Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Blog

Conversación con un ateo

por Alejandro Campoy

-Hola Manolo, muchos años ya...

-Sí, demasiados...

-¿Todo bien?

-Haciéndome viejo...

-Sí, como todos

-¿Sigues creyendo en esas quimeras llamadas religión?

-Pues sí, y creeme, no es nada fácil...

-Naturalmente que no es fácil, hasta que te resignes de una vez y admitas que todo es mentira, como hice yo hace muchos años ya. Yo creo que lo vuestro es cuestión de cabezonería, las cosas no pueden estar más claras

-Estamos de acuerdo. Realmente, no pueden estar más claras. No es cuestión de explicaciones, y lo sabes, llega un punto en el que cualquier intento de explicación naufraga, tú mismo eres la prueba.

-¿Yo? A ver, esto promete ser interesante.

-Sí, tú eres la prueba. Veamos, según el materialismo, no hay nada, absolutamente nada que esté fuera o por encima del mundo natural, no hay nada a lo que podamos llamar “sobrenatural”. Todo se explica en función de las leyes de la física, la química o la biología.

-Sí, en lo relativo a la naturaleza. Las cosas humanas son otro cantar.

-¿Otro cantar? Por lo que sé del materialismo, el ser humano es otra especie animal, una más entre muchas, perteneciente al ámbito de lo que llamamos seres vivos, los cuales no son sino una forma particular y concreta de organización de la materia, que se ha ido haciendo más compleja a lo largo de millones de años.

-Con la salvedad de que pensamos, y damos lugar a todo lo que llamamos cultura, que requiere otro tipo de explicaciones que ya no son del ámbito de las ciencias naturales.

-Pero en última instancia existimos porque somos materiales, ¿no?

-Evidentemente

-Luego de alguna forma, hay un determinado tipo de organización de la materia, con todas las complejidades que quieras, que ha llegado a pensar. Se podría decir que la materia piensa.

-¡Ah, no, ahí hay un salto lógico que no es admisible!

-En efecto, hay un salto lógico, porque es analógico. Ya pedía Spengler que se elaborara una ciencia paralela de la analogía, al igual que se había hecho con las reglas del pensar que conocemos como “lógica”. Pero bueno, la prueba de que la materia piensa eres tú mismo. Tú eres un conjunto orgánico y funcional de materia que piensa, y como tal, estás sujeto a las leyes naturales de la biología, al igual que yo mismo. Ahora envejeces, y dentro de un tiempo, mueres.

-Sí, es lo más natural del mundo, y como tal hay que asumirlo.

-Pero la cuestión es que como eres un trozo de materia que piensa, pues no puedes asumirlo.

-¿Cómo que no? Lo asumí hace muchísimos años.

-Eso es falso por completo, y sería bueno que no te engañaras a tí mismo. Nadie asume que envejece y se muere, simplemente porque dentro de nosotros late un grito que se rebela contra ese destino, una voz que grita ¡”no quiero”!. Si pretendes hacerme creer que estás encantado con el hecho de envejecer y morir, tendré que tomarte por un mentiroso.

-No estoy encantado, pero lo racional es asumirlo y resignarse.

-Eso es suficiente. El hecho de que tú tengas conciencia de tu propia muerte te lleva sin defecto a la resignación, que a su vez conduce a la amargura, y a los espíritus más sensibles, a la angustia y en algunos casos al suicidio. Encuentro que el ser humano es una anomalía un tanto extraña dentro de ese mundo natural en el que está inserto.

-Precisamente la constatación de esa anomalía es la que ha movido a los seres humanos a inventarse todas las religiones y a todos los dioses.

-Fíjate, la gran dosis de invención que tenemos los seres humanos respecto a ésto no te la voy a negar, porque es evidente. Nos hemos inventado caminos que van desde el hombre a Dios, desde Dios al hombre, desde el hombre al hombre, y desde el mismo a la nada, y todos tienen su origen en esta evidencia. Por ejemplo, el camino del Buddha, consciente de la gran anomalía que supone que el ser humano sea un trozo de materia que piensa, pasa por conseguir que el individuo deje de pensar, vuelva a ser un trozo de materia más sin conciencia de sí mismo, lo que le reunifica de nuevo con el conjunto del Universo. Se trata de llegar a no-ser yo.

-Sí, por eso mismo el budismo no me interesa. Ya que estoy vivo, me interesa vivir esa vida en la que estoy, no perderla en inútiles esfuerzos para dejar de ser yo y dejar de pensar.

-Por eso yo también coincido con Feuerbach, Nietzsche y los demás en el gran cúmulo de palabrería, invenciones y construcciones culturales con el que los hombres nos hemos enfrentado siempre a este misterio que somos nosotros mismos. Incluso te diré que tanta charla y tanto discurso me producen ya rechazo a estas alturas.

-Entonces, ¿que clase de creyente eres tú?

-Es que hay otra opción, y es que Dios exista de verdad, al margen de nuestra charlatanería y la de tantos profetas que han hablado y hablan en su nombre.

-¿Al margen de los Moiseses, Zaratustras, Jesucristos y Mahomas de todos los tiempos?

-Sí, claro, al margen de cualquier cosa que podamos identificar como un “producto humano”

-Ya estamos en lo de siempre ¿y me quieres contar tú en que momento de la historia se ha visto que exista tal “Dios” y que se ha comunicado con los hombres para hacerles ver su existencia?

-Antes de decírtelo ¿estamos de acuerdo en que si existe ese Dios y ha decidido mostrarse a los hombres, lo habrá hecho de forma que quede inapelablemente claro que se trata de Él, y que de ninguna forma puede ser una invención o un producto humano?

-Por supuesto, deberá haber quedado muy claro que no ha sido un invento nuestro, para que no quepa la menor duda. Tendrá que ser algo que esté completamente por encima de lo humano, y no sólo eso, sino completamente por encima de lo natural también.

-¿Algo así como que un hombre que ha muerto por completo resucite y vuelva a la vida? Eso es algo que está por completo fuera del alcance de los seres humanos y que viola absolutamente las leyes conocidas de la naturaleza.

-¡Acabáramos! ¿Tanto rodeo para ir a parar de nuevo al cuentecito de la resurrección? ¡Ya está bien, está más que demostrado que ése es el peor invento de todos los que tienen que ver con cualquier forma de religión! ¡Otra vez con esa patraña, vale ya!

-Y sin embargo, a todos los seres humanos nos queda una opción, una posibilidad de elegir, se trata de algo que nos han contado ante lo cual podemos decir que sí, o podemos decir que no.

-¡De ninguna forma! ¿Aún hay locos que dicen que sí a un imposible y a una patraña histórica?

-Parece que sí. De hecho, hace un momento pedíamos a ese supuesto Dios que en caso de existir nos diera una prueba de su existencia, pero parece que nos da una y no la admitimos.

-¡Porque es una invención humana, la peor de todas, y como tal, zanja definitivamente el asunto: no hay ningún Dios!

-Veamos, ¿el Holocausto es una invención humana, más en concreto, de los judíos?

-¡No! Los negacionistas son una de las peores especies que hay hoy en día.

-Vale. Nuestro conocimiento del Holocausto, en concreto de la utilización de cámaras de gas y hornos crematorios para eliminar en masa a seres humanos borrando cualquier rastro se basa principalmente en testimonios. Los negacionistas sostienen que no hay pruebas ni documentales ni materiales de todo aquello, y basan sus tesis en negar, precisamente, el valor de los testimonios. Y resulta que, efectivamente, casi no hay ninguna prueba ni documental ni material de aquello, nuestro conocimiento del horror se basa en testimonios a los que hemos otrogado credibilidad.

-¿Y la gran cantidad de fotos? ¿Y las fosas en Mattahusen, Buchenwald, Dachau...?

-Esos no fueron campos de exterminio, eso ya se sabe con certeza. No hubo holocausto allí

-¿Y Auschwitz?

-La cámara de gas de Auschwitz es una reconstrucción, y en Birkenau sólo hay ruinas. De Majdanek, Treblinka, Belczec, Sobibor y Chelmno no hay ni rastro, sólo memoriales.

-¿Y todos los documentos de los juicios de Nüremberg?

-Confesiones, testimonios. Los negacionistas invalidan la confesión de Rudolph Höss, alegando que se obtuvo bajo torturas, e invalidan todos los demás testimonios como invenciones, mentiras. No admiten ni a Primo Levi, ni a Kurt Gerstein, ni a Jan Karski, ni a Elie Wiessel. No valen los testimonios, son todos mentira y una invención de la propaganda sionista mundial.

-¡Pero esas personas estuvieron allí, y lo vieron todo!

-¡Vaya, que casualidad, eso mismo decían un tal Pedro, y un tal Juan, y un puñadito de tipos más, que estuvieron en Jerusalén hace dos mil años y que lo vieron todo, que había un tipo que había muerto y resucitado.

-¡Pero eso es una invención y una patraña, no puedes comparar una cosa con la otra!

-¡Oh, dices lo mismo que los negacionistas, una invención y una patraña! Lo que estoy comparando es la dinámica de los sucesos que se nos transmiten a través de testimonios. El testimonio de un acontecimiento es una cosa que tiene una dinámica muy parecida en todas partes y en todas las épocas. Y es algo ante lo cual el que recibe ese testimonio tiene que elegir a través de un acto de fe, sólo puede decir: me lo creo o no me lo creo. Y no hay más.

-Por lo tanto, tú eres creyente en el momento en que has decidido creerte ese disparate.

-Efectivamente. Todo lo demás es palabrería e invención humana, charlatanería sin sustancia que no me aporta nada y ante la cual ya vengo en retirada.

-¿Me permitirás que yo siga considerando que ese cuento de la resurrección también es palabrería, charlatanería e invencción humana?

-Por supuesto. El hecho de la fe es así de simple: un día te cuentan un chisme, y tú, desde una libertad completa, decides si te lo crees o no te lo crees. Y no hay más vueltas que darle. O se toma, o se deja.

-¡Que facil me lo pones! Yo decidí hace tiempo que eso es una patraña que no ocurrió.

-Igual que los negacionistas. El Holocausto nunca ocurrió. Y que demostraría que Dios no existe.

-Y tú has decidido que eso sí ocurrió, jajajajaja

-Lo cual demuestra, a su vez, que Dios sí existe. Y en ésto se resuelve todo. No pidas pruebas, porque no las hay. No hay más.
 

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