Siguen los abortos y los no nacidos
El cuerpo en cuanto sexuado nos recuerda que no nos hemos dado la vida a nosotros mismos. El sentido de nuestra propia existencia está escrito en el misterio de un don recibido y que solo Dios nos puede revelar en su totalidad. La realidad de la bendición divina referida a la procreación humana la leemos en Genesis 1, 27,28 : ”Dios creó el hombre a imagen suya, lo creó a imagen de Dios, creó el hombre y la mujer. Dios los bendijo diciéndoles: Sed fecundos y multiplicaos llenad la tierra y dominadla”. Es, por tanto, un significado propio de la sexualidad absolutamente necesario para el que el hombre se comprenda a sí mismo. Nuestra propia venida a la existencia no es un hecho fortuito que se desvanece en el azar, sino una auténtica elección del amor de Dios Esto es tan importante que, incluso en el caso que una persona haya sido engendrada sin amor por parte de sus padres, puede encontrar un Amor más grande que sí le ha acogido desde un inicio y le orienta por encima de las deficiencias de la que puede ser objeto en los sucesos de la vida.
Muy claramente afirma Pablo cómo hemos sido amados, antes de la creación del mundo en Efesios, 1, 3.4.:”Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo… Nos escogió en él antes de crear el mundo, para que fuéramos santos, irreprensibles a sus ojos. Por amor nos destinó a ser hijos suyos por Jesucristo”.Confieso que una frase que siempre me ha conmovido profundamente es haber sido mi existencia un pensamiento ilusionado amorosamente por el buen Dios, cuando aún nada existía.
Estas verdades quedan marginadas en el ámbito matrimonial y familiar y gravemente heridas en nuestro tiempo por una cultura que hiere gravemente ambos ámbitos en España y en el mundo, por el individualismo hedonista y el positivismo jurídico, a los que ha inducido el alejamiento de Dios y de la auténtica y verdadera humanidad.
El Papa nos dijo, al llegar a España, en el mismo aeropuertote Barajas: “La fe es ciertamente un gran tesoro que ciertamente vale la pena cuidar con actitud constructiva, para el bien común de hoy y para ofrecer un horizonte luminoso al porvenir de las nuevas generaciones. Aunque haya actualmente motivos de preocupación, mayor es el afán de superación de los españoles, con ese dinamismo que los caracteriza, y al que tanto contribuyen sus hondas raíces cristianas, muy fecundas a lo largo de los siglos”.
Al acabar su visita, también en el. aeropuerto, dijo: “España es una gran nación que en una convivencia sumamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica”.
Un problema gravísimo, por lo frecuente y trágico, es el aborto y la anticoncepción.. Acerca de ambos, me parece oportuno y convincente recoger lo que Ibáñez Langlois atribuye en su profundo, espiritual y conmovedor libro “La agonía del huerto” que, en sus más de cien páginas, va desglosando qué cosas eran las que le angustiaban a Jesús en aquella noche. Los pecados que sabía que se realizarían, a pesar de su pasión redentora, porque muchos harían mal uso de su libertad.
Y dedica uno de sus pensamientos no sólo a loa abortados sino también a los no nacidos por anticoncepción. “Los ojos no nacidos por anticoncepción se le aparecen llorando a mares / le piden su propia carne para nacer/ Jesús te amo le dicen con sus ojos hechos de nada/ Jesús ya pura carne imaginaria/ transpira mares de su preciosa sangre que nuca amante ha de redimir / a esos llorosos hijos de la nada a esos aparecidos de la media noche / a esos húmedos pálidos desaparecidos en una mala madre”.
Muy claramente afirma Pablo cómo hemos sido amados, antes de la creación del mundo en Efesios, 1, 3.4.:”Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo… Nos escogió en él antes de crear el mundo, para que fuéramos santos, irreprensibles a sus ojos. Por amor nos destinó a ser hijos suyos por Jesucristo”.Confieso que una frase que siempre me ha conmovido profundamente es haber sido mi existencia un pensamiento ilusionado amorosamente por el buen Dios, cuando aún nada existía.
Estas verdades quedan marginadas en el ámbito matrimonial y familiar y gravemente heridas en nuestro tiempo por una cultura que hiere gravemente ambos ámbitos en España y en el mundo, por el individualismo hedonista y el positivismo jurídico, a los que ha inducido el alejamiento de Dios y de la auténtica y verdadera humanidad.
El Papa nos dijo, al llegar a España, en el mismo aeropuertote Barajas: “La fe es ciertamente un gran tesoro que ciertamente vale la pena cuidar con actitud constructiva, para el bien común de hoy y para ofrecer un horizonte luminoso al porvenir de las nuevas generaciones. Aunque haya actualmente motivos de preocupación, mayor es el afán de superación de los españoles, con ese dinamismo que los caracteriza, y al que tanto contribuyen sus hondas raíces cristianas, muy fecundas a lo largo de los siglos”.
Al acabar su visita, también en el. aeropuerto, dijo: “España es una gran nación que en una convivencia sumamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica”.
Un problema gravísimo, por lo frecuente y trágico, es el aborto y la anticoncepción.. Acerca de ambos, me parece oportuno y convincente recoger lo que Ibáñez Langlois atribuye en su profundo, espiritual y conmovedor libro “La agonía del huerto” que, en sus más de cien páginas, va desglosando qué cosas eran las que le angustiaban a Jesús en aquella noche. Los pecados que sabía que se realizarían, a pesar de su pasión redentora, porque muchos harían mal uso de su libertad.
Y dedica uno de sus pensamientos no sólo a loa abortados sino también a los no nacidos por anticoncepción. “Los ojos no nacidos por anticoncepción se le aparecen llorando a mares / le piden su propia carne para nacer/ Jesús te amo le dicen con sus ojos hechos de nada/ Jesús ya pura carne imaginaria/ transpira mares de su preciosa sangre que nuca amante ha de redimir / a esos llorosos hijos de la nada a esos aparecidos de la media noche / a esos húmedos pálidos desaparecidos en una mala madre”.
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