Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Oh, prelados timoratos, ¿cuando verá El Escorial lo que vio Cubas?

por César Uribarri


Y así llegaron al dicho lugar, la Virgen María tomó la cruz de palo en la mano derecha, se hincó de rodillas ante la cruz, y la clavó en el suelo. “Hija, han de hacerme aquí una Iglesia que llamen Santa María.
 
 
Fue un domingo, 9 de marzo de 1449, cuando la Virgen Santísima clava sus rodillas en tan madrileña tierra de viñas, de Cubas de la Sagra. La autoridad de la Iglesia no tardará en actuar. “Nos, don Alfonso Carrillo, Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, Canciller Mayor de Castilla, facemos saber a vos… que nos somos informados que la Virgen gloriosa Nuestra Señora Santa María apareció a una moza que se llama Inés, que ha fecho miraglos… E por cuanto por su parte nos fue embiado a suplicar, que por servicio a Dios , e por que quede memoria de los dichos miraglos: Que ellos quieren facer e edificar una iglesia donde apareció la dicha Señora, y que les diésemos, e mandásemos dar licencia e facultad para ello: La qual Nos les dimos.”

 
La carta del Arzobispo está fechada el 23 de abril. Asombroso. No ha transcurrido más que un mes y medio y ya se reconoce la aparición, se da licencia para edificar la iglesia y se toma bajo la dirección y estudio de una comisión a la pequeña Inés, la humilde pastora y sencilla vidente. Apenas termina el año de 1449 -sólo 9 meses después- y la iglesia ya está edificada. Y junto a ella un grupo de “beatas de la Orden de la Penitencia de san Francisco”. 


Los milagros son muchos, y notarialmente registrados, pero el mayor lo guarda la historia con mimo y admiración. En 1496 entra en el beaterio una joven de 15 años, que queriendo ser casada contra su voluntad la que sólo quería ser para Dios, escapa de la casa paterna vestida de hombre, para recluirse en el conventillo de Cubas de la Sagra. Era la santa Juana, admirable mujer, futura abadesa de tal santidad y sabiduría que es de los pocos casos de mujeres a los que la Santa Iglesia concede facultades de predicación pública. Tal llegó a ser su fama de santidad y sabiduría que a ella se encamina el gran emperador Carlos, cuando cansado de las glorias del mundo, pone rumbo a Yuste no sin antes pasar a consultar con la santa Juana en tan humilde convento. Y junto al emperador Carlos fueron tantos los prohombres de Iglesia, del mundo, o simples sencillos y miserables, los que acudirán a escuchar a la santa Juana, a exponerle sus cuitas, que no por menos se puede llamar a éste "grande milagro" de Cubas.

 
En cierto modo Cubas es el inicio de un potente movimiento espiritual que hará de España un imperio de fe, de santidad y misión. La catequización de todo un continente, la reforma del clero, las glorias de santidad de aquellos años futuros, la defensa de la fe en un mundo que empieza a fragmentarse. España está volcada con María, y María con España. Sólo hizo falta el impulso, porque pronta estuvo la Iglesia en secundar los deseos del Cielo y el servicio de Dios. No mucho después lo extraordinario se hace moderno con las admirables apariciones de Guadalupe, en una unidad de fe e imperio que aún hoy sorprende. 
 
 
Pero no corramos. Sólo un mes y medio ha transcurrido desde la petición de María a la moza Inés de que le sea construida una iglesia, para que sea concedida la autorización por el Primado de las Españas. Y apenas 9 meses después de que la Virgen pida, el pueblo le ha edificado la iglesia: esa primitiva capilla y su beaterio adjunto del que aún se conservan láminas.


Así han transcurrido los hechos: se ha tomado declaración a la vidente (varias y solventes); a los testigos; se han registrado notarialmente los milagros; y tras la aprobación por “el servicio a Dios y para que quede memoria de los milagros” se permite la edificación de la capilla mientras la comisión del arzobispo sigue indagando hechos, vidente, testigos. Está primero el servicio a Dios, no el prestigio arzobispal.
 
 
Y Cubas será foco de reforma espiritual para una España que en breve le será pedido ser defensora de la fe, martillo de herejes. Pero sin reforma no hubiera sido posible. Por eso Cubas de la Sagra se eleva como impulso fundamental en esta obra. Oración, penitencia, confesión.
 
 
De Cubas, de la Cubas actual hablaré más en otra ocasión, que tal es el afecto que le guardo. Pero ahora, cuando estamos cerca de celebrar el 30 aniversario de las apariciones en El Escorial -dieron inicio un 14 de junio de 1981-, no he podido por menos que sentir una envidia, absoluta envidia, de la actitud de nuestra valiente Iglesia de entonces, y la cobardía de la actual. Aquella Iglesia dio aquellos frutos, y ésta… de los frutos de ésta mejor callo.
 
 
Y es que a día de hoy, sobre El Escorial sigue sin haber resolución definitiva. A día de hoy sigue sin permitirse edificar una capilla.

 
Curiosa paradoja, Cubas de la Sagra, “por servicio a Dios y por memoria de los milagros” permitió la Iglesia su culto y edificación de la iglesia. En El Escorial, en cambio, el servicio a Dios se ha visto dificultado hasta hace bien poco, en que se ha permitido la celebración de la Santa Misa (pero no el prado de las apariciones, sino en la nave ligeramente adyacente, en otro predio y con una carretera en medio, siempre transitada de tráfico rápido y ruidoso). En Cubas no hizo falta más que un mes y medio; en El Escorial casi un tercio de siglo no parece suficiente.


Da gusto entrar en el Santuario, humilde Santuario de Cubas –tras beber de esas aguas que tantos milagros hicieron (que no en vano se le llama el Lourdes de España) y de haber gozado de la sombra del olmo que vió a la Dulce Señora y que fue testigo de tantos portentos milagrosos de la santa Juana-. Y entonces, encaminado por el pasillo de la nave única del Santuario, uno se puede acercar a la cruz de palo que se alza en medio, clavada en el suelo, pudiendo leerse como la Iglesia rinde culto a tan maravilloso hecho: “aquí la Virgen hincó sus rodillas y clavó la cruz”.
 
 
Privilegiada tierra mariana que actualmente tanto le cuesta a nuestra Madre recuperar. ¡Pero cómo no le va a costar si su misma jerarquía le pone tantas trabas y zancadillas!
 
 
 
 

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