La Iglesia y el feminismo. ¿Puntos en común?
La Iglesia y el feminismo. ¿Puntos en común?
por Duc in altum!
Reflexionar sobre el feminismo es adentrarse en un concepto con diferentes interpretaciones y ramificaciones. A simple vista, parece imposible hablar de puntos en común entre el feminismo y la Iglesia Católica, pero ¿hasta qué punto esto es verdad? Podríamos decir que depende de los medios que utilice para alcanzar una meta que, por sí misma, es justa y necesaria: el respeto hacia la mujer, abogando por tantas víctimas que hoy ya no pueden protestar o manifestar su dolor porque han sido asesinadas. De modo que hay que distinguir entre el feminismo que niega la complementariedad con el sexo opuesto, tomando tintes radicales o violentos que desvían la atención de su propia causa y aquel que busca condiciones reales de justicia e igualdad. Con el segundo, la Iglesia Católica coincide en todo sentido. Muchos ignoran, por ejemplo, que fue de las primeras instituciones del mundo en abrir sus colegios y centros universitarios a las mujeres. Varias congregaciones religiosas de los siglos XIX y XX fueron fundadas explícitamente para garantizar dicho derecho y, en cierto modo, pagar la deuda provocada por tantas omisiones al defenderlas.
Es verdad que el machismo ha existido -y existe- entre no pocos católicos; sin embargo, cabe aclarar que se trata de un catolicismo falso; es decir, distorsionado por el abuso de poder y la cerrazón, pues cualquiera que realmente quiera conocer lo que piensa la Iglesia al respecto podrá encontrar documentación actualizada; particularmente, desde el pontificado de Juan Pablo II a la fecha que expresa toda una evolución sobre la convicción de ayudar a que las mujeres se liberen de la exclusión. Al fin y al cabo, la figura más reconocida después de la de Dios es la de la Virgen María. No hay que olvidar ese punto que va más allá de una cuestión iconográfica. Además, tenemos santas que, por su fe, liderazgo, habilidades y coherencia, dan pie a un feminismo católico. Por ejemplo, Santa Teresa de Ávila que no dudó en enfrentarse a la inquisición y a no pocos hombres que trataron de disuadirla o, inclusive, amedrentarla. Claro, esto nunca la llevó a generalizar, odiando a todo aquel que fuera hombre, sino a saber ubicar a cada cual. ¿No es excesivo hablar de feminismo católico? Recordemos que nos estamos refiriendo a los que sostienen (sostenemos) la dignidad de la mujer y no a los sectores que buscan promover agendas que atentan contra la cultura de la vida y otras variantes injustas.
Ahora bien, ¿qué puede hacer la Iglesia por el respeto hacia las mujeres? Valerse de su estructura (parroquias, colegios, centros pastorales, etc.) para transformar la cultura o, mejor dicho, la anticultura, del machismo. Pero ¿esto no sería olvidarse de la evangelización y meterse en cuestiones ideológicas? ¡No!, pues el Evangelio aplicado exige respetar la dignidad humana y tomando en cuenta que las mujeres están siendo abusadas, con mayor razón, evangelizar implica humanizar, ¡ser fuente de civilidad! De otro modo, se caería en una religiosidad superficial, contraria al realismo y a la profundidad que fueron ejes en la predicación de Jesús.