Extremadura como metáfora
No voy a entrar en los detalles del caso del colegio de Extremadura, en el que una familia ha conseguido retirar, con apoyo de la Junta, los crucifijos que los demás padres querían. Ya hay muchos análisis sobre la libertad religiosa, o si tienen sentido los símbolos religiosos en la escuela. Lo que me parece significativo es que ese colegio es la metáfora de España.
Un miembro del PSOE, metáfora de su partido, ha movilizado al aparato político extremeño, metáfora del Estado, para imponer su laicismo beligerante minoritario a una mayoría católica, metáfora de la sociedad española. El concejal, padre de unos alumnos, se pasa por el arco del triunfo a la Justicia y logra imponer su visión sobre el resto, sirviéndose de la Junta. ¿O es la Junta, metáfora del Gobierno, quien envía un recadito a la Iglesia sirviéndose de este concejalpadredealumno? Porque Extremadura, Andalucía y Cataluña son el laboratorio de pruebas de la ingeniería social de Zapatero…
El socialismo español apoya a la minoría (de género, verde u homosexual) no por ser minoritaria, sino por ser laicista, anticristiana y cristofóbica. Para denigrar a la Iglesia, a los católicos, nos asocia de inmediato con el franquismo y el nacional-catolicismo, que, por cierto, tanto estamos purgando los católicos que ni lo vivimos ni lo querríamos para nuestros hijos. Al resto de los padres del centro, metáfora de la mayoría de españoles católicos (o católico-sociológicos), que les zurzan. ¿Hay o no hay laicismo agresivo, y confrontación entre postmodernidad y fe, como acaba de denunciar Benedicto XVI para escándalo de la izquierda?
Pero hete aquí que 2010 no es 2004; y las tragaderas católicas ya no son los que eran. Hemos despertado o, al menos, ya no estamos tan dormidos. Por eso, los padres de ese colegio (entre los que habrá católicos fervorosos, tibios, por tradición, santos y ciudadanos sin credo hartos de ideologías dogmáticas) se han plantado y hoy se reúnen para reaccionar. Se han organizado porque quieren defender sus creencias, sus raíces. Quieren mostrar que la fe no ofende; que es un hecho privado pero con trascendencia pública. Que Cristo no obliga. Que la Iglesia no impone. Pero tampoco se amedrenta. Y que una minoría sectaria, por más que cuente con la política como ariete, no puede irse de rositas después de atropellar las creencias de la gente sencilla.
Ojalá que a los padres de ese colegio, metáfora de la Iglesia, esto les sirva para crecer en la fe y tener un trato verdaderamente personal con Cristo vivo. Entonces su lucha tendrá un sentido verdaderamente pleno.
José Antonio Méndez