Confianza en Dios (II)
En una riada, naufragio o inundación, quien se agarra con fuerza a una rama, bote o tablón puede, en medio de la desolación generalizada, salvar su vida del desastre. En esta vida donde la tribulación, el mal y desgracias nos zarandean sin cesar y nos arrastran al abismo de la muerte, solo quien se afianza en la fe y confianza en Dios podrá salir a flote y no perecer. La oración que no debía caerse de la boca de un creyente es el grito de los discípulos en medio de la tempestad del lago de Tiberíades: ”Sálvanos, Señor que perecemos”.Agarrarse a la mano de Jesús con un acto de plena confianza en su poder y misericordia, será el medio más seguro de salvación.
El Dios cristiano, anunciado por su Hijo Jesús, es el Dios siempre presente en los duros avatares de la vida humana. La Biblia, libro de la revelación divina, está llena hasta el infinito de esta consoladora enseñanza: Nadie, absolutamente nadie, que acude con fe y confianza al poder y misericordia divinas quedará defraudado. Sólo unas citas para no abrumar :”Dichoso el hombre que puso su confianza en Dios y no se va con los rebeldes que andan tras la mentira”(Salmo 40, ver 5).”Bendito aquel que fía en Yavé, pues no defraudará el Señor su confianza. Es como árbol plantado a las orillas del agua y a la orilla de la corriente echa raíces. No temerá cuando venga el calor y estará su follaje frondoso; en años de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto”(Jer 7,7). Jesús en el Evangelio apela siempre a la confianza con el reclamo “Animo, que soy yo, no temáis”.
Hoy como siempre los españoles somos probados por la tribulación, el desánimo, el cansancio, las tentaciones, el mal, en sus mil modalidades, imposibles de enumerar…, pues bien, lo que no debe de faltar nunca, ni en el corazón ni la mente del creyente, es su confianza en Dios, Padre todopoderoso, cercano, amigo, que lo ve todo, lo sabe todo y ama a la humanidad con amor infinito, el único Salvador del hombre y el único que tiene el poder de sacar bien del mal y hacer que todas las desgracias redunden en bien de los que le temen y aman. (Continuará)
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN
El Dios cristiano, anunciado por su Hijo Jesús, es el Dios siempre presente en los duros avatares de la vida humana. La Biblia, libro de la revelación divina, está llena hasta el infinito de esta consoladora enseñanza: Nadie, absolutamente nadie, que acude con fe y confianza al poder y misericordia divinas quedará defraudado. Sólo unas citas para no abrumar :”Dichoso el hombre que puso su confianza en Dios y no se va con los rebeldes que andan tras la mentira”(Salmo 40, ver 5).”Bendito aquel que fía en Yavé, pues no defraudará el Señor su confianza. Es como árbol plantado a las orillas del agua y a la orilla de la corriente echa raíces. No temerá cuando venga el calor y estará su follaje frondoso; en años de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto”(Jer 7,7). Jesús en el Evangelio apela siempre a la confianza con el reclamo “Animo, que soy yo, no temáis”.
Hoy como siempre los españoles somos probados por la tribulación, el desánimo, el cansancio, las tentaciones, el mal, en sus mil modalidades, imposibles de enumerar…, pues bien, lo que no debe de faltar nunca, ni en el corazón ni la mente del creyente, es su confianza en Dios, Padre todopoderoso, cercano, amigo, que lo ve todo, lo sabe todo y ama a la humanidad con amor infinito, el único Salvador del hombre y el único que tiene el poder de sacar bien del mal y hacer que todas las desgracias redunden en bien de los que le temen y aman. (Continuará)
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN
Comentarios