Del celibato de Jesús en los apócrifos
por Luis Antequera
Tras analizar ayer la cuestión del celibato de Jesús según cabe extraerla de los textos canónicos y más concretamente de los evangelios, nos quedamos ayer en la siguiente cuestión: ¿existe alguna fuente, por extracanónica que sea, que abone la tesis de un contacto más allá de la meramente existente entre el maestro y la discípula, entre Jesús y la Magdalena? Pues bien, existir sí existen. Conozcámoslas. Se trata de dos textos diferentes, procedentes los dos del fabuloso descubrimiento de Nag Hammadi, una biblioteca de libros de la secta gnóstica, la primera gran herejía que sacude el cristianismo en tiempos tan tempranos como el s. I, hallada en la ciudad de ese nombre en Egipto en el año 1945.
El primero es el llamado Evangelio de Felipe, en el que leemos lo siguiente:
“La compañera [de Cristo es María] Magdalena. [El Señor amaba a María] más que a [todos] los discípulos y la besó en [la boca repetidas] veces. Los demás [...] le dijeron: “¿Por qué [la quieres] más que a todos nosotros?” El Salvador respondió y les dijo: “¿A qué se debe el que no os quiera a vosotros tanto como a ella?”” (EvFe. 55).
Texto que cabría completar con el que en el mismo libro dice:
“Los perfectos son fecundados por un beso y engendran. Por eso nos besamos nosotros también unos a otros y recibimos la fecundación por la gracia” (EvFe. 31).
En cuanto al segundo, existe igualmente un texto procedente del mismo hallazgo y por lo tanto con idéntica inspiración gnóstica, expresamente dedicado a la figura de María Magdalena, del que sólo se conocen dos fragmentos, uno copto y otro griego: se trata del Evangelio de María. En él leemos como cuando Magdalena informa a los apóstoles que Jesús ha resucitado, encuentra la incomprensión de Pedro, quien la increpa con violencia, objetándole que no tiene sentido que Jesús se haya manifestado a ella sin haberlo hecho antes a ellos. Semejante agresión no queda sin respuesta, la cual proviene del mismo colegio de apóstoles:
“Entonces Leví [el apóstol Mateo] habló y dijo a Pedro: “Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuese un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente, por eso la amó más que a nosotros”” (EvMg. 18).
El fragmento griego del mismo, relatando la misma escena, pone en boca de Leví estas palabras algo diferentes:
“El [Jesús] al verla [a Magdalena] la ha amado sin duda”.
Basarse en estos textos para tratar de sostener una relación marital de Jesús obliga a poner en contexto esos textos para darles el correcto valor histórico que puedan tener. Intentar basarse en los textos evangélicos es un completo disparate, cuando no un verdadero fraude.
Otros artículos del autor relacionados con el tema
Comentarios