El que suscribe...

Para los que no la conozcan “Selecciones” (Selecciones del Reader’s Digest) es el nombre de la edición en español de una conocidísima revista mensual norteamericana, existente desde los años treinta, y con una extraordinaria difusión. Tanto es así que –aún hoy–  se edita  en 35 idiomas, con una tirada de unos 30 millones de ejemplares.  Menos conocido es que el Departamento de Estado norteamericano llegó a tener en cuenta como signo de amistad de un país que admitiera su publicación, y que usara su influencia para introducirlo en países donde no llegaba.  Tampoco es tan conocido que, durante la Guerra Fría, para contrarrestar su influencia, tuvo como contrapartida en varios países de la órbita comunista a la revista soviética “Sputnik”, hasta que esta última dejó de ser publicada tiempo después del colapso de la URSS.

Traigo a colación estos datos como ejemplo de un hecho importante: la gran influencia que tiene la revista o publicación que se recibe en casa.  De ahí lo recomendable que resulta  para un católico estar suscrito a una publicación católica y muy escogida. Mi propia experiencia me lleva a recomendarles en esto dos cosas que creo importantes:

1º.- Que sea una publicación católica de verdad. Desgraciadamente, hoy día, no a todas las revistas editadas por instituciones de la Iglesia se las puede llamar católicas.

2º.-  Que sea una suscripción (y por tanto dispongamos de ella sin esfuerzo alguno ni para comprarla, ni para leerla). No es lo mismo, ni mucho menos, tener que acercarse cada semana o mes al kiosco a comprarla.

Yo, actualmente, estoy suscrito al semanario “ALBA” (para adultos), Misión (suscripción gratuita) y a “El Benjamín” (para niños). Se las recomiendo. No obstante existen otras que conozco bien y que también son excelentes: Mundo Cristiano, Palabra, Aguiluchos (para niños), etc.

Finalmente, he aquí una anécdota que pone también de manifiesto esta influencia.

El conocido periodista Douglas Hyde, Redactor Jefe del diario comunista de Londres The Daily Worker, después de veinte años de militante comunista, comunicó a su esposa (también activa comunista) que, desilusionado del comunismo, tras sopesarlo durante meses, estaba planteándose hacerse católico.

“También yo”, contestó con aplomo ella ante la atónita mirada de Douglas.

“¿Y cómo es eso?” – dijo él–.

“Me he estado interesando sobre la fe católica leyendo esas revistas que descuidadamente dejabas encima de la mesa de casa olvidadas…” Eran las revistas católicas que Douglas leía “para conocer bien al enemigo”.

Si la revista que recibimos en casa nos influye, y mucho, más vale que sea para bien.

Porthos