Retorno obediencial (RB Pról. 1-3) – III
por Alfonso G. Nuño
El primer paso no ha sido ponerse él a la escucha, sino que la llamada de Jesucristo, su palabra, lo ha puesto ahí. En un mismo momento, análogo al primero de la creación en que ser real y estar ante Dios se dan a la par, semejante al primer instante de la vida en que empezar a vivir es estar ya viviendo, se da la primera palabra y su escucha.
Y estar en la escucha es estar frente a lo escuchado, es el camino de la obediencia, del ob-audire: camino de retorno, de obrar por lo escuchado. El pecado es la lejanía, en tierras extrañas, a la casa del Padre, es salirse del ámbito del diálogo en el misterio divino. Y la llamada es posibilitarnos el camino de regreso re-situándonos en ese ámbito.
Esa situación empieza por ser pregunta a responder, llamada a secundar. El hombre es responsable porque es susceptible de ser preguntado, de modo que no puede no responder. La respuesta es libre, pero no puede dejar de responder. Y, por ello, está en la obediencia, porque tiene que responder, porque está como respondente frente a lo escuchado y cómo lo haga será por lo escuchado. Su respuesta será siempre u obediencia o desobediencia.
Y el maestro-padre, en un primer momento, lo invita a acoger su enseñanza en vaso vacío que ha de colmarse con su respuesta, la semilla ha de caer en el hondón de uno mismo para poder ser fecunda en la respuesta.
La obediencia en manos del guerrero es arma fuerte y luminosa, apta para la verdad y la bondad. Pero solamente en manos del guerrero, en la de quien ha decidido renunciar a sus voluntades, a purificar su corazón, para que toda su vida esté puramente ordenada al servicio del verdadero Rey, Cristo. Se trata de obedecerle a Él. El maestro-padre es solamente un servidor suyo para instrucción de quien ha decidido dejarlo todo y seguirLo.