Benedicto XVI habla de internet... ¡a monjes de clausura!
Benedicto XVI habló de internet a monjes de clausura, a monjes de una de las órdenes más antiguas y estrictas del mundo: los cartujos. Lo hizo en el viaje pastoral que realizó a Calabria el domingo 9 de octubre de 2011.
Por supuesto que nos les dijo cómo sacar un perfil en Facebook ni cómo se hace para mandar un "tuit" de 140 caracteres en Twitter; aludió a la creciente virtualización de la sociedad (a la que se refirió como "mutación antropológica") para contrastarla con el modo de vida que les es propio a los monjes cartujos: la vida de silencio mediante la cual "se exponen a un aparente "vació" para experimentar en cambio la Plenitud, la presencia de Dios, de la Realidad más real que exista, y que está más allá de la dimensión sensible".
Copio esa parte de la homilía no sólo porque puede resultar de apoyo para la reflexión personal sino también porque puede convertirse en una respuesta al porqué muchas veces cuesta la relación con Dios: si no se fomenta ese silencio necesario en la vida, difícilmente se propicia el ambiente para el diálogo sereno (la homilía íntegra puede leerse aquí). Ya en otro momento hice una más amplia reflexión sobre el silencio. Les remito a ella por si les interesa.
"El progreso técnico, especialmente en el campo de los transportes y de las comunicaciones, ha hecho la vida del hombre más confortable, pero también más agitada, a veces convulsa. Las ciudades son casi siempre ruidosas: raramente hay silencio en ellas, porque un ruido de fondo permanece siempre, en algunas zonas también de noche. En las últimas décadas, además, el desarrollo de los medios de comunicación ha difundido y amplificado un fenómeno que ya se perfilaba en los años Sesenta: la virtualidad, que corre el riesgo de dominar sobre la realidad. Cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual a causa de mensajes audiovisuales que acompañan su vida de la mañana a la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta condición, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por el miedo de sentir, precisamente, este vacío. Se trata de una tendencia que siempre ha existido, especialmente entre los jóvenes y en los contextos urbanos más desarrollados, pero hoy ha alcanzado un nivel tal que se habla de mutación antropológica. Algunas personas ya no son capaces de quedarse durante mucho rato en silencio y en soledad"."He querido aludir a esta condición sociocultural, porque esta pone de relieve el carisma específico de la Cartuja, como un don precioso para la Iglesia y para el mundo, un don que contiene un mensaje profundo para nuestra vida y para toda la humanidad. Lo resumiría así: retirándose en el silencio y en la soledad, el hombre, por así decirlo, se “expone” a la realidad de su desnudez, se expone a ese aparente “vacío” que señalaba antes, para experimentar en cambio la Plenitud, la presencia de Dios, de la Realidad más real que exista, y que está más allá de la dimensión sensible. Es una presencia perceptible en toda criatura: en el aire que respiramos, en la luz que vemos y que nos calienta, en la hierba, en las piedras... Dios, Creator omnium, atraviesa todo, pero está más allá, y precisamente por esto es el fundamento de todo. El monje, dejando todo, por así decirlo, “se arriesga”, se expone a la soledad y al silencio para no vivir de otra cosa más que de lo esencial, y precisamente viviendo de lo esencial encuentra también una profunda comunión con los hermanos, con cada hombre".
Si desean conocer más acerca de la orden de los cartujos les sugiero entrar a su portal oficial: http://www.chartreux.org/es/.
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