El cine mudo y los mártires
No todo el mundo disfruta con las mismas actividades de ocio: a unos les entusiasma el fútbol y a otros el ciclismo; a unos el cine, a otros el teatro y a otros viajar… Por eso, a lo mejor algunos no saben que en la última gala de los Oscar la película ganadora ha sido The Artist, que ha sumado cinco estatuillas. En ella se nos cuenta la historia de George Valentin (Jean Dujardin), un famoso actor de cine mudo que se encuentra en la cima del éxito. Es entonces cuando conoce a Peppy Miller (Bérénice Bejo), una encantadora actriz extra con muchas aspiraciones, que termina formando una conexión amorosa, pero imposible, entre ambos. Sin embargo, por estas fechas aparece el cine sonoro, y Valentin rehúsa aceptarlo, seguro de que las películas no necesitan incluir voz. Con esta situación, Miller se vuelve una sensación indiscutible del cine sonoro, mientras que Valentin ve toda su vida y carrera ir en picado.He recordado que uno de nuestros mártires: el Beato Liberio González Nombela publicó el 27 de diciembre de 1935, en un diario de la época, el siguiente artículo en defensa del cine mudo.
En favor del cine mudo
Aunque con temor de parecer anticuado, quiero exponer una personal apreciación a las Asociaciones de Padres de Familia, por si la idea fuera digna de tomarse en cuenta, con vistas a futuras campañas u orientaciones de las casas que hoy se dedican entre nosotros al negocio de la cinematografía.
La película muda, bien hecha, interesante, sobre todo a base de asuntos cómicos, morales y de aventura, interesa a los niños tanto o más que la cinta hablada.
Lo intuitivo está más al alcance de la inteligencia embrionaria de los niños; ven éstos en la mímica ciertos matices que escapan a la percepción de las personas mayores. A los pocos momentos de aparecer en la pantalla las figuras de los personajes, ya saben los niños quién es “el bueno” y “el malo”, quién encarnará la honradez y la virtud, el vicio y el pecado.
Por el contrario, les aburre una música que no entienden, o unos discursos cuyo sentido no alcanzan. En esta atracción del silencio y de la mímica estriba sin duda alguna el dominio que ha ejercido el cine en las masas infantiles desde su aparición en el escenario del progreso. Mucho más antiguo que el cine es el teatro y no ha logrado jamás subyugar a los niños, ni interesarles apenas. Yo creo, en consecuencia que cuanto más queramos asemejar el cine al teatro, tanto más decaerá esa pasión que los niños sienten por el primero.
Dada la enorme diferencia de precio que existe entre el material sonoro y el mudo, solamente este último resulta proporcionado al medio económico en que se desenvuelven de ordinario nuestras Asociaciones y a las disponibilidades de nuestros públicos infantiles.
En mi parroquia, por ejemplo, tenemos unos llenos inenarrables todos los domingos merced al irrisorio precio de 0,20 a que podemos poner la entrada general, y esto sólo puede conseguirse con el cine mudo. ¿No sería una lástima que perdiésemos un instrumento de atracción y propaganda, si llegasen a desaparecer las cintas mudas, y las sonoras no bajasen de precio?
Don Liberio no tenía porque profetizar la irrupción en el mercado cinematográfico de Walt Disney, y muchos menos de los televisores. Por eso, me resulta curioso el tema y los argumentos esgrimidos por este gran apóstol, entregado a la educación de los niños en su bendito pueblo de Torrijos (Toledo). Meses después sería expulsado de la parroquia por extremistas de izquierdas y buscado al comenzar la guerra civil para ser asesinado.
Que por intercesión del Beato Liberio alcancemos el don de la perseverancia y el de la fidelidad hasta el final de nuestros días. Y de aquí a la eternidad.
Os dejo este enlace de la vida de nuestro mártir:
http://www.persecucionreligiosa.es/martires_cartel.html#L
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