El ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt se hace el "sueco". Por Eduard Yitzhak
por Wiederholen
La expresión en español de “hacerse el sueco” equivale a fingir no ver, no oír o no entender para evitarse una incomodidad y hacer referencia al acto de desviar la mirada y mirar a otra parte ante una flagrante injusticia para no tener que tomar posición y mantener una neutralidad.
Algunos autores explican que el origen de la expresión procede del hecho histórico que Suecia tras salir victoriosa de la guerra de los Treinta Años (16181648) alcanzó un claro predominio en el mar Báltico y entró con pleno derecho en la política internacional europea. Sin embargo, esta hegemonía no duró demasiado y pronto Suecia se vio incapaz de competir con estados más potentes, como Rusia y el Reino Unido. Ante esta coyuntura, y para salvaguardar sus intereses económicos y comerciales, Suecia se concentró en evitar todo tipo de conflictos que pusieran en peligro su independencia y su comercio, practicando una política de no alineación en tiempos de paz y de pretendida neutralidad en tiempos de guerra. Esta pretendida neutralidad se consolidó en la época de Napoleón, con su general Bernadotte, más tarde Carlos XIV, Rey de Suecia, que reinó de
En
Los suecos fueron considerados por los nazis, como puros arios y Herrenvolk, (Pueblo de Señores) los nuevos gobernantes de la tierra, limpia de judíos y con los otros pueblos sometidos al ario sueco-alemán-austríaco.
Esta política de no alineación que perdura hasta hoy ha permitido a Suecia ser el estado
europeo que ha vivido más tiempo en paz, concretamente desde 1814, con la unión política sueco-noruega (tratado de paz de Kiel). Desde entonces, con independencia de la pérdida de Noruega en 1905, Suecia ha mantenido las fronteras naturales actuales.
Cuando los alemanes empezaban a perder su hegemonía en Europa, Suecia giró hacia el lado Aliado.
La tradición sueca ha sido la de no enfrentarse a las tiranías y desviar la mirada ante las atrocidades cometidas por sus vecinos, y sólo, y únicamente cuando estas tiranías entran en declive, entonces Suecia se torna en portaestandarte de los derechos humanos.
Ante el totalitarismo y terrorismo islámico, y las agresiones del régimen islámico iraní,
que pertrecha con armamento y financia el criminal régimen de Bashar Al Assad en Siria –asesino de sus propios hermanos árabes- y a los islamonazis de Hisbulá, que agreden a Israel, y desvía ingentes cantidades de los petrodólares en el desarrollo de la carrera armamentística nuclear con el objetivo confeso y explícito de hacer desaparecer Israel del mapa de las naciones, el ministro de Exteriores de Suecia, Carl Bildt, ha declarado que “El peligro no es Irán sino Israel”.
Nuevamente vuelve el gobierno sueco vuelve a hacerse "el sueco" acusando al agredido para contentar al agresor.
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