Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Al final, ¿era tan listo Rubalcaba?

por Luis Antequera

 
            Ya lo hemos conocido. Por fin sabemos ya lo listo que es.
 
            Si bien es verdad que pocas veces como ésta el bacalao estaba cocinado antes de venderse, lo cierto es que la campaña de Rubalcaba ha sido un verdadero desastre, y de haber estado igualada la contienda, -que no era el caso, convengamos-, sólo le habría servido para perder.
 
            El propio lema de campaña ha sido el de un derrotado: “Pelea por lo que quieres”. Tan diferente del “Súmate al cambio”, en el que la victoria se daba por descontada, y sólo se invitaba al elector a participar en ella. En el debate televisado, D. Alfredo no lo pudo hacer peor. Aparte de estar faltón e interrumpidor, en casi todo momento trató a Rajoy como si ya fuera presidente de Gobierno, y demostró conocer el programa del contendiente mejor que el propio. Claro que para haber formado parte de un Gobierno que durante los siete años que ha durado no ha hecho otra cosa que ejercer de oposición de la oposición, era poco más lo que del candidato pesoíta cabía esperar.
 
            Hay un error que es de los garrafales en una persona "tan" inteligente: en los primeros días de campaña, el propio Sr. Rubalcaba en persona realizaba el diagnóstico de que había 3.600.000 votantes que aún no habían decidido su voto entre PP y PSOE. Votantes a los que, en consecuencia, había que suponer en el centro, entre un partido y otro. Pues bien, así las cosas, va y presenta una campaña de izquierda extrema, con todos los tics y los sambenitos de la izquierda dura y correosa, como si las elecciones se las fuera a jugar contra IU y no contra el PP. Y todo para, finalmente, acabar regalando 800.000 votos a IU.
 
            Y todo ello por no hablar del error trágico, del de libro, del de bandera. Para España en cualquier caso, aunque eso a D. Alfredo le importa un pito, como otro pito le importa a su mentor, ZP. Pero finalmente, también para su propio partido, lo que sin duda importa a los dos mucho más. Me estoy refiriendo a la campaña gratuita regalada a Bildu-Amaiur-ETA, campaña que si la hace la propia Bildu, no la hace mejor. Un partido que, sin duda, ese “cerebro privilegiado” de Rubalcaba había concebido como una nueva ERC a la vasca, a saber, un nuevo socio independentista y antiespañol con el que compadrear con la misma habilidad con la que compadrea siempre con esa clase de socios el pesoísmo. Pues bien, he aquí que lo que el Sr. Rubalcaba terminado creando, lejos de ser la mascotita que le lame los pies al amo, no es sino el monstruo que se engulle al creador, como si de un redivivo Frankestein del s. XXI se tratara (¿a que me da Vd. la razón, D. Odón?).
 
            Lo que ha pasado para que todo el mundo se haga cruces sobre la inteligencia superdotada del Sr. Rubalcaba han sido dos cosas. Primero, que se ha sentado en un Consejo de Ministros muy muy escasito, donde casi nadie era literalmente nadie, en el que nunca se sentaron tantas personas no ya que no fueran números 1, sino que ni carrera tuvieran. Personas capaces de afirmaciones tales como que los fetos en el vientre de una mujer “humana” “no eran humanos”, o que “el dinero público no es de nadie”; personas que no sabían si España era una nación o una comunidad de vecinos; personas que ayudaban a la compra de una vivienda regalando unas zapatillas Kelly. Sólo a modo de ejemplo.
 
            Segundo, que es un hombre sin escrúpulos, y los hombres sin escrúpulos es lo que tienen, que parecen más inteligentes porque al no ejercer ningún tipo de autocensura, utilizan muchas armas que los demás no utilizan, y en consecuencia, se valen de unos recursos que los demás no tienen, llegando a parecer más inteligentes cuando en realidad sólo son más inmorales.
 
            Y al Sr. Rubalcaba personalmente le ha pasado una tercera: que ha terminado creyéndoselo.
 
            Eso y nada más que eso. De inteligencia, de coeficiente de inteligencia lo que se dice coeficiente de inteligencia, la de todos, la normalita, la del común de los mortales, puede que un poquito más, puede que un poquito menos. Más, eso sí, que la de casi cualquiera de sus compañeros de gabinete. Y como ha sobradamente demostrado, capaz de cometer errores, muchos errores. Y alguno, de los gordos, como lo de Bildu. Pero insisto, como inteligencia… normalita.
 
            A su normalísimo coeficiente de inteligencia, hemos de atribuir dos cosas. La primera para reprochársela: ¡cómo nos ha dejado Vd. España, D. Alfredo! ¿Se da Vd. cuenta? Vd. y su amiguete, el presidente más mediocre que haya tenido nunca este país. ¡Cómo nos la han dejado Vds., D. Alfredo! ¡No tienen Vds. derecho, hombre! ¡Y si sólo fuera en lo económico!
 
            La otra para agradecérsela: la pésima campaña electoral que ha realizado, merced a la cual se demuestra una vez más que no hay mal que cien años dure. Así pues, aunque sólo sea por eso ¡gracias, Sr. Rubalcaba!
 
 
            ©L.A.
            encuerpoyalma@movistar.es
 
 
 
 
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