Confianza en Dios (III)
Para salir de los atolladeros de la vida el hombre, ser creado y contingente, necesita del auxilio de su Señor y Creador. El único Ser necesario, omnipotente, bueno e infinito en todos sus atributos, es el Dios vivo y verdadero, que se ha revelado y hablado al hombre de todos los tiempos, a través de su Palabra escrita en la Biblia, de la naturaleza, de la propia conciencia, de sus enviados los profetas y finalmente a través de su unigénito hijo Jesucristo. La Palabra de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, es la última y definitiva. Todo cuanto el hombre necesita para salvarse y agradar a su Señor y Creador, lo ha dicho ya Jesucristo. La Iglesia fundada por Jesús sobre Pedro, a lo largo de los siglos, lo que ha hecho ha sido fijar las verdades comunicadas por su maestro y fundador Cristo y sacar a la luz aquellas que estaban implícitas en la revelación bíblica que acabó con la muerte del último apóstol. El grave peligro que acecha al hombre es desviarse de esta revelación y en vez de confiar en lo dicho por Dios, camino, verdad y vida, para todo hombre de todos los tiempos y lugares, de toda cultura, raza, sexo o condición, es buscar su salvación, guía y seguridad en otros hombres que suplantan a Dios y poner en ellos su confianza.
Admirablemente lo expresa la Biblia, en múltiples pasajes del Antiguo y N. Testamento, entre los que me place citar el salmo 145:”No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el aliento y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad”.(Continuará)
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN
Admirablemente lo expresa la Biblia, en múltiples pasajes del Antiguo y N. Testamento, entre los que me place citar el salmo 145:”No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el aliento y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad”.(Continuará)
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN
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