Mañana del 10 de agosto, en la playa de El Saler de Valencia
El sacerdote Jesús Martí Ballester (Valencia, 1921) nos ofrece la historia de esta mañana, que él recuerda haberla vivido a los 15 años y siendo seminarista menor en Valencia. Podéis leerla en:
Beato José Toledo Pellecer
Este sacerdote valenciano nace en Llaurí el 14 de junio de 1909, en el seno de una familia muy cristiana. Luego de ser monaguillo en su parroquia, pasó al colegio de los PP. escolapios en Alzira. Dijo en su casa que quería ser sacerdote pero le pidieron que primero hiciera el bachillerato; por fin lo dejaron ingresar en el colegio de San José de Valencia, donde hizo las humanidades. Pasó luego al seminario conciliar de Valencia. La llegada de la República y la quema de iglesias que la acompañó no mermaron su decisión de ser sacerdote, manifestando que estaba dispuesto a llegar incluso al martirio. En 1934 fue ordenado sacerdote. Simultaneó el servicio militar con el cargo de capellán del colegio de Jesús-María. Luego fue enviado como coadjutor a Bañeres, donde realizó una amplia labor sacerdotal en los círculos de estudio, la catequesis, la dirección espiritual, la asistencia a la Acción Católica, etc. Era músico y organista y puso su habilidad al servicio del apostolado, organizando dos coros y cuidando mucho las celebraciones litúrgicas.
Como desde febrero se rumoreaba que iban a quemar la iglesia, los coadjutores se llevaban el Santísimo a sus casas y así, cuando el 22 de julio de 1936 le exigieron las llaves de la iglesia, no fue profanado el sacramento. Seguidamente los sacerdotes y algunos fieles consumieron las hostias consagradas. El beato José se marchó con otro sacerdote a Bocairente pero allí fueron arrestados y devueltos a Bañeres, ingresando en la cárcel. El día 27 fue la quema de las imágenes de la iglesia y los sacerdotes esperaron el martirio; por ello se confesaron el uno al otro. Al otro sacerdote lo pusieron en libertad, y a José lo dejaron salir el 5 de agosto pero a condición de irse a su pueblo de Llaurí. A los dos días de estar allí salió un bando obligando a todos los sacerdotes a presentarse y fueron enviados a trabajar al campo. A José le asignaron cortar aliagas y malezas en el monte. Debió presenciar la quema de objetos sagrados y del archivo de la parroquia. El 10 de agosto por la mañana se le hizo subir a un camión; él vio claro que era su fin y dejó sus enseres a un amigo para que se los diera a su madre. Aquel mismo día fue fusilado en El Saler de Valencia. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 19361939.
“Tu gracia vale más que la vida”
“Este es el título -nos explica el sacerdote Jesús Martí Ballester- que lleva el cuadro de grandes dimensiones que se encuentra en el convento de las Carmelitas Descalzas de Caudiel (Castellón) por el tesón de la congregación y de la hermana Asunción Nebot Pellicer. Es obra del prestigioso pintor Emilio Frejo Gutiérrez, distinguido alumno de Genaro Lahuerta o Esteve Edo, entre otros. Ha participado en numerosas exposiciones como retratista y pintor costumbrista. Quizá la Providencia ha intervenido en la elección, porque hace falta un maestro para recordar a través de un cuadro a nuestros mártires. La obra y el ejemplo perdurarán para generaciones futuras. Vemos en el cuadro la figura del Beato José Toledo con la estola de la familia que llevaba, la palma del martirio y la Purísima Concepción, que da nombre a la parroquia de su pueblo natal Llaurí y de la que era gran devoto.
Debemos recordar que nuestros mártires murieron perdonando, rezando, como él hizo por los que lo mataban, dando la muestra más grande de amor que puede existir. Creo que el cuadro tiene sentido cuando lo observas transmite amor y perdón. El martirio representado en el cuadro es capaz de trasformar el mundo a través de nuestro cambio interior, seguro que pone más sonrientes si cabe a las Carmelitas Descalzas de Caudiel”.
El Beato José Toledo Ballester y otros tres sacerdotes, cuyas causas siguen abiertas, fueron acribillados en la playa del Saler. Los testigos afirman que Preguntaron a sus verdugos: “-¿Qué les vais a decir a nuestras madres, cuando os pregunten qué habéis hecho con nosotros?”
“Pero yo conocí a don José Toledo, sigue relatando el sacerdote Martí Ballester, antes, porque era el ayudante del Director de la Schola Cantorum del Seminario Conciliar de Valencia, don Juan Belda Pastor, hijo de Bocairente, también mártir. Yo, niño de 11 años, cantaba la voz de tiple, y Toledo, la de bajo. No estábamos cerca en los ensayos, yo era un niño, y él todo un hombre, apuesto, moreno, cerrado de barba, varonil, serio, voz impresionante, activo y atractivo. Se encargaba de repartir los papeles al comienzo de los ensayos. Es significativo que de entre los cincuenta que formaban la Schola, sólo recuerdo su persona, su rostro, su carácter, y la de nadie más, lo que demuestra su atractiva personalidad, que impactó mi persona de niño.
He visto a un mártir. He estado al lado de un mártir, he cantado con él, y hoy me siento privilegiado y agraciado de poder hablarle familiarmente y con confianza: ¡Beato José Toledo Pellicer, ruega por nosotros! ¡Por aquel tiple, por los que queden de aquella Schola Cantorum, por la Archidiócesis de Valencia, de la que eres una rosa martirial calificada! ¡Ruega porque el peligro sigue acechando y arrecia y necesitamos recobrar la fuerza de vuestro heroísmo!”.
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