Mons. Koch: otro lenguaje
por Marcelo González
Nuevamente, los incansables investigadores de La Buhardilla de Jerónimo nos acercan una entrevista de alto interés: se trata de Mons. Kurt Koch, (seguramente futuro cardenal) que ha reemplazado al Card. Walter Kasper en el cargo de Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Vale decir, el encargado del “ecumenismo”. Sus primeras declaraciones bien valen un análisis detallado.
“Yo observo algunas tensiones para el retorno a una teología liberal, no a una teología dogmática. ... Para mí no es así. Porque la Iglesia que nosotros confesamos en la Confesión Apostólica "una, santa, católica y apostólica", no es la suma de todas las Iglesias que tenemos en el mundo. Para este punto de vista, la unidad de la Iglesia es una obra del hombre para construir la suma de todas las Iglesias. Para mí, unidad en la fe es unidad en el organismo del Cuerpo de Cristo. dice Mons. Koch.
Mons. Kurt Koch
Estas palabras en boca del encargado del ecumenismo parecen increíbles a 40 años vista del lanzamiento de esta experiencia. “...la Iglesia que nosotros confesamos en la Confesión Apostólica "una, santa, católica y apostólica", no es la suma de todas las Iglesias que tenemos en el mundo ... unidad en la fe es unidad en el organismo del Cuerpo de Cristo”. No sería impropio entender el significado de esta expresión “Cuerpo de Cristo” como el “Cuerpo Místico”, la tradicional definición de la Iglesia, abandonada a partir del CVII por la vaga perífrasis “pueblo de Dios”.
Mons. Kurt inicia su labor declarando que “los reformadores” (estemos atentos a la expresión “reformadores”) buscan volver a una teología liberal y escapar a la teología dogmática. Por lo segundo hemos de entender la teología de los conceptos, de la doctrina formulada con claridad hasta donde lo permite el misterio, naturalmente. Pero siempre una teología con sustento conceptual, no un conjunto de expresiones poéticas “vivenciales”, hijas del “sentimiento religioso inmanente” que San Pío X ponía por base del modernismo, esa suma de todas las herejías.
Es tranquilizadora la expresión de Mons. Kurt y está a años luz del lenguaje del Card. Kasper, no solo voluble en lo conceptual, sino hasta diríamos, por momentos, meramente diplomático.
Kasper con pastores luteranos
Grave era lo de Kasper: un ejemplo ilustrará lo suficiente. A las comunidades eclesiales protestantes -sin sucesión apostólica- el antiguo Presidente del Consejo Pontificio les hablaba de una “sucesión apostólica que no es una suerte de encadenamiento mecánico de cada obispo hasta llegar a un apóstol” (noten lo grave de la formulación) sino algo que se traslada de generación en generación por medio de las creencias cristianas -no importa cuan vagamente formuladas- disponibles más o menos en todas las sectas reformadas.
Miel para los oídos protestantes, esta concepción de la “sucesión apostólica” es, sin embargo, hiel para los ortodoxos, la otra parte del diálogo ecuménico. Los ortodoxos creen, como los católicos, en la sucesión apostólica por la imposición válida de manos de un obispo válidamente consagrado a un sacerdote válidamente ordenado, a partir de uno de los apóstoles, hasta la actualidad.
Podemos discutir la cuestión de la jurisdicción, pero la potestad de orden se adquiere de esta manera, con materia, forma e intención. Así pues, a los ortodoxos, Mons. Kasper les hablaba en términos más tradicionales, para evitar que rompieran el diálogo. De modo que el acercamiento, para Kasper, era una suerte de maniobra de pulimiento de relaciones, una negociación, hasta avenir a las partes dejándolas preparadas para ·cerrar el negocio·. Al menos así operaba y así se expresaba el cardenal renunciante.
Obstáculos morales antes que teológicos
Asumiendo que la fórmula del Mons. Koch apela a la comodidad expresiva antes que al rigor teológico, hemos de coincidir en que las diferencias más chocantes entre protestantes y católicos (anque ortodoxos) se marcan cada vez más en las cuestiones morales. Hablamos de comodidad expresiva porque en rigor, ninguna cuestión moral es independiente de un fundamento teológico, y sería imposible coincidir en la Fe y no coincidir en la moral, o al menos tener marcadísimas diferencias, como por ejemplo tenemos tanto católicos como ortodoxos con muchísimos protestantes por su aceptación de la contracepción, el aborto, las relaciones sexuales libres, la homosexualidad, la eutanasia, la perspectiva de género, etc.
Ya lo decíamos en uno de los primeros artículos de nuestro blog, “el patriarcado de Moscú acaba de suspender las actividades ecuménicas con los luteranos... Los temas morales (homosexualidad y matrimonio, divorcio, contracepción, perspectiva de género, aborto...) ya han puesto un grave obstáculo previo a todo diálogo teológico”. (El Ecumenismo en Crisis)
Así pues, Mons. Koch constata y declara lo que todos los observadores del fenómeno ecuménico veíamos desde hace años: que era una vía muerta en lo referente a los protestantes. Naturalmente los términos de la “romanitá” no permiten ser tan claros en las expresiones, pero haciendo la lectura correcta del lenguaje romano el sentido es indubitable.
La liturgia y el ecumenismo
Naturalmente, estas clarificaciones conducen al mismo punto de siempre: la importancia del CVII en el lanzamiento masivo y popularización del movimiento ecuménico, mucho más antiguo, nacido entre los protestantes y condenado por el Magisterio de la Iglesia. Y, concurrentemente, conducen al tema litúrgico, donde de nuevo tropezamos con dificultades insalvables en relación con los protestantes, y no así en el caso de los ortodoxos, con quienes las cosas tienen un carril mucho más auspicioso. Dice sobre este tema el obispo que citamos anteriormene respondiendo a la pregunta ¿Cómo debe entenderse la liturgia hoy?:
Pío XI, autor de la Mortalium animos
“Todo lo que las personas dicen de nuevo después del Concilio Vaticano II no era tema de la Constitución sobre la Liturgia. Por ejemplo, celebrar la eucaristía de frente a los fieles nunca fue el tema de la tradición. La tradición siempre fue celebrar en dirección al este, porque esta es la vista de la resurrección. En la Basílica de San Pedro, se celebraba desde hace tiempos de frente a las personas porque aquella dirección era la dirección dirigida al Este. La segunda cosa es la lengua vernácula. El Concilio quiso que el latín permaneciese como la lengua de la liturgia”.
Claro que no todas son rosas: “Pero todas las cosas muy profundas, fundamentales de la Constitución litúrgica, no son todavía conocidas por muchos. Por ejemplo, toda la liturgia y la liturgia de la Pascua. La Pascua del misterio, la muerte y la resurrección de Jesucristo. No se puede celebrar la Pascua sin sacrificio, y este es el tema que se coloca en la teología. Porque también la Constitución sobre la revelación no es aún acogida en la Iglesia. Tenemos todavía mucho que hacer para apropiar el Concilio.”
!Humm! Sobre la Teología del Misterio Pascual podemos hablar en otro artículo, pero quizás sea uno de los aspectos en los que la gestión Kasper y la Koch no se diferencien en mucho...