Talavera del Corazón de Jesús (3)

Las últimas noticias que hemos localizado en El Castellano son del 12 de junio de 1929. Lo escribe el siervo de Dios José García-Verdugo Menoyo. Es llamativo que no vuelve a hablarse de la "ideíca", poder levantar un monumento al Corazón de Jesús (incluso se señalaba la plaza del Reloj; ni tampoco sabemos de la consagración al Corazón de Jesús.

Pero es llamativo la actualidad de esta noticia de hace 92 años:

«Juventud ejemplar. En la procesión del Sagrado Corazón de Jesús muchos hombres, principalmente jóvenes, acompañaban la Sagrada Imagen por las calles de nuestra ciudad. Este suceso es digno de ser anotado y alabado en cuanto significa. No es costumbre que los hombres de Talavera acompañen a las procesiones. Solamente en la del Corpus (aparte de las de Semana Santa) acuden un puñado de ellos desde que se estableció en nuestra ciudad la Adoración Nocturna. Antes nadie, algunos munícipes y autoridades formando en la presidencia y los encargados de los pasos. Ahora las representaciones oficiales siguen siendo también escasas. Tres o cuatro concejales más voluntariosos y algún uniforme militar. Hasta para llevar el palio se ha tenido que echar mano de los guardias municipales.

Triste es consignarlo, pero esa es la realidad. Los hombres en Talavera se avergüenzan de que los vean formando en las filas de una procesión aun cuando en su fuero interno sean católicos sinceros.

Por eso cuando el viernes pasado vimos largas filas de hombres custodiando la Imagen del Sagrado Corazón y la mayor parte jóvenes precisamente, sentimos un ramalazo de contento y el deseo de alabar públicamente su valentía. Porque valentía es hoy en que toda sentimentalidad parece una cursilería y toda espiritualidad, neuropatía clasificada, hacer pública manifestación de fe, creer por dentro y por fuera, ser constante y consecuente con el pensamiento llevando al mundo de los hechos los dictámenes de aquel. Valentía es hoy definirse en un sentido o en otro, salir de la masa anónima y acomodaticia y dar la cara respondiendo de nuestras acciones.

Los hombres en materia de fe somos cobardes, mucho más cobardes que las mujeres. Procuramos cumplir con los deberes religiosos pasando desapercibidos. La iglesia más apartada y desierta recibe nuestra confesión una vez al año. En la conversación jamás contestamos a los ataques a la religión para que el amigo no nos tache de reaccionarios. Hasta para arrodillarnos en la santa misa esperamos a que los hagan los demás y como ellos doblamos una pierna de ala manera solamente cuando al alzar el sacerdote levanta en alto al Cuerpo de Cristo.

Por eso nos pareció valiente la actitud de nuestros jóvenes el otro día y digno de alabanza. Su ejemplo servirá para estimular a los reacios y fríos que sólo son católicos de puertas adentro.