Enredados por Cristo
Cuando uno se mueve en los mares y orillas por donde hubo uno que dijo una vez: “Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca” (Lc 5, 4b), sucede que te encuentras a personas que están en la misma sintonía que tú y que unos a otros nos vamos enredando en Su misma misión y con Su mismo Espíritu, sin darnos cuenta de las consecuencias, más y más. Y a veces entre mil peligros que ni te imaginas, aunque te lo adviertan una y otra vez, pues piensas que no debes tener miedo de nada.
Hace más de cinco años que, navegando por esos lugares, me encontré con un “enredado” más que escribió el artículo “Pescar con otra red”. En buena parte por él estoy aquí hoy, pescando y con otra red, pero no tan despierto como él. Su nombre Jorge y su profesión, como no podía ser otra, pescador de hombres, sacerdote, o como a él le gusta decir: cura. Él pescaba, y sigue pescando, desde su propio blog también.
Desde entonces, casi cincuenta artículos me fue enviando y los fui colocando con muchísimo gusto en los lugares donde tenía entonces mi blog. Se trataba de los temas más variados y siempre desde una óptica de fidelidad y respeto a la Iglesia, desde la paz que da la comunión sencilla y la unidad fraterna cuando varios se unen en un mismo servicio y vivencia del Evangelio, en un mismo amor al único Señor y Salvador.
Por eso, él, muy atento y sensible al respeto y la caridad, me dijo hace cosa de unos dos meses, que no publicara más en el blog en el que entonces yo estaba, porque le hacía sufrir y le parecía inaceptable la dinámica de ataques a la Iglesia y al Papa que ahí se mantenía.
Si bien yo había entrado en ese portal de blogs, supuestamente religioso y respetuoso con la Religión Católica, con la idea de “compensar” de alguna manera ciertas visiones distorsionadas y un tanto tendenciosos hacia la misma, mostrando por contra la pluralidad pacífica de unos treinta y cuatro colaboradores católicos bien avenidos, lo cierto era que con recientes incorporaciones a ese portal (y “deserciones” también) veía, aunque no quisiera reconocer del todo, que se estaba dando un vuelco o deriva bastante arriesgada hacia planteamientos bastante más radicales, negativos y hasta agresivos.
Por eso, como primer sentimiento me dio pena la despedida de Jorge, pero al poco reaccioné afortunadamente al preguntarme si merecía la pena seguir en esa especie de “nido de víboras” donde, sin decírmelo a mí expresamente, la comunión y el amor por la Iglesia Católica y el Papa eran evitados, y dejado para los “ultracatólicos”, “neocon” o algo por el estilo. Lo oportuno era entonces, como ya habían hecho otros compañeros, ir migrando sin mirar atrás, esperando encontrar algún lugar mucho más acogedor donde ir con mis compañeros de red.
“Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”. Saqué mi barca, embestida por olas bravas y quemé las velas desgastadas ya, pues algunos, pocos, habían resistido conmigo el bravo oleaje, y les dije que ya era hora de ir a otros mares, y de dejarlo todo, y seguirle, sólo a Él, y dejarse enredar sólo por Él. Por eso aquí estamos, yo y muchos conmigo, porque Él nos quiere una sola cosa en Su Red.
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