Fortalecer esta Fe que se nos han transmitido
Fortalecer esta Fe que se nos han transmitido desde los Apóstoles
Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta Fe que se nos han transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.
Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tú fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, queaméis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios. (Benedicto XVI. Homilia de la Misa de cierre de la JMJ 2011. Cuatrovientos)
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En mi paseo por la prensa de hoy, leo diversas reacciones contrarias a la visita del Papa y las Jornadas Mundiales de la Juventud. Estas reacciones se ajustan al milímetro a las consideraciones que Su Santidad hizo a los jóvenes y que he reproducido al comienzo de esta reflexión.
Benedicto XVI ha sabido tocar los errores típicos de una fe adolescente que nos impulsa a ser rebeldes, individualistas, lejanos a los sacramentos, descreídos con lo sagrado, desdeñosos de la Iglesia. Curiosamente, el Papa les pide a los jóvenes que salgan de este nivel de Fe individualista y personal, para encontrarse con una Fe madura, universal y atemporal. Fe que solo puede desarrollarse dentro de las comunidades que, a su vez, viven dentro de la Iglesia
Las críticas presentan sus iglesias alternativas personales y se lamentan lo poco las consideramos. Para ellos, sus alternativas son las que están “al día” y las que nos hacen libres. ¿Cuál de ellas? ¿Todas? La verdad nos hará libres, no las apetencias de cada cual. Es evidente que muy pocas personas aceptan las miles de iglesias personales que nos ofrecen. ¿Por qué? Le pregunta Cristo a un demonio, « ¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»(Mt 5, 9)
Las críticas nos hablan de los mismos fantasmas de siempre. La existencia de un estado confesional encubierto, la connivencia de la Iglesia con el poder y el dinero. No se fijan que el estado ha funcionado igual que con cualquier otro grupo de personas. La diferencia es el número de ellas que solicitan sus derechos para testimoniar públicamente en lo que creen. Hablan de los jóvenes como fanáticos y los llegan a comparar con Hare Khrisnas. Me pregunto si se miran a si mismos. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.( Mt 7,5)
Dicen que el estado ha dado dinero para la JMJ, ignorando que se han financiado por si mismas y por los fondos que los propios católicos aportamos. Critican que el estado haya facilitado el evento ¿Estado debería estar en contra de la mayoría de sus ciudadanos? ¿Qué concepto tiene de estado? ¿Es democratico? Más bien, lo que demuestra es un peligroso sesgo totalitario disfrazado en aparente igualitarismo.¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! (Mt 23, 27)
La figura del Papa le duele a muchos. Les duele que sigamos al Papa como signo de una Iglesia unida y coherente. Nos llaman idólatras, pero lo que realmente adoramos es a Cristo desde dentro de la Iglesia. No buscamos cristos alternativos ni iglesias personales. Nos queremos reinventarnos los evangelios sesgando el mensaje, ni queremos vivir en una la Iglesia esclava de las tendencias ideológicas de cada tiempo histórico. La Iglesia es la misma desde el siglo I y debe seguir siendo la que fundó el propio Cristo. «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.» (Lc 10, 16)
Leamos lo que nos dice San Cirilo de Jerusalén en una de sus catequesis:
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La Iglesia se llama católica o universal porque está esparcida por todo el orbe de la tierra, del uno al otro confín, y porque de un modo universal y sin defecto enseña todas las verdades de fe que los hombres deben conocer, ya se trate de las cosas visibles o invisibles, de las celestiales o las terrenas; también porque induce al verdadero culto a toda clase de hombres, a los gobernantes y a los simples ciudadanos, a los instruidos y a los ignorantes; y, finalmente, porquecura y sana toda clase de pecados sin excepción, tanto los internos como los externos; ella posee todo género de virtudes, cualquiera que sea su nombre, en hechos y palabras y en cualquier clase de dones espirituales.
Con toda propiedad se la llama Iglesia o asamblea, ya que convoca y reúne a todos, como dice el Señor en el libro del Levítico: Convoca a toda la asamblea a la entrada de la tienda del encuentro. Y es de notar que la primera vez que la Escritura usa esta palabra «convoca» es precisamente en este lugar, cuando el Señor constituye a Aarón como sumo sacerdote. Y en el Deuteronomio Dios dice a Moisés: Reúneme al pueblo, y les haré oir mis palabras, para que aprendan a temerme. También vuelve a mencionar el nombre de Iglesia cuando dice, refiriéndose a las tablas de la ley: Y en ellas estaban escritas todas las palabras que el Señor os había dicho en la montaña, desde el fuego, el día de la iglesia o convocación; es como si dijera más claramente: «El día en que, llamados por el Señor, os congregasteis». También el salmista dice: Te daré gracias, Señor, en medio de la gran iglesia, te alabaré entre la multitud del pueblo.
Anteriormente había cantado el salmista: En la iglesia bendecid a Dios, al Señor, estirpe de Israel. Pero nuestro Salvador edificó una segunda Iglesia, formada por los gentiles, nuestra santa Iglesia de los cristianos,acerca de la cual dijo a Pedro: Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
En efecto, una vez relegada aquella única iglesia que estaba en Judea, en adelante se van multiplicando por toda la tierra las Iglesias de Cristo, de las cuales se dice en los salmos: Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la iglesia de los fieles. Concuerda con esto lo que dijo el profeta a los judíos: Vosotros no me agradáis –dice el Señor de los ejércitos-, añadiendo a continuación: Del oriente al poniente es grande entre las naciones mi nombre.
Acerca de esta misma santa Iglesia católica, escribe Pablo a Timoteo: Quiero que sepas cómo hay que conducirse en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios vivo, columna y base de la verdad. (San Cirilo de Jerusalén. Catequesis 18,23-25)
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