Miércoles, 27 de noviembre de 2024

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El patrono de los jóvenes que ya estuvo en Madrid

por Jorge López Teulón

El titular de este artículo dice lo que dice. Puesto que podía decir: “el patrono de la JMJ que estuvo, que vivió o que estudió en Madrid” y nos estaríamos refiriendo a San Rafael Mª Arnáiz. O “el patrono de la JMJ que vivió, trabajó y creó una familia cristiana en Madrid” y nos estaríamos refiriendo a San Isidro, labrador. Pero no, lo que dice es que el patrono de la juventud católica estuvo, vivió y se entregó a María Santísima en Madrid. Y si el Hno. Rafael nos lleva al Madrid de principios de siglo XX y san Isidro al Madrid del siglo XII, el patrono de los jóvenes del mundo entero nos traslada al Madrid de Felipe II. Ayer celebramos la fiesta de San Luis Gonzaga.

 
El patrono de la juventud católica
No creo que sean muchos los santos que han recibido doblemente su patronazgo, y mucho menos de parte del mismísimo Papa. Bien, pues fue un 13 de junio de 1726 cuando Benedicto XIII canonizó a San Luis Gonzaga, luego, él mismo, tres años más tarde, en 1729, lo nombró patrono de la juventud y en especial de la juventud estudiosa. Doscientos años después, con motivo del segundo centenario de su canonización, el papa Pío XI escribe “Singulare illud”, carta apostólica por medio de la cual renombra al joven italiano patrono de la juventud católica.
Cuando faltan 55 días para la JMJ, podemos preguntarnos ¿qué tiene este joven de 23 años para que ostente el patrocinio mundial sobre los jóvenes católicos?
         En realidad, en muchas hagiografías y estampas antiguas, no sabemos bien por qué, nos presentan a un joven absolutamente melifluo del cual dan ganas de no querer saber nada. De hecho, entre las varias explicaciones del famoso dicho “más bonito que un San Luis”, son varios los que coinciden que la explicación procede de la excesiva dulzura con la que se presenta a San Luis Gonzaga.
Pero, si en algo destaca el santo italiano es en el arrojo y valentía con que desde su niñez siguió a Cristo: en la pureza, en la mortificación, en su decisión de entregarse a Cristo en la Compañía de Jesús (a pesar de la oposición de su padre y de ser el heredero de un importante marquesado) y, finalmente, atendiendo a los enfermos de peste (tabardillo) en la Roma de 1591.
 
San Luis Gonzaga en Madrid
En 1581, su padre se trasladó a Madrid como parte del séquito de la ex emperatriz María de Habsburgo, hija de Carlos I y viuda de Maximiliano II; Luis sería paje del príncipe don Diego, heredero de Felipe II, de 7 años. Su trabajo solo duró unos meses del 7 de marzo de 1582 al 21 de noviembre, el heredero moría de viruela.Luis Gonzaga acompañó su cortejo fúnebre a la cripta del Escorial (curiosamente en el Monasterio del Escorial, durante la JMJ2011, tendrá lugar un encuentro con religiosas jóvenes y otro con jóvenes profesores universitarios).
El 29 de abril de 1583, cuando Felipe II vuelve victorioso de la campaña portuguesa, Luis se encuentra todavía en Madrid y es el escogido para pronunciar el discurso de bienvenida al rey vencedor. En un hermoso y perfecto latín admiró a todos, hasta al rey.
¡A la edad de 15 años! la luz que buscaba la encontró en la Iglesia del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús. Era el 15 de agosto de 1583. Primero fue a misa y comulgó; luego se detuvo a orar ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo y “oyó una voz clara que le dijo que entrase en la Compañía de Jesús”.

         Es curioso, y por ello actual, ver el forcejeo entre padre e hijo, por motivo de la vocación. Aunque no me entretengo en ello. Entró en el Colegio Romano de la Compañía y allí estuvo unos tres años.
 
“El que fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho” (Lc 16,10)
En 15901591 la peste hizo estragos en Roma, causando miles de muertes entre ellas la de los papas Sixto V, Urbano VII y Gregorio XIV. Luis atendió con heroísmo a los apestados en Santiago de los Incurables, en San Juan de Letrán, en Sta. María de la Consolación, y en el hospital improvisado junto a la iglesia del Gesú, donde contrajo la enfermedad.
El 3 de marzo de 1591 dio con un apestado que yacía inconsciente en medio de la calle. Se lo echó encima, lo llevó al hospital, y le hizo las primeras curas. Cuando regresó al Colegio Romano, se sintió mal y tuvo que acostarse. Él también había contraído la peste. Así moría a los 23 años, tras una vida rica en experiencias. Reconocía que “el Señor le había dado un gran fervor en ayudar a los pobres”, y añadía: “cuando uno tiene que vivir pocos años, Dios lo incita más a emprender tales acciones”. Al padre provincial, que llegó a visitarle horas antes de morir, le dijo:
-         ¡Ya nos vamos, padre; ya nos vamos...!
-         ¿A dónde, Luis?
-         ¡Al Cielo!
-         ¡Oigan a este joven! -exclamó el provincial- Habla de ir al cielo como nosotros hablamos de ir a Frascati.
 
Finalmente, el Prepósito General, P. Peter Hans Kolvenbach, en el IV centenario de la muerte de San Luis Gonzaga, escribió a toda la Compañía de Jesús:
Lo que ha constituido la verdadera grandeza de Luis Gonzaga es que, siendo hijo de una Casa ilustre, emparentado con príncipes, cardenales y papas, rebelde contra su ambiente, al que perteneció por fuerza, fue un auténtico hijo de San Ignacio y discípulo, gozoso y fiel, del Rey verdadero. Luis aceptó todas las consecuencias de esta adhesión, no sólo cambiando su estilo de vida que parecía intocable, sino asumiendo radicalmente una vida de pobre, con Cristo pobre y siempre rodeado de pobres. Y acabó dando su vida por los pobres, ayudando a los apestados, abandonados, en las calles de Roma. No puede extrañar, por tanto, el que hoy día, en muchos países, las víctimas del Sida hayan reconocido espontáneamente en él a su intercesor y que se propague cada vez más la imagen de Luis Gonzaga llevando en hombros las víctimas de la peste de nuestros tiempos”.
Así que, sin duda, también podemos hablar de él como un auténtico mártir de la Caridad.
 
El santo de la pureza
El P. Virgilio Cepari, confesor de San Luis y su primer biógrafo, nos cuenta así el hecho de su consagración: “Le vino al pensamiento que sería servicio muy acepto a la Virgen Santísima, si él, por imitar cuanto le fuese posible su pureza, le consagrase desde luego con particular voto su virginidad. Con este pensamiento, estando un día en oración delante de la imagen que llamamos de la Anunciata, a honra de la Virgen, hizo voto a Dios nuestro Señor de perpetua virginidad”. Tenía ocho años. A los 10 años recibirá la comunión de manos de san Carlos Borromeo.
Y aunque en realidad lo yo quería era escribir un artículo sobre los mártires de la pureza, lo dejaré para dentro de unos días. Ahora está bien con que podamos rezar la oración colecta de la fiesta de ayer: 

Señor Dios, dispensador de los dones celestiales, que has querido juntar en San Luis Gonzaga una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia, concédenos, por su intercesión, que, si no hemos sabido imitarle en su vida inocente, sigamos fielmente sus ejemplos en la penitencia. Por Nuestro Señor Jesucristo.

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