Desde la Catedral de la Almudena
San Juan Pablo II y la Virgen del Perpetuo Socorro
Desde la Almudena. Esta es la parte central de la gigantografía con el rostro de los nuevos beatos. En el centro, el cuadro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Hoy es la fiesta de san Juan Pablo II. En su autobiografía «Don y misterio», de 1996, al referirse a los orígenes de su vocación sacerdotal, afirma:
Naturalmente, al referirme a los orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana. La veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia y de la parroquia de Wadowice. Recuerdo, en la iglesia parroquial, una capilla lateral dedicada a la Madre del Perpetuo Socorro a la cual por la mañana, antes del comienzo de las clases, acudían los estudiantes del instituto. También, al acabar las clases, en las horas de la tarde, iban muchos estudiantes para rezar a la Virgen.
San Juan Pablo II coronó a la Virgen del Perpetuo Socorro de Wadowice, Polonia, el 16 de junio de 1999 y la mencionó con cariño en su homilía de aquel día.
Con profunda veneración beso también el umbral de la casa de Dios, de la iglesia parroquial de Wadowice, y en ella el baptisterio, donde fui injertado en Cristo y acogido en la comunidad de su Iglesia. En este templo me acerqué a la Primera Confesión y a la Sagrada Comunión. Aquí yo era monaguillo. Aquí di gracias a Dios por el don del sacerdocio y, ya como arzobispo de Cracovia, viví aquí mi jubileo del 25° aniversario del sacerdocio. Qué bien, cuántas gracias me llevé de este templo y de esta comunidad parroquial, sólo el que es el Dador de toda gracia lo sabe. A Él, el Dios Trino, le doy gloria hoy en el umbral de esta iglesia.
Finalmente, con la confianza de un niño, dirijo mis pasos a la Capilla de la Santa Cruz, para mirar de nuevo el rostro de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en su efigie de Wadowice. Lo hago con mayor alegría, porque hoy se me da la oportunidad de adornar esta efigie con coronas, como signo de nuestro amor a la Madre del Salvador y a su divino Hijo. Y es un signo tanto más elocuente porque, como se me ha dicho, estas coronas se han hecho con vuestros dones, a menudo muy preciosos, que llevan dentro de sí un contenido particular de recuerdos, de destinos humanos, de pruebas o de sentimientos familiares muy nobles, de esposos y novios. Y a este don material habéis añadido el gran don del espíritu: la oración de entrega a la Madre de Cristo que ha visitado vuestros hogares. Estad seguros de que vuestro ardiente amor por María nunca quede sin respuesta. Es precisamente este vínculo recíproco de amor el que es, en cierto sentido, portador de gracias y prenda de ayuda incesante que recibimos de su divino Hijo a través de la obra de María.
Nuestros antepasados siempre estuvieron convencidos del papel insustituible de la Madre de Dios en la vida de la Iglesia y de cada cristiano. Durante los últimos cien años, los habitantes de Wadowice lo expresaron de manera especial, cuando se reunieron con veneración ante la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y la eligieron Patrona de la vida personal, familiar y social. El P. Leonard Prochownik, un pastor local, escribió en 1935: "Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es venerada por nosotros. Ella tiene su propia capilla, donde se coloca su efigie milagrosa, y allí muchos han experimentado personalmente y experimentan cuánto en necesidades temporales y espirituales demuestra su bondad y se apresura a ayudar". Y así fue. Puedo dar testimonio de esto personalmente. Y creo que este ha sido el caso hasta el día de hoy. ¡Que este también sea el caso en el futuro!