Políticos Católicos

23 noviembre 2010 00:00

El libro “Luz del Mundo” que recoge una entrevista a Benedicto XVI promete ser de gran interés, tanto por los temas tratados como por el “analista” que los realiza. Para todo católico será de “casi” obligada lectura para conocer la opinión del pontífice acerca de muchos asuntos que afectan gravemente a la vida de la Iglesia, de las naciones y los individuos.

Aun no he tenido la ocasión de leer el libro, como es natural teniendo en cuenta que se presentaba hoy en el Vaticano, quisiera hacer una breve reflexión anticipada del tema de los católicos en la política.

Dice el Papa:

«Uno se pregunta realmente cómo es que cristianos que son personalmente creyentes no poseen la fuerza para hacer que su fe tenga una mayor eficacia política. Sobre todo, debemos intentar que los hombres no pierdan de vista a Dios, que reconozcan el tesoro que poseen. Y que, después, partiendo de la fuerza de la propia fe, puedan confrontarse con el secularismo y llevar a cabo el discernimiento de los espíritus. Sólo podemos esperar que la fuerza interior de la fe llegue a ser después poderosa en el campo público, plasmando el pensamiento a nivel público y no dejando que la sociedad caiga simplemente en el abismo».

No se en otros países, pero quisiera señalar que aquí, en España, la jerarquía Católica, salvo honrosas excepciones, inflando sus velas con los nuevos vientos del aggiornamento, que soplaban desde Roma, contribuyó, de forma notable, a esta ineficacia de lo católico en la política, al fomentar una especie de “selección natural” de políticos católicos tibios, cuando no cosas peores, de modo y manera que solo sobrevivían, solo eran respaldados, aquellos que mas tibiamente mostraban su fe o que de forma descarada traicionaban sus creencias manifestando unas ideas personales y actuando en modo contrario en su vida publica y en su quehacer político.

Piensen ustedes en nuestra transición, en como gran parte de los obispos y el clero, insisto una vez más: no todos, trataban por desigual a políticos que se declaraban demócrata-cristianos, véase Adolfo Suárez que introdujo el divorcio en España, de políticos nacional-católicos, lo digo sin complejos, como Blas Piñar que se mostraron en todo momento fieles a su fe católica.

Son, Suarez y Piñar, dos ejemplos paradigmáticos de lo que quiero decir.

Lo de demócrata-cristianos y nacional-católicos, no es que lo diga yo, es que así se definían respectivamente y lo que nunca llegué a entender del todo bien es por que se criticaba, y para colmo se tachaba de “confesional”, el nacional-catolicismo argumentando que no se debían mezclar las dos cosas pero otros podían perfectamente, contando con todas las bendiciones y nihil obstat correspondientes, llamarse demócrata-cristianos, debe ser que eso de titularse cristiano no es muy confesional.

El tema de la confesionalidad daría para muchos post, prometo tratarlo más adelante, porque, después del Vaticano II, este ha sido uno de los temas en que mayor confusión se ha dado, el enemigo sabe hacer bien las cosas y en este asunto nos ha alcanzado en plena línea de flotación, por eso hoy el orden social cristiano se deshace en todo occidente.

Estrategia suicida, en lo político, social y pastoral, como los hechos, para los que quieran leerlos con sinceridad y lealtad libres de pre-juicios, han demostrado fehacientemente. Baste para ello pensar en que situación se encuentra la Iglesia que peregrina en España en algunas regiones que fueron especialmente sensibles a estos vientos de cambio: Cataluña y las Vascongadas.

No escribo este post para extender la mano y señalar con el dedo culpables, escribo este post con el ánimo de hacer luz y con la esperanza de aprender de los errores del pasado y quitarnos todos los complejos depositando toda nuestra confianza en Nuestro Señor, al cual le pido nos de el valor, la caridad, la generosidad y la inteligencia necesarias para trabajar por una España católica y misionera.

Germán Menéndez.