Lunes, 18 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Francisco habla de la gratuidad del amor de Cristo por los sufrientes y los débiles

Radio Vaticana

Francisco con una paloma, símbolo de la paz que quiere impulsar
Francisco con una paloma, símbolo de la paz que quiere impulsar
Este caluroso sábado de junio la plaza de San Pedro fue nuevamente escenario de un multitudinario encuentro con el Papa Francisco. En esta ocasión con treinta mil voluntarios provenientes de toda Italia pertenecientes al grupo de las “Misericordias” y a los grupos “Fratres” de donadores de sangre. Se trata del más antiguo movimiento de voluntariado que, justamente, este 2014 celebra sus 770 años.

"Estamos de verdad agradecidos al Papa Francisco por haber aceptado recibirnos, consintiéndonos conocerlo personalmente y presentarle nuestros grupos" – afirmaron Roberto Trucchi y Luigi Cardini, respectivamente Presidente Nacional de las Misericordias y Presidente Nacional Fratres. El Presidente de las Misericordias recordó también que el Papa hace referencia con frecuencia a la misericordia del Señor. "Esto por una parte - dijo - nos hace pensar el peso y a la gran responsabilidad del nombre de nuestro movimiento y, por otra parte, nos remonta a la elección significativa hecha por nuestros padres hace 8 siglos, que se dieron este nombre como signo de una ilimitada caridad".

Por su parte el Presidente del Grupo Fratres, Luigi Cardini, observó que el 14 de junio se celebra la Jornada Mundial del donador de sangre, "y para nuestros grupos de donadores Fratres - observó- festejarla con el Papa Francisco es verdaderamente una ocasión irrepetible que llena nuestros corazones de alegría y conmoción".

El encuentro de hoy tuvo lugar a 28 años de distancia de aquel con Juan Pablo II, el 14 de junio de 1986, cuando en el aula Pablo VI el Pontífice marcó un cambio en la vida de los movimientos, indicando con claridad el camino de la caridad que las Misericordias y los grupos de donadores de sangre tenían que hacer propias: “he aquí la consigna que les hago… sean promotores y autores de la civilización del amor, testigos incansables de la cultura de la caridad” dijo el Papa santo. Hoy los grupos de voluntarios italianos confluyeron en la plaza de san Pedro coloreándola con amarillo y cian, característicos de los uniformes de las Misericordias y de blanco y rojo, del grupo Fratres. Durante esta mañana se alternaron cantos, oraciones y testimonios, esperando el encuentro con Francisco.

Texto completo del discurso del Papa:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Dirijo mi saludo a todos ustedes que forman parte de las Misericordias de Italia y de los grupos Fratres, y también a sus familiares y a las personas asistidas que han podido unirse a su peregrinación. Saludo a Mons. Franco Agostinelli, Obispo de Prato y su Corrector general, y al Presidente nacional de su Confederación, el Señor Roberto Trucchi, agradeciéndole por las palabras con las que han introducido este encuentro. A todos ustedes se dirige mi aprecio por la importante obra que desarrollan en favor del prójimo sufriente.

Las “Misericordias”, antigua expresión del laicado católico y bien radicadas en el territorio italiano, están comprometidas en testimoniar el Evangelio de la caridad entre los enfermos, los ancianos, los minusválidos, los menores, los inmigrantes y los pobres. Todo su servicio toma sentido y forma de esta palabra: “misericordia”, palabra latina cuyo significado etimológico es “miseris cor dare”, “dar el corazón a los miserables”. Aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren.

Y es eso lo que ha hecho Jesús: ha abierto su Corazón a la miseria del hombre. El Evangelio es rico de episodios que presentan la misericordia de Jesús, la gratuidad de su amor por los sufrientes y los débiles. De los relatos evangélicos podemos captar la cercanía, la bondad, la ternura con la que Jesús se acercaba a las personas sufrientes y las consolaba, les daba alivio, y a menudo las sanaba. Sobre el ejemplo de nuestro Maestro, también nosotros estamos llamados a hacernos cercanos, a compartir la condición de las personas que encontramos. Es necesario que nuestras palabras, nuestros gestos, nuestras actitudes expresen la solidaridad, la voluntad de no permanecer ajenos al dolor de los demás, y esto con calor fraterno y sin caer en alguna forma de paternalismo.

Tenemos a disposición tantas informaciones y estadísticas sobre la pobreza y sobre las tribulaciones humanas. Existe el riesgo de ser espectadores informadísimos y desencarnados de estas realidades, o también de hacer bellos discursos que se concluyen con soluciones verbales y un desinterés con respecto a los problemas reales. Demasiadas palabras, demasiadas palabras, demasiadas palabras, ¡pero no se hace nada! ¡Esto es un riesgo! No es de ustedes, ustedes trabajan, trabajan bien, ¡bien! Pero existe el riesgo… Cuando yo escucho algunas conversaciones entre personas que conocen las estadísticas: “¡Que barbaridad, Padre! ¡Que barbaridad!, ¡Que barbaridad!”. “Pero ¿tú que haces por esta barbaridad?” “¡Nada! ¡hablo!”. ¡Y esto no soluciona nada! ¡Hemos escuchado tantas palabras! Aquello que sirve es actuar, la obra suya, el testimonio cristiano, ir hacia los sufrientes, acercarse como hizo Jesús. En cambio, todos estamos llamados a dejarnos envolver por las fatigas humanas que cada día nos interpelan. Imitemos a Jesús: Él va por las calles y no ha planificado ni los pobres, ni los enfermos, ni los inválidos que cruza a lo largo del camino; pero se detiene con el primero que encuentra, convirtiéndose en presencia que socorre, señal de la cercanía de Dios que es bondad, providencia y amor.

La actividad de sus asociaciones se inspira en las siete obras de misericordia corporal, que me gusta recordar, porque hará bien volverlas a escuchar: dar de comer a los hambrientos; dar de beber a los sedientos; vestir a los que están desnudos; dar posada a los peregrinos; visitar a los enfermos; visitar a los encarcelados; enterrar a los muertos. Los aliento a llevar adelante su acción con alegría y a modelarla sobre aquella de Cristo, dejando que todos los sufrientes puedan encontrarlos y contar con ustedes en el momento de la necesidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡gracias! Gracias de nuevo a todos ustedes por aquello que hacen. ¡Gracias! !Por haber venido! Que las “Misericordias” y los grupos “Fratres” continúen siendo lugares de acogida y de gratuidad, en el signo del auténtico amor misericordioso por cada persona. ¡Que el Señor los bendiga y la Virgen los proteja! ¡Gracias!

Y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡También yo lo necesito! Gracias!

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)
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