El varón te dominará
por Cuestión de vida
Si hay algo que me ha enseñado la experiencia acompañando a mujeres en diferentes circunstancias es que cuando más se creen liberadas, más sumisas al varón son. No importa lo convencidas que estén de que esa relación es mala para ella, que le está tomando el pelo claramente, que la use y la tire como un pañuelo, el varón la llama y allá va ella, presta a satisfacer sus deseos.
Siempre me ha llamado la atención este versículo del Génesis: “… tendrás ansias de tu marido y él te dominará”. Y le he dado vueltas. Creo que este versículo no es un castigo, ni mucho menos un modelo de relación que se nos propone sino una profecía, una advertencia, el pecado destruye la relación entre varón y mujer y esa destrucción perjudica a ambos, pero a cada cual de manera diferente.
Voy a contar una anécdota que me marcó profundamente. Una adolescente o una preadolescente, más bien, porque estamos hablando de 13 o 14 años me estaba contando las andanzas del chico más popular del colegio, que tenía a todas las niñas de la clase enamoradas. Lo que me contó sin darle mayor importancia es que este chico había cortado con la ultima novia que había tenido y, para relajarse del estrés que le causaba esta ultima ruptura, llamó a otra chica de su clase que sabía que estaba detrás de él para tener relaciones sexuales y ver si así se relajaba un poco. Ella accedió. Parece que una espada se me clavó en el corazón en ese momento imaginando a la pobre casi niña dejándose utilizar como un objeto con 13 años.
Vamos primero con lo que nos dice al respecto Dorothy Day, anarquista y comunista radical que abortó por miedo a ser abandonada por su amante y después conversa y en proceso de beatificación. Dorothy observa que las mujeres se orientan naturalmente hacia las cosas que son necesarias en la vida familiar, el hogar, los hijos y “especialmente el amor”. En la búsqueda constante del amor, obran en contra de sus propios intereses. Esa es la manera en que explica por qué, antes de su conversión actuaba de forma autodestructiva: Estaba tratando de llenar un vacío en su corazón. Ante el dolor emocional que sentía optó por adoptar una falsa personalidad. Las ideas radicales le permitieron distraer su mente y no pensar en el vacío de su corazón.
El aborto fue un intento de retener a su amante a toda costa. No lo consiguió, después intentó suicidarse.
Aunque la ideología de género intente desligar el sexo del amor, del compromiso, de la procreación y hasta de la misma biología humana, lo cierto es que nuestros deseos y nuestra naturaleza no han cambiado ni pueden cambiar, simplemente buscamos el amor y la felicidad en charcos infectos.
La masculinidad y la feminidad como Dios la creó se ha depravado y corrompido por el pecado. El pecado nos destruye, a los hombres y a las mujeres, pero en esa destrucción la mujer queda sometida más que nunca al varón como nos dice el Génesis.
Sometida al varón y sola (¿y borracha?) porque el varón deja de valorar a esa mujer sumisa por muy empoderada o empoderadisima que ella se crea que está. Despechada y frustrada en su deseo más íntimo de ser amada verdaderamente y en su deseo de maternidad se venga del varón a su manera, sin violencia física, pero se venga.
Pero el pecado no tiene la última palabra, Dios nos abre un camino de unidad entre hombre y mujer de indecible belleza y nos da su gracia para adentrarnos y vivir ese camino.
Dorothy se convirtió, y se convirtió a través de los sacramentos, de la confesión y de la eucaristía diaria, llenó el vacío de su corazón y dejó de beber de agua putrefacta y comenzó a beber del manantial infinito de la salvación.
Convirtámonos, hombres y mujeres, al Señor y nuestra complementariedad dejará de ser fuente de destrucción para ser fuente de vida, fecundidad y santidad.