Mi espíritu es el sacrificio expiatorio de la cruz
Mi espíritu es el sacrificio expiatorio de la cruz
XIII Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno. Nada mejor que la paz, que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra.
XIV Nada de esto os es desconocido, si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la Fe y la Caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la Fe, el fin es la Caridad. Cuando ambas virtudes van a la par, se identifican, con el mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El qué profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Por el fruto se conoce al árbol; del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una profesión de fe, es mantenernos firmes en esa Fe hasta el fin. (San Ignacio de Antioquia. Carta a los Efesios)
La estrofa XIII nos habla de la necesidad de reunirnos en acción de gracias y e alabanza a Dios. Es decir, San Ignacio nos invita a la Eucaristía y la vivencia comunitaria de la Fe. Es interesante que San Ignacio reseñe que la reunión sea en el mismo lugar, ya que se puede pensar en una estancia especialmente dedicada a la comunidad.
En la estrofa XIV nos dice que nada de lo que él indica nos será desconocido siempre que estemos unidos de forma perfecta a Cristo por medio de la Fe y con el fin de la Caridad. Pero ¿Es tan importante profesar la Fe? San Ignacio dice que El qué profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Nosotros profesamos la Fe cada domingo mediante el Credo. Con el Credo decimos a toda la comunidad y a Dios, que creemos en todo lo que El nos ha revelado. Esta profesión nos lleva a la concordia y a la paz que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra. ¿Cómo vamos a discutir si tenemos la misma Fe y nuestro objetivo es el Amor que llena y completa, la Caridad.
Quien posee la Caridad no odia. ¿Cuánto nos cuesta no odiar? La medida de nuestro odio, es inversamente proporcional a nuestra medida de Amor, Caridad. Quien está lleno de Caridad no puede odiar, igual que quien está lleno de luz, no encuentra sombra dentro de si mismo.
Los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Las obras de quienes perteneces a Cristo son obras que unen, dan consistencia y son coherentes. Las obras que destruyen, separan, desmiembran, no pueden ser obras de caridad realizadas desde la Fe. Cuando ambas virtudes van a la par, se identifican, con el mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas.
Para terminar, San Ignacio nos dice que quienes hemos tenido el don de recibir la Fe, nos toca trabajar por mantenerla y acrecentarla. No es tarea fácil, ya que tiene que contar con la ayuda directa de Dios.