la Iglesia no debe inmiscuirse en cuestiones de Estado y, ¡claro está!, porque debemos respetar otras religiones y “sensibilidades”. Así el manual del “buen cristiano actual” señala que un cristiano no debe creerse más que los demás, lo cual incluye no creer que su iglesia sea más que las demás, y por tanto que debe guardarse mucho de pretender un reconocimiento público de su fe, la fe es para vivirla en el templo, ¡como mucho!, y si es en lo privado de cada hogar mucho mejor.
Estoy de acuerdo con aquello de que no somos más que los demás, y yo menos que los demás, pero Jesucristo es más que cualquier otro y la Iglesia Católica, por Él fundada, la única verdadera, la única que tiene en plenitud el deposito de la fe que nos revela que es el hombre y que por tanto tiene en si las claves para construir una civilización, una cultura, una sociedad mejor que cualquiera otra para el hombre. Por todo ello, si de verdad soy cristiano y no padezco ninguna esquizofrenia ideológica ni de razón, debo procurar construir una sociedad sobre estas bases y ¿por qué no? aspirar a forjar una sociedad y un estado confesionalmente católico.
Porque:
Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes)
Porque:
El (Cristo) es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de El no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos. (Quas Primas, Carta Encíclica de s.s Pío XI)
Porque:
El (Cristo) es sólo quien da la prosperidad y la felicidad verdadera, así a los individuos como a las naciones: porque la felicidad de la nación no procede de distinta fuente que la felicidad de los ciudadanos, pues la nación no es otra cosa que el conjunto concorde de ciudadanos. No se nieguen, pues, los gobernantes de las naciones a dar por sí mismos y por el pueblo públicas muestras de veneración y de obediencia al imperio de Cristo si quieren conservar incólume su autoridad y hacer la felicidad y la fortuna de su patria. (Quas Primas, Carta Encíclica de s.s Pío XI)
Esto hace el Papa en Cuba, mientras aquí, nuestros ¿católicos? políticos, piensan en quitar o mover fiestas y acabar con el Domingo de facto, como panacea para recuperar nuestra competitividad. ¿Y nosotros?, … que cada cual responda esta pregunta y actúe según le dicte su conciencia.
Germán Menéndez
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