Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Jesús, mi mejor amigo

por O santo o nada



Jesús, hijo de Dios, Dios hecho hombre. Y como hombre,
 perfecto conocedor de mi naturaleza limitada y pecadora. Y, milagrosamente, mi Amigo. Mi mejor Amigo, sí. 

A veces, no sólo el día está gris, frío y nuboso. También a veces la niebla nos cubre el alma e invade nuestro corazón, escondiendo a la vista la alegría y la esperanza. En días así, parece que nada humano pueda consolarnos. Quizá hayamos discutido con nuestra esposa o esposo, o alguno de nuestros hijos nos haya faltado al respeto provocándonos una profunda tristeza. O no nos sintamos valorados en nuestros trabajos o entornos. Incluso podríamos haber sufrido la traición o abandono de algún (creíamos que buen) amigo. O sencillamente el cuerpo no responde y está cansado, sin ganas de seguir. Se pierden los colores, todo se torna gris. 

En esas ocasiones, tenemos un refugio seguro. Jesús, nuestro Señor, el Amigo perfecto. Porque Él siempre está para nosotros. Sólo tenemos que acercarnos a Él, dar ese paso. Nos escucha con atención, con comprensión, con infinita paciencia. Nos toma de las manos y las aprieta cuando nos sentimos desfallecer. Nos abraza para que sintamos su cálido Amor. Nos susurra palabras de consuelo, y cuando estamos preparados nos proporciona consejos certeros. Nos calma el corazón cuando está agitado. Y cuando la tristeza nos invade, Él pone Su sonrisa para animarnos. Es un amigo fiel, dispuesto a acompañarnos en el camino que nos lleva al Padre. Está en nuestras alegrías pero muy especialmente en nuestras tristezas.  

Tengo frente a mí una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Me declaro públicamente enamorado de este bendito Corazón al que recurro con frecuencia en mi vida diaria y muy especialmente en momentos de dificultad. Jamás me falla. Y cuanto más lo conozco, más me maravilla. Cuando el mundo nos da la espalda, el Corazón de Jesús se convierte sin duda en el mejor de los refugios y consuelos.

  El Corazón de Jesús es ante todo, amoroso: cuando uno se acerca a Él lo primero que nota es una oleada de profundo e intenso Amor. Un amor inmenso que a veces incluso al instante todo lo cura. Es un corazón cálido, ese rincón en el que a uno –hecho de nuevo niño- le apetece siempre refugiarse. Es un corazón compasivo. Y quizá no podría ser de otra manera, porque Él se hizo hombre para traernos un mensaje de amor y conoce como nadie nuestras numerosas limitaciones. Sin duda alguna, es un corazón amable, alegre, tierno, dulce, esperanzador, misericordioso, apasionado...  

Conocer el Sagrado Corazón de Jesús es ya amarlo. Es el corazón de nuestro Amigo, nuestro mejor Amigo. Ese que jamás nos falla. Procuremos corresponderle y amarle en todo momento y lugar. Porque Él se alegrará. 

 

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