Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Con 6, 10 y 12 años y ¡quieren ser sacerdotes! ¿Pues en qué mundo viven?

por Jorge Enrique Mújica, LC

Mi "otro yo" (un avatar bajo pesudónimo en la red) suele dedicar algunos minutos del fin de semana para la pastoral en los foros de discusión con personas totalmente ajenas al mundo de la fe en general y de la católica en particular.
 
En uno de esos foros terminamos "discutiendo" del tema de la vocación sacerdotal y cómo era posible que a pesar de los escándalos siguieran suscitándose vocaciones.
 
Aunque formado en la filosofía escolástica, me he dado cuenta que las argumentaciones funcionan de bien poco: al final terminan sacándote contestaciones sin hilación y las típicas leyendas negras, el último titular del periódico o lo que escucharon que dijero que dicen.
 
Esta vez la pregunta arriba referida también me tocó a mí un poco más, aunque la sugerí con un poco de picardía: "Es verdad, ¿cómo es posible que pese a la mala prensa el sacerdocio siga ejerciendo un atractivo incluso en los niños?" -"¿En los niños?", me objetó alguno. "Pues sí, en los niños, nada menos", le respondí. Y como por fortuna hay tres casos recientes que han saltado a las pantallas de algunos portales y canales de televisión, pues aproveché para exponerlos.
 
El primero es el de Dominique Piconi, un niño de seis años originario de San Diego, California, y quien en reciente entrevista a la cadena cbs8 declaró, que su deseo es "ser Papa" (lo que supone ser ordenado previamente sacerdote). Es conocido en San Diego porque después de ir a misa con su mamá, se va a repartir bocadillos, plátanos, refrescos y escapularios a la gente pobre y sin techo. "Son Jesús entre nosotros", le dice a su mami. ¿Quieren conocerlo? Aquí el video en inglés:


El programa matinal de la televisión catalana emitió un breve reportaje sobre cómo era su vida, él mismo lo expone con firmeza: “Yo de mayor seré sacerdote, siempre me ha gustado”. La periodista acentúa: “Yo te he preguntado sobre qué quieres ser cuando seas mayor y no me has dicho lo que quieres ser, sino que lo serás. Eso quiere decir que lo tienes muy claro”. Marc asiente: “Lo tengo claro porque desde el primera vez que lo vi y me gustó”.
 
Melero interroga a este niño de 10 años que estudia en La Salle a propósito de las razones que le hacen saberse sacerdote en un futuro: “A mí lo que me gusta de ser sacerdote es ir siempre a la Iglesia y rezar mucho”, espeta.
 
“Rezo por la mañana el Padre nuestro y el Ave maría. Lo primero que hago es rezar desde la cama. También rezo a la hora de comer bendiciendo la mesa. Por la noche rezo antes de dormir un Padre nuestro, un Ave María y un Ángel de la guarda”. “Y cuando acabas de rezar te sientes mejor?”, pregunta la codirectora de ‘Els matins’. Sí, responde risueño Marc. Más tarde Melero insistirá: “Cuándo acabas de rezar por la noche te sientes en paz?”. “Sí”, vuelve a explicar Marc: “mi cuerpo está más tranquilo y duermo más a gusto”.
Y cuando más adelante le preguntan qué es ser sacerdote, contesta: 
“Tienes que estar siempre con Dios, no puedes fallar y si te dicen de hacer una misa, tienes que ir. Esto me viene de dentro –añade-, me gusta mucho, porque cuando estás haciendo la misa estás con Jesús y él te cuida”.
Alonso Diez Bustamante es más grande, tiene 12 años y, de hecho, ya está en el seminario. En el de los Legionarios de Cristo, para más señas. Él mismo cuenta por qué en este video:


"¿Pues en qué mundo viven estos niños?", me dijo otro forista tras conocer los testimonios. Y le dije que en el que podría vivir también él, el de la fe, el de la amistad con Cristo que vale la vida.
 
Si se dan cuenta, en los tres casos que hemos referido hay varias constantes: vivencia de la fe, cultivo de los sacramentos, consciencia de la presencia de Dios, alta valoración de lo que supone el sacerdocio... Quizá estos niños sean no sólo tres testimonios que empujen a otros en la generosidad -empezando por no pocos jóvenes que les doblan o triplican la edad-, sino también para cada uno de nosotros haciéndonos volver la vista a nuestra relación con Dios, con la Iglesia y la valoración misma de la figura del sacerdote.
 
Aquel forista que me preguntó retadoramente sobre el mundo donde vivían esos niños fue el mismo que horas más tarde me mandó un mensaje de correo con algunas interrogantes más serenas y verdadero interés por la fe católica. Así actúa el Señor. También en foros poco amistosos y gracias a testigos como los tres campeones que desde aquí animamos y encomendamos para que, si Dios lo quiere, lleguen a ser santos sacerdotes un día. Falta hacen.
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