Escrito por MIGUEL VARONA, Director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos
Testigos de Cristo. Beatos mártires de la Diócesis de Córdoba, 1936-1939
IGLESIA EN CÓRDOBA es el "semanario diocesano de información y formación cristiana", como así leemos en su cabecera. Hace dos semanas, leíamos en la página 5, la noticia sobre la publicación del nuevo martirologio de la diócesis de Córdoba:
Testigos de Cristo, Beatos mártires de la Diócesis de Córdoba, 1936-1939 «contiene 127 biografías escuetas, con unas breves pinceladas sobre sus vidas y sus martirios, para evitar un volumen excesivo. Las últimas páginas presentan tres textos de los dos Obispos diocesanos que han impulsado la causa en su fase final, de hondo significado y como un buen ejemplo del Magisterio sobre los mártires; además tiene varios índices y dos mapas que ayudan a localizar mejor a cada uno de los mártires, sus edades, fechas y lugares de nacimiento y martirio, y estado de vida; y, finalmente, dos grupos de fichas sinópticas que permiten relacionar a los distintos mártires con las parroquias de la diócesis de Córdoba y en sus propias trayectorias vitales y martiriales. El único objetivo de esta edición es ayudar a conocer algo más a estos 127 futuros Beatos mártires de nuestra Diócesis, y despertar así la inquietud de hacerlo más en profundidad, para imitarlos y para seguir su ejemplo, especialmente en su perdón imitando a Cristo Crucificado y a tantos otros mártires en el momento supremo del martirio».
Hace unos meses, Miguel Varona, fue entrevistado por Luis Miranda para ABC Sevilla. Ofrecemos sus interesantísimas respuestas.
Miguel Varona: «En la causa de los mártires de Córdoba hay más de 700 declaraciones de testigos».
El sacerdote Miguel Varona ha coordinado en la diócesis de Córdoba el proceso para la beatificación de 127 personas, entre sacerdotes, religiosos y seglares, como mártires de la persecución religiosa de la Guerra Civil española. Fue postulador de la causa en la fase diocesana y vicepostulador en la fase romana.
-¿Cómo es el trabajo para un proceso en que se lleva a los altares a 127 personas asesinadas en la Guerra Civil?
Ha sido el trabajo de un equipo, no he estado yo solo. Ha sido un trabajo de muchos años, recopilando tanto documentos como testimonios orales y escritos sobre los presuntos mártires, hasta que se fue formando el número de los candidatos. También estuvimos en contacto con las familias de los mártires, con testigos para que fuesen a declarar, con las parroquias, con las familias religiosas de los franciscanos y las hijas del Patrocinio de María, fue una labor de recopilación. Hubo además peritos en historia, en archivística, teólogos, redactores de los diversos documentos de la «positio», que es el documento oficinal. En la fase romana había un postulador romano, Fray Alfonso Ramírez Peralbo, un capuchino.
-Ha pasado mucho tiempo. ¿Ha sido posible contar con testimonios de personas que fueran contemporáneos de los mártires?
Sí, sí, porque mucho antes de empezar la fase propiamente diocesana se creó un tribunal que se llama «ne pereant probationes», que quiere decir «para que no se pierdan las pruebas» y que se dedicó a interrogar. Hay testigos «de visu», contemporáneos, que los vieron y hablaron con ellos. Algunos incluso estuvieron presos con ellos. Recopilamos bastantes testigos, que han sido más de 350, tanto de haberlo visto como «de auditu», de haberlo oído, manteniendo la fama de martirio. El total de declaraciones son más de 700. Toda la causa, lo que se ha enviado a Roma, son casi 15.000 folios.
Antes habla de presuntos mártires, que ahora ya están confirmados. ¿Cómo se busca y selecciona a las personas que lo son?
Se sacaron una serie de decretos publicando las listas de los candidatos. Se sacaron hasta tres decretos en la diócesis para que si hubiese alguien que tuviese algo, tanto a favor como en contra, o quisiese añadir algún candidato más. Durante algún tiempo se hizo una recopilación y quedó en el número actual de mártires, 127.
-¿Y con qué criterio entran unos y se quedan fuera otros?
Los criterios son los que tiene la Iglesia, porque hay una legislación muy concreta para la causa de los santos y en este caso para la causa de los mártires. El mártir tiene una serie de características. Primero, que muere por odio a la fe. Además de probarse la muerte, lógicamente, tienen que morir perdonando a los enemigos. Eso son los criterios, que son eminentemente religiosos, que son los que se han buscado.
Sobre estas líneas, lápida en la Mezquita-Catedral con el nombre de los sacerdotes diocesanos asesinados en Córdoba en la persecución religiosa de la Guerra Civil.
-¿Había rasgos en común entre todos ellos, al margen de su condición de personas de fe?
El rasgo significativo es que todos eran gente de Iglesia. Unos como sacerdotes, otros como religiosos, otros como laicos, otros como seminaristas. Murieron perdonando y perseguidos por ser quienes eran. De algunos se pudo haber llevado su causa de beatificación por vida y virtudes, porque vivieron su vida cristiana de una manera excepcional, siendo padres de los pobres, acogiendo a las personas, dando la vida por ellos. Una persona que muriese odiando no entraría.
-¿Qué contaban los testimonios orales de ellos? ¿Los tenían por santos?
Uno de los puntos fundamentales es que haya fama de martirio, que el pueblo de Dios reconozca que en estas personas hubo martirio. Existía esa fama de que dieron la vida.
-¿Por qué ha tardado tanto?
En su momento, San Pablo VI pidió que las causas sobre mártires en España quedasen suspendidas, pero fue San Juan Pablo II el que empezó a animar a la Iglesia a que recuperásemos la memoria de nuestros mártires. La Iglesia tiene el derecho y el deber histórico, porque son los mejores de la Iglesia, el supremo modelo del seguimiento de Cristo. Empezó a reactivarse, pero en Roma reciben causas de martirio y de santidad por vida y virtudes de todo el mundo. Hay que ponerse en cola, dan un número y hay que esperar y hay cosas que corren un poco más y otro menos, también dependiendo del volumen.