Primeras horas del 7 de agosto, en la Boca del Congosto
Entre los mártires de Consuegra se encuentran los cuatro Hermanos de La Salle de la Escuela de San Gumersindo. Fueron beatificados el 28 de octubre de 2007.
El holocausto de Consuegra (Toledo)
El clero parroquial de Consuegra estaba integrado por el ecónomo, el Siervo de Dios Manuel del Campo Gómez, tres coadjutores los siervos deDios Julián Gutiérrez García de la Cruz, Francisco Lumbreras Fernández y Julián Díaz-Mayordomo y Reguillo, además del Siervo de Dios Benigno Moraleda Martín, anciano sacerdote que residía en Consuegra en calidad de adscrito a la parroquia. El número de sacerdotes aumentaba notablemente durante el verano por la llegada al pueblo, para pasar unos días de vacaciones entre sus familiares, de los hijos del pueblo, fecundo en vocaciones eclesiásticas y religiosas.
La angustiosa situación que atravesaba España en la primera quincena del mes de julio y los desmanes que sufrían los sacerdotes, fue la causa de que muchos de ellos coincidiesen en su localidad natal en las mismas fechas. Allí se encontraba el Siervo de Dios Vidal Díaz Cordovés, canónigo obrero de la Catedral Primada; el Siervo de Dios Dativo Rodríguez Jiménez, párroco de Fuensalida; el Siervo de Dios Balbino Moraleda Martín-Palomino, regente de Rielves y Barcience; el Siervo de Dios Jenaro Gutiérrez Nieto, adscrito a Fuensalida; el Siervo de Dios José Dorado Ortiz, coadjutor de Orgaz; el Siervo de Dios Daniel Gutiérrez Fernández, coadjutor de Mora; el Siervo de Dios Gregorio Romeral Morales, párroco de Villafranca de los Caballeros y el Siervo de Dios Pablo Rivero Sánchez-Perdido, coadjutor de La Guardia. Todos ellos fueron sacrificados, además de un numeroso grupo de religiosos: franciscanos, escolapios y hermanos de la Salle, hijos del pueblo o destinados en Consuegra.
En toda la provincia de Toledo no existían más colegios de religiosos que el de los Hermanos Maristas en Toledo ciudad y el de los Hermanos de la Salle en Consuegra, y ambas comunidades fueron completamente aniquiladas. En julio de 1936, la comunidad de La Salle estaba constituida por cuatro hermanos, tres de ellos profesores en el colegio y el otro administrador de la casa: Teodosio Rafael, que era el director, Carlos Jorge, Felipe José y Eustaquio Luis, el administrador. Tres días después de estallar la guerra el colegio fue incautado por el comité local del Frente Popular y los hermanos fueron detenidos y encarcelados en la iglesia de Santa María.
Detención y martirio
Todo el afán del Beato Teodosio Rafael era asegurar la continuación de su obra apostólica y la de sus Hermanos una vez que los hubieran detenido y posiblemente, dado muerte, como preveían. Con tal fin, llevó a una vecina la documentación de la Escuela de San Gumersindo, de la cual era director, con el encargo de que la conservara e hiciese llegar a sus sucesores en dicho centro docente. Más esta medida de prudencia no sirvió sino para terminar de ahuyentar el sueño del Hermano Director durante la noche siguiente. El pensamiento de que esa familia pudiera ser asesinada si les encontraban dichos documentos que les había confiado, le decidió pocos días después, a rogarle que se los devolviera. Arrancó las hojas que pudieran ser comprometedoras a terceras personas y confió todo en manos de la Divina Providencia.
El 21 de julio de 1936, sobre las nueve de la mañana, los Hermanos se hallaban oyendo la Santa Misa. Los milicianos, por orden gubernativa, cercaron la Escuela, profiriendo insultos. Advertido de ello el celebrante, consumieron las Sagradas Formas para evitar cualquier posible profanación de las mismas, y se trasladaron a la casa de unos vecinos. Pero los milicianos al no encontrar a los religiosos en su Colegio también rodearon la casa en que se habían refugiado. Conminados a que se entregaran, así lo hicieron, sin resistencia alguna. Llevados a la cárcel, en ella continuaron preparándose a la muerte.
En la noche del 6 al 7 de agosto de 1936, sin previo juicio alguno ni sentencia de ninguna clase, sacaron a los Hermanos y los asesinaron junto a otros fieles consaburenses, en el sitio denominado “Boca del Congosto”, en el término de Los Yébenes (Toledo).
Los Hermanos Teodosio Rafael, Eustaquio Luis y Carlos Jorge recibieron la muerte como mansos corderos, entre los insultos y blasfemias de sus verdugos, y con el grito de “¡Viva Cristo Rey!” en los labios.
Los Hermanos Teodosio Rafael, Eustaquio Luis y Carlos Jorge recibieron la muerte como mansos corderos, entre los insultos y blasfemias de sus verdugos, y con el grito de “¡Viva Cristo Rey!” en los labios.
El cuarto Hermano en la noche del 7 al 8
Había sucedido que al nombrar en la cárcel a los presos que iban a llevarse para fusilarlos, llamaron también a Pedro Álvarez Pérez. Cuando oyó su nombre y apellidos el Hermano Felipe José, que tales nombres de pila y apellidos tenía, se presentó a los milicianos. Estos no creyeron que él fuera el religioso, sino otro del mismo nombre y de apellidos idénticos, también encarcelado. A pesar de las reclamaciones del Hermano afirmando que él era el Hermano, no lo creyeron, y se llevaron a su homónimo. El Hermano Felipe José se echó a llorar y pasó toda la noche en llanto, pidiendo que se lo llevasen, diciendo que él quería morir con sus Hermanos.
Según declaraciones del propietario del camión que, obligado por los milicianos, los condujo al lugar del suplicio, al día siguiente, en nueva saca nocturna de presos para asesinarlos, figuraba asimismo el Hermano Felipe José, el Siervo de Dios Francisco Lumbreras Fernández, coadjutor de la parroquia de Consuegra y otras personas del pueblo, que esta vez fueron conducidos a Fuente del Fresno (Ciudad Real), y como los anteriores, sin previo juicio ni sentencia de ninguna clase. El Hno. Felipe José recibió la muerte con idénticas disposiciones a las de sus compañeros del grupo que les precedió.
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