Antífona de entrada A-IV / cf. Isaías 45,8
por Alfonso G. Nuño
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo, ábrase la tierra y brote al Salvador (cf. Is 45,8).
Parece como si todo el Antiguo Testamento se concentrara en esta antífona. El obrar de Dios en la historia va preparando a la humanidad para este momento, va haciendo de la necesidad de salvación, tras el pecado de Adán, una oración que pida al único que puede darle aquello que ha menester. Pedir un Salvador de una manera inimaginable hasta que tuvo lugar. La historia de salvación previa a Jesús es ir formando la explicitud de la petición de la Encarnación, como petición al cielo para que se anonade el Justo (cf. Flp 2,7), pero también para que el arcángel pida a la tierra virginal de María que se abra a la acción del Espíritu y nazca el Salvador.