Jueves, 26 de diciembre de 2024

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Por qué sé que la ETA dice la verdad sobre Faisán

por Luis Antequera

 
            Tras la publicación de las actas escritas por la ETA sobre la entrevista habida lugar el pasado 22 de junio del año 2006 entre unos emisarios del Gobierno español y la propia banda terrorista, la implicación de aquél en el chivatazo del caso Faisán no ofrece ya la menor duda, y el Gobierno se vería en la obligación de dar una explicación cabal y de actuar en consecuencia, con importantes dimisiones que deberían alcanzar a su mismísima cúpula, como ocurriría en cualquier país que se preciara mínimamente. Salvo por el hecho incontestable de que en España, por desgracia, son muchos los que están dispuestos a bailarle el agua y a reírle la gracia al pesoísmo, aunque sea con actos de la indignidad del descubierto ayer; como son muchos también, demasiados para lo que una sociedad con unos mínimos principios puede permitirse, los que, para mayor desgracia aún, y reconozcámoslo como es de una vez, sienten mayor simpatía hacia la ETA que hacia el PP, los jueces y las víctimas(1).
 
            Más allá de ello, que constituye el auténtico trasfondo de la cuestión y lo que va a hacer que un Rubalcaba, factor común del GAL y del Faisán, -¡que ya es decir!-, vaya camino de hacerse un lugar con letras de oro en la historia de la transición española, la estrategia de defensa del Gobierno en este caso, -porque parte de la gracia consiste en burlarse ahora de los rivales políticos haciéndoles ver que no se enteran de nada - va a consistir en afirmar, sin que se les caiga la cara de vergüenza, que no van ni a comentar las actas en cuestión, porque la ETA, con la que estaban negociando y cuya decepción decían entender(2), no merece para ellos el menor crédito.
 
            Pues bien, aunque el primero que ha afirmado, cuando le ha interesado, que la ETA mata y extorsiona pero no miente, -razón por la que probablemente se mostró tan entusiasta ante la tregua etarra cuando ésta fue declarada-, es el propio Sr. Rubalcaba, yo le digo al Sr. Rubalcaba que la ETA miente, claro que miente, faltaría más, no va mentir la ETA. Si es capaz de matar, si es capaz de poner bombas a niños, si es capaz de asesinar por la espalda, si es capaz de eliminar a sus propios compañeros, de extorsionar, de chantajear... ¿no va a ser capaz de mentir? ¿Queremos insinuar que después de todo, aunque se halle errada en otros pequeños detalles “sin ninguna importancia” como el de que matar y extorsionar no está bien, la ETA tiene un código ético inquebrantable que a nadie en la organización se le permite traspasar y que incluye no mentir?
 
            Todo en la ETA es una gigantesca mentira. La ETA parte de una gran mentira inicial, cual es la de que el País Vasco está sojuzgado. El protocolo etarra ante la detención incluye iniciar la misma con una mentira, la que consiste en denunciar por torturas a los policías que los detienen, aunque los traten con la exquisitez con la que los etarras son tratados. La ETA miente cuando dice trabajar para liberar al pueblo vasco; miente cuando llama "impuesto" a la extorsión; miente cuando llama "ejecución" a lo que no es sino el más vil de los asesinatos; y miente cuando llama "gudaris" a lo que no son sino despreciables y cobardes asesinos. La ETA miente más que habla...
 
            Y bien, ¿por qué digo entonces que la ETA no miente ahora, y que lo que dice en los documentos incautados, en consecuencia, NO es mentira?
 
            Por una sencillísima razón que no se le puede escapar a ningún espectador mínimamente avezado (y sin embargo, se le está escapando a muchos). Y es que los documentos en cuestión no son documentos propagandísticos destinados a conseguir objetivo alguno frente al Gobierno o frente a la opinión pública, no. Los documentos incautados son un acta interna de la ETA, destinado a sus propios militantes, un acta en la que no existe el menor interés de transmitir otra cosa que lo que realmente ocurrió en los hechos de los que dan fe, lo que vivieron una serie de militantes etarras, para que sea de público conocimiento del resto de sus compañeros. Tan sencillo como eso.
 
            A más a más, aún podría alguien sostener que el objetivo de la ETA es que esas actas cayeran en poder de la policía para transmitir un mensaje que no se correspondiera con la verdad, en aras de un objetivo propagandístico. Algo así como si esas actas hubieran aparecido, pongo por caso, en una furgoneta de la marca que sea, llena de pegatinas del tipo “Gora ETA”, “Euskadi askatuta”, “Presoak calera” y un manual de terrorismo callejero escrito en euskera. Pero la pertinaz realidad es que la consecución de esas actas se produjo con motivo de la detención de toda la cúpula etarra el día 20 de mayo de 2008, fecha en la que nada menos que su entonces jefe, Francisco Javier López Peña, alias Thierry, y con él otras tres personas pertenecientes a la cúpula etarra, caen en una brillante operación policial que nada tiene de táctico o de estratégico para la ETA, la cual sufrió un verdadero descalabro del que todavía no ha conseguido recuperarse.
 
            Las actas confiscadas a la ETA, no así otras afirmaciones realizadas desde la banda terrorista, no ofrecen, lamentablemente, la menor duda respecto a su veracidad. Cosa distinta será que muchos españoles prefieran seguir haciendo como que no ven, y vayan a los mítines a cantarle a Rubalcaba que “sin él no son nada” (¿de verdad puede haber españoles que sientan que sin Rubalcaba no son nadie?), y que el factor común del GAL y del Faisán se presente como la mejor opción de los que quieren a toda costa una nueva victoria del pesoísmo, no sé si para terminar de liquidar el poco crédito que le resta a España. Allá ellos con su conciencia. Tal es la triste realidad de nuestro país, y ante eso, es poco lo que se puede hacer.
 
 
 
 
                (1) Un emisario del Gobierno a los etarras:No contábamos con el nivel de ataquedel PP, de la mayoría de la prensa y de la AVT [...] Os quedará la duda pero el Gobierno ha hecho lo imposible en el campo de la judicatura. Como ejemplo, el caso de Batasuna. Pero el PP ha encontrado su agarradero entre los jueces y las víctimas”.
 
                (2) Un emisario del Gobierno a los etarras: “No sé qué deciros, cuando lo escuché [que unos etarras habían sido detenidos] me irrité y entiendo que vosotros lo estéis”.
 
 
 
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