Beatas uruguayas, Concepciones y Dolores Aguiar-Mella
Mañana del 19 de septiembre, en las afueras de Madrid
Es domingo, 9 de julio de 2006, nos encontramos en la Iglesia Catedral de Montevideo (Uruguay) donde el Señor arzobispo recibe los restos mortales de las Beatas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, mártires de la persecución religiosa española, beatificadas por san Juan Pablo II, el 11 de marzo de 2001.
Monseñor Nicolás Cotugno, llevaba desde 2001, barajando la posibilidad de traer, un siglo después de que ambas hermanas hubiesen nacido en Montevideo, los cuerpos de las mártires a Uruguay. Ahora, tras obtener los diferentes permisos (de los familiares de las beatas, del arzobispo de Madrid y de la Congregación de las Escolapias), por fin, preside la Santa Misa por las Beatas. Sus restos son depositados en la Capilla del Baptisterio en una urna de mármol blanco. En esa pila bautismal (bajo estas líneas), ambas hermanas, habían recibido al nacer el sacramento del bautismo. El arzobispo de Montevideo consiguió que “las reliquias regresaron a Uruguay para que fuesen veneradas”.
BEATAS DOLORES Y CONSUELO AGUIAR-MELLA DÍAZ
Dolores Manuela Cirila Aguiar-Mella Díaz nació en Montevideo el 29 de marzo de 1897 en una casa de Camino Suárez (hoy Av. Suárez 3062). Un año más tarde, en la misma fecha, nació su hermana, Consuelo Trinidad. El padre, Santiago Aguiar Mella, era un abogado español, asesor y amigo del emprendedor Emilio Reus. Su madre, María Consolación, pertenecía a la acaudalada familia montevideana Díaz Zaballa.
Sin embargo, llegó la crisis económica de fines del siglo XIX, que en Uruguay se manifestó en penuria social, cierre de bancos, revoluciones en el interior del país y la decadencia del gobierno del dictador Máximo Santos. Así, la familia (padre, madre y seis hijos) marchó a España en 1899: Dolores tenía dos años y Consuelo, uno.
EN MADRID
Se establecieron en Madrid, de donde era su padre y allí abrió su despacho de abogado. Cuando su madre murió de tuberculosis, en 1907, Dolores y Consuelo Aguiar-Mella fueron internadas en el colegio de las escolapias de Carabanchel (Madrid), donde estudiaron Magisterio superior.
Dolores quiso ser monja, pero una afección renal le impidió ingresar en el noviciado. Con todo, hizo voto de castidad y se fue a vivir con las escolapias luego de la muerte de su padre, en 1929. Ingresó como oficinista en el Ministerio de Hacienda en la sección Deudas.
Por su parte, Consuelo vivió una temporada en Toledo pues consiguió un puesto en las Oficinas del Catastro. Luego regresó a Madrid. Según podemos leer en su biografía, relatado por su hermana Trinidad, “a Consuelo le gustaba arreglarse, ir bien vestida y a la moda, llevar joyas, usar perfumes, asistir a cines, teatro, conciertos, pero observando siempre los preceptos cristianos”. Cuando estalla la guerra Consuelo tenía novio. El joven fue fusilado tres días antes que ella, sin que ésta lo supiera.
LA TERCERA PROTAGONISTA, BEATA MARÍA DE JESÚS
María de la Encarnación de la Iglesia de Varo nació en Cabra (Córdoba), el 25 de marzo de 1891. Fue la primera alumna del recién fundado colegio escolapio en 1899. Inteligente y aplicada, destacó en sus estudios y en su comportamiento. Profesó en Carabanchel (1911-1918), Santa Victoria (Córdoba) (1918-1922) y Madrid (19221936), realizó su ministerio educativo escolapio con competencia y espíritu de verdadera entrega a las alumnas y ex alumnas. Desde 1935 alternó la tarea educativa con la de superiora de la casa de Carabanchel (Madrid), y en aquellos difíciles momentos demostró su prudencia, su humildad y gran caridad con todos. Tras los sucesos del 18 de julio de 1936, buscó refugio con otras hermanas en un piso cercano al colegio, en la calle Evaristo San Miguel.
19 DE SEPTIEMBRE DE 1936
Vivieron los dos primeros convulsos meses de la guerra civil en el Madrid republicano. La primera en ser detenida fue Dolores la mañana del sábado 19 de setiembre de 1936. Eran las 9 de la mañana en el momento que cruzaba la calle para llevar a otro grupo de escolapias, la leche que necesitaban. Vivía con ocho monjas escolapias, que se habían refugiado de la persecución republicana en un piso a una manzana de la madrileña Puerta del Sol. De regreso, fue interceptada por cinco milicianos que se la llevaron, pese a que ella traía brazalete diplomático. Ya que en ese momento, su hermano Teófilo Aguiar-Mella, era el vicecónsul uruguayo en Madrid. Las monjas miraban por la ventana y avisaron a Teófilo y a Consuelo. El vicecónsul salió a hacer indagaciones y Consuelo fue al apartamento con las religiosas.res y Consuelo Aguiar-Mella, a sus 29 y 25 años de edad, respectivamente - Fotos cedidas a Montevideo Portal
De repente, un miliciano se presentó en el domicilio y dijo que si la madre superiora, María de la Iglesia de Varo, lo acompañaba, liberarían a Dolores. La monja aceptó y Consuelo Aguiar-Mella fue con ella, pues también tenía brazalete diplomático y confiaba en que con el distintivo nada ocurriría. Ya no las volvieron a ver.
Teófilo las busca sin éxito. Del horror de las horas que siguieron nada sabemos. Sus cuerpos y el de la Madre Superiora fueron encontrados masacrados en la carretera hacia Andalucía, de donde se los llevó a un depósito. Tenían el rostro desfigurado y las reconocieron por los vestidos y el brazalete. Poco antes de ser arrojados a una fosa común los recuperó su hermano Teófilo, quien pudo darles cristiana sepultura en el cementerio de la Almudena.
EL PAÍS DE MONTEVIDEO
Fusilaron en Madrid a distinguidas compatriotas, las Señoritas Aguiar. Así tituló El País su crónica sobre el tema, el 23 de setiembre de 1936. El texto aseguraba que los milicianos que secuestraron a Dolores “disponían de dos automóviles con los emblemas de la Federación Anarquista Internacional”. El diario El Mundo de Puerto Rico dijo que los captores vestían “overall (monos) y lucían pañuelos rojos atados al cuello”. Y señaló que un miliciano le confesó a Teófilo que sus hermanas “fueron llevadas de paseo, lo que bajo la situación reinante en Madrid implica que fueron ejecutadas”.
El asesinato provocó una enérgica reacción del gobierno del dictador Gabriel Terra. Fue el primer país que rompió relaciones diplomáticas con la República española; el caso fue presentado en la Liga de Naciones, antecesora de ONU, donde comenzó el aislamiento internacional de los republicanos, apoyados sin embargo por la URSS.
En primera instancia, el gobierno español especuló con un error de prensa: “Agencia periodística extranjera da noticia relacionada con reciente doloroso suceso de que fueron víctimas las Señoritas Aguiar, confío trátase de un error informativo, pero en todo caso, deseo hacer saber a V.E. el sincero y profundo sentimiento con que el Gobierno de la República ha tenido conocimiento del tristísimo acontecimiento. Se está procediendo a severísima urgente investigación policíaca”.
El mensaje, con la síntesis característica de los telegramas de entonces, está firmado por el ministro de Estado de España, Giner de los Ríos y dirigido al canciller uruguayo de entonces, José Espalter. El telegrama está en el archivo de la Cancillería uruguaya.
Un telegrama anterior, del ministro plenipotenciario uruguayo en Madrid, Daniel Castellanos, aseguraba el 10 de agosto de 1936: “Lucha asume indecible odio y ferocidad. Madrid (controlada por republicanos) aparece relativamente normal, aunque hay mucha alarma por muertes. Milicias obreras dominan ciudad. Gobierno velará por seguridad cuerpo diplomático, pero se teme sea impotente. Impresión lucha será larga”.
Al romper relaciones, el gobierno de Terra pagó el regreso de los uruguayos que quisieran regresar. La familia Aguiar-Mella regresó entonces a Uruguay. Según un registro del Consulado, en setiembre de 1936 había en Madrid 74 familias uruguayas. Uruguay normalizó los vínculos diplomáticos con España tras la victoria del General Franco, el 1 de abril de 1939”.
5 DE LA MAÑANA DEL 8 DE AGOSTO, EN LA PLAYA VALENCIA DEL SALER
Después de presentar a las tres asesinadas en Madrid el 19 de septiembre de 1936, ofrecemos también el testimonio de las 5 escolapias que fueron asesinadas el 8 de agosto de 1936. El proceso de estas 8 mártires se titula Causa de la Beata María Baldillou, sus cinco compañeras del Instituto de Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías, y dos ex alumnas uruguayas laicas, Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz.
Las beatas María Baldillou, Presentación Gallén, Mª Luisa Girón, Carmen Gómez y Clemencia Riba formaban parte de la comunidad escolapias de Valencia. Seducidas por Cristo-Maestro vivieron entregadas a la educación, bajo el lema de San José de Calasanz: “Piedad y Letras”. Fueron vidas sencillas, ejemplares, empapadas de bienaventuranzas y sonrisas, que sembraron entre las niñas y jóvenes los frutos de su madurez y de sus experiencias pedagógicas, hasta derramar su sangre por amor. Mujeres fieles y prudentes, humildes y fuertes como buenas hijas de Santa Paula Montal, vivían con sencillez y amor, entregadas totalmente a la educación de las niñas y jóvenes, a la promoción de la mujer, sin intervenir, ni mezclarse para nada en la política, agitada y hostil a la iglesia.
Dada la situación persecutoria y antirreligiosa en la ciudad, el 19 de julio de 1936, buscaron refugio en un piso de la calle de San Vicente, cerca del colegio. Allí pasaron días calamitosos. El 8 de agosto de 1936, a las cinco de la mañana, fue asaltada la vivienda por unos milicianos. Habían sido denunciadas y debían declarar en el Gobierno Civil. Un coche las esperaba a la puerta. Pero no fueron llevadas al Gobierno Civil, sino a la playa del Saler, donde al amanecer de ese mismo día, sellaron con su sangre su vida de fidelidad al Señor, y en la ciudad del Turia recibieron la palma del martirio.
BEATA MARÍA DEL NIÑO JESÚS
María Baldillou y Bullit, nació en Balaguer (Lérida), el 6 de febrero de 1905. Allí transcurrió su infancia y juventud. En 1924 ingresó en el noviciado escolapio de Masnou (Barcelona), donde profesó el 18 de abril de 1927 a los 22 años de edad. Ya en el noviciado dio muestras de una virtud poco común y de una obediencia esmeradísima. Destinada al colegio de Valencia, en esta casa permaneció hasta su muerte, ocupada en los oficios domésticos. Tanto para la comunidad como para las niñas fue modelo de vida totalmente entregada al Señor, en la sencillez y alegría de la cotidiana educación. Joven de 31 años el Señor la encontró preparada para su encuentro con Él.
BEATA PRESENTACIÓN DE LA SAGRADA FAMILIA
Pascuala Gallén y Martí era natural de Morella (Castellón). Nació el 20 de noviembre de 1872, en un hogar profundamente cristiano. Dios lo bendijo con cuatro hijas y las cuatro fueron religiosas: una Hija de la Caridad y tres Escolapias. Junto con su hermana Josefa, hicieron el noviciado en San Martín de Provençals (Barcelona), y allí profesaron el 30 de Agosto de 1892. Tras siete años en el colegio de Olesa de Montserrat fue destinada al colegio de Valencia; en este colegio estuvo el resto de su vida, sembrando la Buena Nueva del Reino entre las niñas confiadas a su apostolado. Fue un modelo constante para sus hermanas de comunidad: sencilla y modesta, humilde y servicial. Y como recompensa, a los 64 años, Dios la invitó al supremo sacrificio de amor.
BEATA MARÍA LUISA DE JESÚS
María Luisa Girón y Romera, nació en Bujalance, (Córdoba) el 25 de agosto de 1887. Fue alumna del colegio de Bujalance. Ingresó en el noviciado de Carabanchel (Madrid), en el 1916, y profesó el 31 de marzo de 1918. La mayor parte de su vida escolapia la pasó en Cuba. De 1934 a 1936, entre las niñas valencianas, derrochando simpatía con su característico gracejo andaluz. Siempre se la vio alegre y jovial, con la sonrisa en los labios y una serenidad que admiraba a sus hermanas. En varias ocasiones comentó que no le importaría morir mártir. Y el Señor escuchó sus deseos a sus 49 años de edad y 18 de profesión religiosa.
BEATA CARMEN DE SAN FELIPE NERI
Nazaria Gómez y Lezaun, natural de Eulz (Navarra), nació el 27 de julio de 1969. Sintió la llamada del Señor e ingresó en el noviciado de Carabanchel (Madrid), donde profesó el 8 de septiembre de 1895. Ese mismo día fue destinada al colegio de Valencia. Encargada de la portería durante 41 años, vivía intensamente la vida escolapia y sabía hermanar el trabajo y la oración. Afable y sonriente, supo transformar aquella portería bulliciosa, por el constante ir y venir de las alumnas y sus familiares, en una Betania, donde se recreaba el Señor, que le acompañaba siempre. Su vida fue una preparación continua, y ante la llamada apremiante del Señor, supo responder con heroísmo, a los 67 años de edad, junto a sus otras hermanas escolapias.
BEATA CLEMENCIA DE SAN JUAN BAUTISTA
Antonia Riba y Mestres, nació en Igualada (Barcelona), el 8 de octubre de 1893. Alumna del colegio igualadino escolapio se distinguió por su aplicación y simpatía natural. Sintió pronto el deseo de abrazar la vida religiosa, pero no pudo realizar sus deseos hasta el 31 de mayo de 1919, fecha de su profesión religiosa. Después de una breve estancia en el juniorado de Zaragoza, fue destinada al colegio de Valencia. Las hermanas que convivieron con ella aseguraban que todas la querían: las superioras hallaban en ella un descanso y consuelo, las hermanas un corazón amplio, siempre dispuesto a hacer el bien; y las alumnas una madre. Trocó la vida terrena por el cielo, cuando contaba 41 años de edad.
[En este icono se ha querido presentar a las beatas uruguayas con figuras, esbeltas y estilizadas, semejando ángeles, pues en los textos de la Liturgia bizantina, los mártires son comparados a los ángeles. Esta obra ha sido pintada en el Carmelo de la Theotokos, en Harissa (Líbano)].