Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! (1)

por Jorge López Teulón

Creo que no es ninguna exageración afirmar que nuestra Archidiócesis de Toledo, desde los tiempos de Don Marcelo, está hermanada espiritualmente con México. Ahora, gracias a la Prelatura de Moyobamba, lo está también con Perú. Hay en el recuerdo de todos los que nos hemos formado en Toledo cierta empatía espiritual con México. Con nosotros estudiaban (y lo siguen haciendo) los Operarios del Reino de Cristo con sede en Olías del Rey (Toledo) y los Misioneros Eucarísticos Guadalupanos de San José que viven en Almonacid de Toledo.
De México son las Hermanas que atienden a nuestro Señor Arzobispo y antes al Cardenal Antonio Cañizares, las Siervas Guadalupanas de Cristo Sacerdote, que también desarrollan su apostolado en la Casa Sacerdotal de Toledo. La Casa Sacerdotal de Talavera de la Reina es atendida por las Aliadas Carmelitas Descalzas de la Santísima Trinidad, mexicanas de Aguascalientes, que también tienen casa en San Martín de Montalbán. Pero no menos entrañable es el recuerdo de las Misioneras Marianas que se encargaron casi por 25 años, hasta el verano de 2004, del Seminario Mayor de San Ildefonso de la Ciudad Imperial.
            Cada 12 de diciembre, un grupito de seminaristas nos levantábamos antes de tiempo para cantar las mañanitas a las Madres, como gesto sencillo de agradecimiento por sus desvelos a lo largo de todo el año. Así que la fiesta de Santa María de Guadalupe nos retrotrae a los más hermosos sentimientos que afloran recordando aquellos años.
 
Los mártires Cristeros
Hablar de la Virgen de Guadalupe es invocar la memoria de los mártires cristeros, muchos de ellos ya beatificados. El recuerdo se hace imparable en las últimas semanas de noviembre, cuando el final del año litúrgico nos hace celebrar solemnemente la fiesta de Cristo Rey, y en esos mismos días la fiesta del Beato Miguel Agustín Pro, para llegar al 12 de diciembre con la fiesta de la Guadalupana, Emperatriz de las Américas.
La historia narra que en 1926 el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles se propuso "descatolizar" a México para abrir el país a la "modernidad". Con ese fin puso en marcha una feroz persecución contra la Iglesia Católica. Una de las medidas fue la supresión del culto católico en toda la nación. Para defender su religión y libertad de culto, miles de campesinos y rancheros empuñaron las armas. El heroísmo de aquellos hombres, mujeres y niños, en su mayoría gente sencilla y sin entrenamiento militar, produjo una formidable resistencia al tirano. Los soldados del gobierno llamaron despectivamente "cristeros" a los que se enfrentaron contra Calles porque llevaban la cruz sobre el pecho y gritaban "¡Viva Cristo Rey!" antes de ser fusilados.
Gustavo Carrère afirma al tratar el tema que «sin duda los gritos de ambas fuerzas revelan la magnitud íntima de aquel antagonismo; las alabanzas de los cristeros: "¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva la Santísima Virgen de Guadalupe!", eran contestados con las blasfemias callistas: "¡Viva el Demonio! ¡Viva el Diablo Mayor! ¡Qué mueran Cristo y su Madre!" ».
 
Por primera vez, en México
Cuenta el padre Lauro López Beltrán en “La persecución religiosa en México” (México 1987) que “los obispos mexicanos pidieron al Papa San Pío X su beneplácito para ornamentar las imágenes del Sagrado Corazón colocando en su cabeza la corona y en sus manos el cetro, insignias de la humana realeza. Su propósito era reconocer y proclamar a Jesucristo Rey de México y del Mundo el 6 de enero de 1914, fiesta de la Epifanía del Señor, en la cual aparece su gloria al postrarse a sus plantas los Magos ofreciéndole sus dones de oro, incienso y mirra” (págs.. 56-58).
Luis Beltrán y Mendoza, adalid de la Acción Católica Mexicana, que presenció estas brillantes ceremonias, nos dice: “En aquellas memorables jornadas -lo tengo muy grabado-, los anhelos y las resoluciones de nuestra juventud se concretaron y expresaron en un grito que se les escapó del alma, en los momentos sublimes en que Monseñor Mora y del Río concluía la Consagración de nuestra Patria al Corazón de Jesús, depositando a los pies de la Sagrada Imagen la corona y el cetro. Entonces, por primera vez se escuchó el épico grito de “¡Viva Cristo Rey!”, aquel martes seis de enero del año de 1914”. 
Y así es como en este acto, de enero de 1914, México se convertía en la primera nación en consagrarse como vasallo de Cristo Rey.
 
Rescoldo. Los últimos cristeros
Para quien esté interesado en el tema recomendamos muy vivamente el libro de Antonio Estrada “Rescoldo. Los últimos cristeros” que Ediciones Encuentro acaba de rescatar para su lectura. El famoso escritor mexicano Juan Rulfo dice sobre este libro: "Antonio Estrada, hijo del jefe cristero de Durango, Florencio Estrada, muerto en combate en 1936, cuenta sencillamente, escuetamente, la reanudación de la guerra en 1934 y la búsqueda de la muerte. Un lenguaje perfectamente dominado, al servicio de un pensamiento tan claro como simple, hace de “Rescoldo” el único libro, obra novelesca u obra histórica, escrito sobre los cristeros". Todavía dirá más es “una de las cinco mejores novelas mexicanas”.
Los cristeros fueron vencidos por la traición y el engaño pero no sin antes enriquecer a México con innumerables mártires, algunos de ellos canonizados o beatificados por Juan Pablo II. Los cristeros fueron y son una inspiración para los mexicanos y todos los fieles. Gracias a su sacrificio la Iglesia Católica pudo sobrevivir, aunque ilegal, a lo largo de buena parte del siglo XX. Uno de los testimonios más conocidos es del Padre Pro.
 
Beato Miguel Agustín Pro
Desde pequeño fue virtuoso y alegre. Entró en el noviciado jesuita a la edad de 20 años. Fue exilado durante la revolución mexicana. Ordenado en Bélgica en 1925 a la edad de 36. Regresó a México en 1926 sabiendo que la iglesia era perseguida y corría grave peligro. Además sufría del estómago. Ejerció un intenso ministerio bajo persecución hasta que en el 1927 fue acusado falsamente de estar involucrado en un atentado contra Plutarco Elías Calles. Antes de que lo fusilaran perdonó a los verdugos. Murió, como muchos otros mártires mexicanos, gritando: "¡Viva Cristo Rey!”.
 


Una película sobre su vida
En noviembre de 2007 tuvo lugar en Guadalajara (México), en el marco del Festival Internacional de Cine Tercer Milenio, el estreno mundial de Padre Pro, película que narra la vida del sacerdote jesuita. En aquél tiempo, su asesinato tuvo una gran cobertura mediática, seguramente por la fama y el trabajo tan intenso que desarrollaba el ahora beato. Los productores declaraban: “Los medios de comunicación existentes a principios de siglo le dieron mucha cobertura; en Estados Unidos y Europa, en prensa católica y civil se mencionó su martirio; causó incluso un problema diplomático a la nación. Todo esto por las violaciones que se cometieron en el proceso del sacerdote jesuita. Entonces la película relata la injusticia que se cometió no sólo a un sacerdote, sino a toda la comunidad católica; narra cómo se vivía en aquel tiempo el conflicto armado, y en medio de esto una figura especial que quiere proclamar a Jesucristo vivo”.
Los distribuidores consideraron que la película no iba a tener éxito comercial, por lo tanto no dieron espacio en los cines, sólo para sacarla en formato DVD. Entre las curiosidades de la película podemos mencionar que:
  • El protagonista de la película, Pedro Reyes, es jesuita y fue ordenado sacerdote dos semanas después de terminada la producción.
  • El productor consiguió una cámara digital donada, con la que grabaron la película, además de los vuelos a los diferentes países de grabación… para tres personas.
  • Ésta fue la primera producción que se hizo para el cine acerca de un mártir mexicano. Dentro de pocos meses saldrá al mercado una ambiciosa producción llamada “Cristiada”.
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