De la respuesta de Amaral a Rubalcaba
por Luis Antequera
El pasado 24 de marzo, en un alarde de altanería hacia quien le preguntaba y de desprecio hacia la cámara de la que forma parte y hacia el pueblo al que representa, el Vicepresidente del Gobierno, ministro del interior, portavoz del Gobierno, diputado del Congreso de los Diputados y candidato pesoíta a las próximas elecciones legislativas, el Sr. Rubalcaba, preguntado sobre la responsabilidad de su ministerio en uno de los casos más graves ocurridos en los treinta y cinco años de democracia, el chivatazo a unos terroristas cuando iban a ser detenidos por la policía, respondía invocando una conocida canción titulada “Sin ti no soy nadie”, de un no menos conocido e importante dúo musical español llamado Amaral.
Pues bien, el pasado lunes, en gesto que le honra, uno de los dos componentes del grupo, su representante masculino Juan Aguirre, respondía al todopoderoso Sr. Rubalcaba que nadie sabe lo “duro que es para un grupo popular no dejarse abducir por el poder”, para finalizar diciéndole: “Mira amigo, no me toques los huevos, las canciones son de todos”. “No voy a hacer una revolución con un disco, pero por lo menos no me utilices”.
Y hacía muy bien el Sr. Aguirre en responder de tal manera al omnipotente vicepresidente, salvando por una vez en muchos años ya, demasiados, la cara de unos artistas (por llamarlos de alguna manera) cuya condición de paniaguados del poder empieza a exceder todo lo concebible y lo tolerable, una amplia mayoría de los cuales viven de la subvención estatal y, en consecuencia, no hace otra cosa que lo que el poder le dicta.
Pues bien, cuando nos habíamos hecho ilusiones respecto de la independencia de ese grupo de artistas, aunque sólo sea uno, y de su capacidad de realizar lo que se les rompe la boca cada día presumiendo de hacer aunque nunca lo hagan, mostrar su independencia ante el poder y su autonomía de criterio, va ese mismo señor y sin dejar pasar ni dos días de sus declaraciones, corre solícito a su blog para pedir perdón y rendir pleitesía al poderoso ministro al que ofendió:
“Fue en el transcurso de una rueda de prensa en la Sala Sol de Madrid cuando dije algo así como “vamos tío, no me toques los huevos”. Una frase desafortunada pronunciada en un tono coloquial que, convertida en titular, desvirtúa lo que realmente quería decir. [...]
Es obvio que [...] no pretendía atacar al Sr. Rubalcaba, por más que muchos se empeñen en hacer que así parezca. [...]
Nunca pensé que esta declaración casi anecdótica, al final de una rueda de prensa y como respuesta a las preguntas de los periodistas, se fuera a convertir en el agresivo titular de todos los diarios, pero así fue cómo se eclipsó todo lo demás y echó a rodar una bola de nieve sin sentido”.
¡Qué pena, Juan, nos lo habíamos creído! Demasiado bonito para ser verdad. Estuvo bien mientras duró, no obstante. Lástima que durara tan poco.
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