Catherine L´Ecuyer, Premio ReL Educación: «Echo en falta en España un modelo de educación clásica»
Catherine L´Ecuyer lleva años volcada en intentar mejorar la educación, tanto en los colegios como en los propios hogares. El uso y abuso de las nuevas tecnologías ha sido uno de sus principales caballos de batalla, pero todo comenzó con su llamada a "educar en el asombro", titulo que además dio al libro que se convirtió en superventas y abrió los ojos a decenas de miles de familias.
Por su abnegada lucha por una educación libre de injerencias ideológicas y políticas en la que el buen desarrollo de los niños realmente sea el elemento a tener en cuenta ha sido reconocida con el Premio Religión en Libertad 'Educación Integral' 2021.
La entrega de estos galardones se celebrará el próximo 25 de noviembre, a las 19.00 horas, en el Auditorio de la Universidad CEU San Pablo de Madrid (Julián Romea, 23) en un acto público hasta completar aforo.
Esta experta en educación, casada, madre de cuatro hijos y católica conversa reside en Barcelona con su familia, y en esta entrevista con ReL habla de cómo se introdujo en este ámbito de la educación, las motivaciones que le llevaron hasta aquí y los deseos que aún guarda en su corazón:
- ¿Qué te ha parecido el ser reconocida con el Premio ReL 'Educación Integral'?
-Lo primero que uno siente al recibir un premio así es agradecimiento. Muchas gracias. Quisiera también expresar mi más sincera felicitación a todos los nominados para los demás Premios.
- ¿Cómo has llegado a introducirte de manera tan profunda en el ámbito de la educación? Si no me equivoco tu formación inicial era en Derecho...
-Si. He trabajado en Canadá en litigios en un bufete internacional en derecho comercial y luego en el departamento legal de una empresa tecnológica. Esa experiencia me ayudó años después a comprender lo que busca la industria de la tecnología cuando se hace camino en el ámbito educativo. Después de acabar un Máster en administración y dirección de empresas en 2004, trabajé varios años en consultoría de alta dirección. Estuve en más de 50 empresas multinacionales haciendo entrevistas a cientos de directivos y una de las preguntas que nos hacíamos era: ¿Qué es lo que motiva a las personas en las organizaciones? En 2006, decidí dejar la consultoría para cuidar de mis hijos, compaginando ese trabajo con la docencia en el ámbito universitario. Es cuando empecé a trasladar todas las preguntas que me había hecho anteriormente al ámbito de la educación e hice un Máster en investigación para tener las herramientas para llevar a cabo ese trabajo de forma profesional.
-¿Cómo surgió entonces Educar en el asombro, tu gran libro superventas?
-En 2010, tuve un accidente grave de coche estando embarazada de mi cuarta hija y estuve 6 meses inmovilizada hasta el día del parto, es cuando lo escribí. Educar en el asombro es el fruto de la observación, de la reflexión y de las lecturas de una madre inquieta y lectora. Intenté documentar mis intuiciones a través de una investigación rigurosa. Lo que iba a ser un libro que mis 10 amigas se iban a leer para hacerme un favor se convirtió en una hipótesis educativa reconocida en 2014 por la revista suiza Frontiers in Human Neuroscience…
En 2014, empecé a dedicarme a la investigación a tiempo completo, a publicar en revistas indexadas y presenté mi tesis de doctorado en Educación y Psicología en 2019. Está publicada con el título Montessori ante el legado pedagógico de Rousseau. Mi último libro, Conversaciones con mi maestra, es un intento de divulgar en un formato ameno el fruto de más de 15 años de investigación en el ámbito de la teoría educativa. La educación me apasiona, me considero privilegiada de poder dedicarme a algo que amo profundamente.
-Has dado clases en el ámbito universitario, pero ¿no te encuentras a veces con resistencia en el ámbito de la educación por no ser maestra?
-Montessori, Claparède, Decroly, Piaget… no habían estudiado formalmente la pedagogía, eran médicos, psicólogos... De hecho, hay una inmensa mayoría de autores en el ámbito de la pedagogía que vienen de otros ámbitos. Hoy, existe una tensión curiosa entre la práctica o la experiencia y la teoría. Existe esa idea de que la experiencia contradice la teoría. O que la teoría contradice la práctica. Esa actitud no es neutra. En realidad, la teoría es la abstracción de la práctica, y la experiencia es la puesta en práctica de una teoría contrastada. Una teoría que se construye al margen de la práctica, es una ideología. Y una práctica que se lleva a cabo con desprecio hacía la teoría, es un terreno fértil para los gurús. La educación ha de basarse en las evidencias, no en las ocurrencias.
-Me consta que has rechazado ofertas de colaboración con empresas tecnológicas, ¿por qué lo has hecho? ¿No crees que es una forma de impactar positivamente en la educación?
-Cuando la industria de la telecomunicación hace alianzas con la educación, está en pleno conflicto de interés. Es como si Pizza Hut o Coca-Cola estuviesen patrocinando la elaboración de los menús de los comedores de los colegios. En general, las empresas tecnológicas no están en el negocio de entregar contenidos a sus clientes o a sus usuarios. Están en el negocio de entregar la atención de sus clientes o usuarios a los que patrocinan sus plataformas o sus contenidos. El producto, somos nosotros, son nuestros hijos, son los alumnos. Es David contra Goliat. La industria tiene un presupuesto ilimitado para convencer de la bondad de sus productos, patrocinando congresos educativos o publicaciones en las que se hablan positivamente de sus productos, etc. Prefiero no entrar en esa dinámica, quiero ser libre.
-¿Qué esperanza tienes en el futuro y qué frutos desearías ver tras tanto esfuerzo dedicado a este campo de la educación?
-Los verdaderos frutos son internos, no externos. En educación, hay que ser muy paciente. Antes de crecer, la semilla desaparece y ha de pudrirse. Las raíces se desarrollan discretamente. Solo se ven los frutos después de años. Mi trabajo es así también. No estoy esperando ver frutos en el corto plazo, mi trabajo es discreto. Hoy estamos inundados por información desbocada y nerviosa que nos bombardea, nos embota y nos convierte en presas irreflexivas. Podríamos decir que todo eso es un panorama complicado para autores que escriben libros que se detienen en cuestiones más profundas. Pero creo en la lectura personal, que se hace al ritmo del que lee. Leemos a nuestro propio ritmo modulando la velocidad, interiorizamos lo que asimilamos y comprendemos por nosotros mismos. Así como el medio audiovisual es más invasivo y ruidoso, su impacto es efímero y no apela a la dimensión racional, sino a la emoción superficial. En la lectura, en cambio, el autor se acerca al lector de una forma menos invasiva. Se establecen las condiciones para que el lector decida si quiere o no que se encienda una chispa, y cuando se enciende, esa chispa puede dejar una huella más profunda.
-¿Te haría ilusión un proyecto en concreto en relación con la educación?
-Sí. Echo en falta en España un modelo de educación clásica. Me encantaría participar en el nacimiento de un colegio o de una universidad de educación clásica. Sé que son momentos complicados para soñar en algo así. Pero en la vida hay que soñar. Además, llevo 10 años dando conferencias en las que escucho las inquietudes de los padres y sé que habría cola kilométrica para acudir a este tipo de educación.
La gala de los Premios Religión en Libertad 2021 se celebrará el próximo 25 de noviembre, a las 19.00 horas, en el Auditorio de la Universidad CEU San Pablo de Madrid (Calle Julián Romea, 23), en un acto público y abierto hasta completar aforo.