Del Muro de Berlín, en su 50 aniversario
por Luis Antequera
Como todo lo que ocurre durante las vacaciones, y en España el mes de las vacaciones es el mes de agosto, ha pasado relativamente desapercibido un importantísimo aniversario de la historia reciente de Europa y del mundo, que no es otro que el del Muro de Berlín, que se levantó el 13 de agosto del año 1961. Hizo pues, el pasado mes de agosto, cincuenta años, medio siglo. El muro estuvo en funcionamiento desde esa fecha hasta el 9 de noviembre de 1989, es decir, más de veintiocho años, y sirvió para separar las dos partes de Berlín: la zona oriental, administrada por los rusos, luego parte de la República Democrática Alemana; y la zona occidental, inicialmente administrada por norteamericanos, británicos y franceses, y luego parte de la República Federal Alemana.
Aunque generalmente conocido como el Muro de la Vergüenza (Schandmauer), el nombre que le daban las autoridades germano-orientales no puede ejemplificar mejor la desvergüenza de los regímenes totalitarios, siendo bautizado por sus constructores como Muro de protección antifascista (Antifaschistischer Schutzwall). Una protección de la que, curiosamente, sólo intentaban desembarazarse los “protegidos” que se quedaron a un lado del muro, sin que, incomprensiblemente, intentaran nunca acogerse a ella los millones de “desprotegidos” que se quedaron fuera de él al otro lado.
Arquitectónicamente hablando, el Muro de protección antifascista no dejó de tener algo de singular, pues fue levantado en una sola noche, la que va del 12 al 13 de agosto de 1961, es decir quince años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Y por supuesto, después de que sólo dos meses antes, el 15 de junio de 1961, el presidente del Consejo de Estado germano-oriental Walter Ulbricht declarara que no existía en su Gobierno la menor intención de llevarlo a cabo.
Su razón de ser no era otra que la sangría que la permeable frontera berlinesa representaba para el bloque comunista, pues durante los quince años que van del final de la guerra mundial a la construcción del muro, se calcula que a través de ella hasta tres millones de personas, berlineses, germano-orientales e incluso de otras nacionalidades procedentes del bloque comunista, abandonaron éste a la busca de mejores condiciones de vida y de trabajo en el bloque democrático occidental. Una vez que el Muro de protección antifascista fue construido, aún continuaron intentando atravesar la frontera, convertida ahora en peligrosísimo hito en el que uno se jugaba la vida, hasta cien mil personas, de las cuales un exiguo 5%, cinco mil, lo consiguió. Doscientos setenta en cambio, según los cálculos de la fiscalía alemana, se dejaron la vida en el intento, entre las cuales, la primera, el joven Peter Fechter, albañil de 18 años asesinado a tiros por los soldados germano-orientales el día 17 de agosto de 1962, y al que está dedicada la canción “Libre” de nuestro genial y malogrado Nino Bravo.
Con la perspectiva que da el tiempo, a cincuenta años vista ya, llama la atención que los años en los que el Antifaschistischer Schutzwall estuvo en pie, desde 1961 hasta 1989, fueran aquéllos en los que los partidos comunistas de toda la Europa libre obtuvieron sus mejores resultados electorales, hasta el extremo de estar a punto de conseguir alguna sonada victoria, como en Italia por ejemplo.
Y es que cuando el que tiene ojos no quiere ver, ni lentes ni oculistas pueden nada hacer… Siempre se dijo…
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