La izquierda mexicana y la beatificación de Juan Pablo II (o los católicos también votan)
Con motivo de la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo en Roma, el presidente de México anunció oficialmente su presencia en la solemne ceremonia. Se suma a los más de 51 jefes de Estado que asistirán al Vaticano para tomar parte en ese histórico evento.
Lo que para muchos pasa como una noticia muy buena (que su presidente represente a un país mayoritariamente católico en una cita de esta relevancia) para algunos –pocos, por cierto– es la oportunidad para «clamar al cielo».
Y es que en México este tipo de hechos funcionan de otra manera: apenas se habla de Iglesia y algunos apelan por reflejo a ese concepto ampliamente citado, y muy poco conocido y profundizado, del «Estado laico». El «Estado laico» es el último prejuicio más o menos aceptable entre no pocos de los partisanos de la izquierda mexicana, esa izquierda beligerante que al mínimo gesto alza la voz con gritos. ¿No sería mejor bajar la voz y reforzar los argumentos?
El Sol de México decía que el «PRD no avala que Calderón acuda a canonización de Juan Pablo II» (cf. 20.04.2011) y El Universal titulaba así su reporte: «Felipe Calderón violará Estado laico si viaja al Vaticano» (cf. 19.04.2011).
Se podría citar muchas otras fuentes y titulares en esa línea. En definitiva la mayoría van en esa dirección. En el caso de las antes mencionadas, El Sol de México recoge unas declaraciones de una diputada perredista en las que relaciona al Papa Juan Pablo II con el caso Maciel. Otro de los mitos socorridos que han pasado a engrosas el libro de leyendas negras (de este tema ya hablamos más ampliamente en «¡Alto, no beatifiquen a Juan Pablo II!»).
En el caso de El Universal, se cita al presidente del PRD, Jesús Zambrano, quien afirma: «Si Calderón va a la beatificación del señor Wojtyla, tendría que ir también a los procedimientos santificadores de los musulmanes, de los evangelistas, y de todos los grupos religiosos para los que no se daría abasto».
Tres puntos al respecto: el primero de carácter correctivo para El Sol de México. No se trata de una canonización sino de una beatificación, que no es lo mismo. Ojo al periodismo religioso.
El segundo es sobre la primera persona citada –Leticia Quezada– en el periódico apenas referido. Y es que se nota que la aludida lee mucha prensa pero poca fuente de fondo. Quizá la persona en cuestión podría apuntarse a la delegación del presidente de México, quedarse unos cuantos días en Roma, y pedir a la Congregación para la Causa de los Santos, la «oficina» de la Iglesia que se encarga del minucioso estudio de la vida de las personas candidatas a ser declaradas beatas o santas, el copioso expediente de aquel al que el presidente de su partido llama «Señor Wojtyla». Tras leerlo entonces podría hacer aportaciones informadas y sus palabras pasarían del anecdótico relleno de hojas de prensa a algo más sopesado fruto del esfuerzo de lectura y reflexión. Así, además, se evita arrojar calumnias contra personalidades como la de Juan Pablo II (del «Señor Wojtyla, según su compañero de partido).
Al señor Zambrano también se le podría invitar: en Roma hay no pocas universidades que enseñan nociones básicas de historia y doctrina de las religiones; de este modo sabría no sólo qué es una canonización –que no es un «procedimiento santificador»; la Iglesia no santifica, se santifican los santos solitos y la Iglesia reconoce; ¿verdad que no es lo mismo?– sino que ni musulmanes ni evangelistas tienen «procedimientos» análogos. De paso podría llevarse un ejemplar del último censo de México para darse cuenta que en el país en el cual hace política hay un 82,7% de católicos: católicos que también ejercen derecho al voto y que no deben olvidar acciones como estas cuando la oportunidad en las urnas se les presente. Por lo pronto que no se les olvidé en 2012.
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