Lunes, 23 de diciembre de 2024

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Iglesias católicas orientales: los maronitas

por Luis Antequera


            Los orígenes de la Iglesia maronita son inciertos, y existen textos medievales que la sitúan en la herejía monotelita (de mono=uno y thelema=voluntad, una única voluntad), según la cual, Jesús tendría dos naturalezas, pero una sola voluntad. Una herejía que se hizo fuerte durante el reinado del Emperador bizantino Heraclio (610-641), y que pretendía superar el enquistado debate monofisimo-diofisismo.
 
            En cualquier caso, parece que la Iglesia maronita nace en el s. V, fundada por un monje llamado Marón del que recibe el nombre, el cual reúne a una serie de seguidores a orillas del río Orontes, entre Alepo y Antioquia. En las disputas entre monofisitas y diofisitas, los maronitas habrían permanecido fieles en todo momento a la ortodoxia y con Constantinopla, bajo cuya órbita continuarían cuando ésta sucumbre al monotelismo, y con la que, sin embargo, romperán, bajo el patriarcado de otro Marón, San Juan Marón, en 681.
 
            Constituyen, en todo caso, el clásico caso de comunidad cristiana aislada en medio de poderosos enemigos de religión no cristiana (persas, árabes, turcos), y muy celosa, por cierto, de su independencia, la cual defenderá con ardor en numerosas ocasiones... Una comunidad que sólo recuperará la comunicación con el resto de la gran comunidad cristiana a partir del s. XI, gracias a las Cruzadas
 
            A partir de ese momento, la comunión se hace patente. Consta la presencia del Patriarca Jeremías II Al Amashitti en el IV Concilio de Letrán en 1215, así como la del Patriarca Simón Pedro en el V Concilio de Letrán en 1516. El Papa Gregorio XIII (15721585) establece en Roma un Hospital Maronita y un Colegio Maronita, del que por cierto, saldrán grandes exponentes de la cultura renacentista: José Simeón “el Assemani”, editor de la Biblioteca Oriental; Estéfano Evodio, organizador de la Biblioteca Vaticana; José Aloisio y otros.
 
            En el devenir de la comunidad, es de la máxima importancia el II Concilio maronita, celebrado durante el patriarcado de José IV (17331742), en el que los delegados papales imponen reformas dirigidas a unificar las conductas y liturgias que separaban a los maronitas. Aún así, mantiene todavía la Iglesia maronita importantes particularidades, como por ejemplo, la de que los miembros del clero se pueden casar mientras poseen las órdenes menores y aún así tomar las mayores, aunque si acceden a éstas, ya no pueden casarse.
 
            Los maronitas son poco más de tres millones, establecidos principalmente en el Líbano. La existencia de esta comunidad cristiana en dicha zona de Oriente Medio será la que provoque el compromiso de la potencia colonial de la zona, Francia, de crear un estado independiente para ellos, el Líbano precisamente, cosa que se consumó en 1943. Para ello, el Líbano es separado de Siria, y se establece el compromiso constitucional de que un maronita sería siempre el presidente del país, lo que ha venido siendo así hasta la fecha.

            Hay también maronitas en Siria, Palestina, Chipre y Egipto, y una amplia diáspora que se extiende por Hispanoamérica (Argentina, Méjico, Brasil), y por los grandes países anglosajones (Estados Unidos, Canadá, Australia). La comunidad madre se expresa en árabe con giros arameos, y practica el rito antioqueno.
 
            El jefe de la Iglesia maronita es el Patriarca de Antioquia y de todo el este, patriarcado éste de Antioquia que comparte, sólo en el campo del catolicismo, con el Patriarca católico melquita, el Patriarca católico siro-católico y el Patriarca latino, y en otras adscripciones cristianas, con el Patriarca ortodoxo y el Patriarca siro-jacobita: seis Patriarcas pues de Antioquía. El patriarcado maronita tiene su sede en Bkerke (Líbano), a unos 40 kms. de Beirut. Su actual titular es Nasrallah Boutros Sfeir, entronizado en 1986 y nombrado cardenal por Juan Pablo II en 1994, e importante líder libanés.
 
            El más famoso maronita de la actualidad pertenece a un país donde no hay demasiados, Irak, y es Tarek Aziz, el que fuera Ministro de asuntos exteriores de Sadam Hussein, recientemente condenado a muerte por su responsabilidad en los asesinatos de una serie de militantes de partidos religiosos.
 
 
 
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