Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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¿Qué fue de la familia Von Trapp, de "Sonrisas y lágrimas"?

por Luis Antequera

 
            Entre las muchas cosas maravillosas que tiene esto de ser padre, se cuenta también la de desescombrar del armario las viejas y maravillosas películas de siempre, como es, en mi caso, una que vi en su día varias veces, y siempre con deleite: la que se tituló en España “Sonrisas y lágrimas”, “The sound of the music” en inglés, o “La novicia rebelde” en Argentina.

 
             Recordarán Vds. el argumento: una familia austríaca donde el padre de familia, un viudo nostálgico que no consigue superar el fallecimiento de su amada esposa, es un estricto capitán de la armada que dirige a sus siete hijos con rigor militar, y en cuya casa “se cae”, como del cielo, una novicia cuya vocación religiosa es cuanto menos cuestionable, enviada por la madre superiora del convento a cuidar de sus siete hijos, para que tenga ocasión de conocer si su futuro se halla en sus celdas o fuera de ellas. Es el caso que la institutriz en cuestión, amén de inducir un cambio de 180º en la familia Von Trapp, a cuyos hijos enseña a cantar, se enamora del estricto capitán, y éste de ella, y terminan casándose. Todo ello en el contexto del Anschluss (compromiso) austriaco, que supuso la incorporación de Austria a la Alemania de Adolf Hitler. Una incorporación de la que el capitán abomina, y que conduce a la familia Trapp a huir del país, lo que hacen a través de los bellísimos Alpes, no sin antes haber participado -y ganado-, en un concurso de canciones populares austríacas.
 
            Pues bien, hecha esta larga introducción que consideraba necesaria, ¿sabían Vds. que la preciosa película está inspirada en una familia real que existió, que efectivamente cantaba y muy bien, y que se exilió en tiempos del Anschluss?
 
            María Augusta Kutschera, nacida en 1905, era, efectivamente, una novicia del convento de Nonnberg (un Nonnberg que, por cierto, no significa otra cosa que "montaña de las monjas"), la cual había quedado huérfana a los siete años de edad, y que tras abandonar el convento y entrar como institutriz de sus siete hijos en la casa del Comandante Georg Ludwig von Trapp, acabó efectivamente casándose con él a la edad de veintidós años.
  
Maria Augusta Kutschera y Georg Von Trapp

           Al producirse la ruina de la familia, en 1935 los Trapp empiezan a cantar en festivales con el nombre de Coro de la familia Trapp, y con la consumación del Anschluss en 1938, deciden abandonar Austria, exiliándose primero en Italia, y luego en los Estados Unidos. Aumentada la familia hasta los diez hijos y muerto Georg Ludwig en 1947, cambian su nombre artístico por el de The Trapp Family Singers, los Cantores de la Familia Trapp. El gran éxito y la nueva fortuna que el mismo produce, lleva a los Trapp a constituir el Trapp Family Austrian Relief Inc, que enviará gran ayuda a la depauperada Austria una vez que hubo terminado la guerra.
 
            En cuanto a María, escribe en 1949 el libro “Historia de los Cantores de la Familia Trapp” (no será el único libro que escriba en su vida), en el que se basarán dos películas, “Die Trapp-Familie” y “Die Trapp-Familie in Amerika”, así como un musical estrenado en Broadway llamado ya “The sound of the music”. Pues bien, en él se inspira directamente la película estrenada en 1959, con música de Richard Rogers y Oscar Hemmerstein II, y protagonizada por una guapísima Julie Andrews (que me perdone el feminismo internacional por destacar tan deleznable detalle al referirme a una mujer) y Christopher Plummer. La verdadera María incluso participó en una escena del filme: aquélla en la que yendo Julie Andrews desde el convento hacia la casa de los Trapp mientras canta “I have confidance”, pasa por debajo de un arco, en el que se encuentra, precisamente, María con una de sus nietas.
 
            Tras marchar como misionera con tres de sus hijos al Pacífico Sur, María terminará sus días en los Estados Unidos en 1987, a la edad de 82 años.
 
            De la página web El conventillo de la museóloga, extraigo esta bellísima anécdota relativa al filme, y que, se non e vera, é tan ben trovata que quiero creerla cierta. Y si no lo es, me da igual, pero ahí va:
 
            “Una mujer en Gales vió la película 307 veces durante los primeros nueve meses a partir del estreno. Ella iba al Teatro Capitol en Cardiff dos veces al día y los domingos una vez. Almorzaba en el restaurant del cine, veía la proyección de la tarde, salía a tomar el té y volvía para la función de la noche. Después de la visita 57, la gerencia del teatro le dio un pase gratis para las futuras funciones. Su nombre era Myra Franklin y era viuda con un hijo en la RAF (Fuerza Aérea Real). Ella dijo que la película le había enseñado que el amor es lo más importante en el mundo: ‘Amor por un hombre, por una mujer, por la familia, por la Patria’. Cuando le preguntaron por qué veía la película tan a menudo, ella contestó: ‘Porque me hace sentir feliz’”.
 
            Exactamente lo que me pasó ayer a mi mientras la veía con mi mujer y con mi hija.
 
 
 
 
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