¿Por qué eres tan bella?
¿Por qué en las apariciones marianas esa Mujer es tan bella y joven? La respuesta me ha venido de una bosnia, que según parece tiene un rato de experiencia en estos temas: Marija Pavlovic.
por José F. Vaquero
Acaba de terminar el mes de mayo, según muchos, el mes más hermoso del año. El mes de la primavera, de los días que se van alargando, de la llegada del buen tiempo, aunque este año primero se ha hecho esperar, y luego ha llegado de repente. Para los católicos, este mes de las flores es hermoso, además, porque es el mes dedicado a la Virgen María.
¿Por qué saco a colación este tema, ahora que ya se ha acabado el mes? En sus últimos días ha escuchado quizás la mejor respuesta a una interesante pregunta ante la Madonna y ante sus apariciones: ¿Por qué esta mujer es tan bella y joven? ¿No han pasado ya dos mil años desde que nació? La respuesta me ha venido de una bosnia, que según parece tiene un rato de experiencia en estos temas: Marija Pavlovic.
Esta mujer, una de los seis videntes de la Virgen, la Gospa en aquellas tierras, repitió este sábado por dos veces la pregunta; y por dos veces nos ofreció la respuesta que le dio la Virgen: «Eso es porque amo».
Doctores tiene la Iglesia para definir la autenticidad o no de estas apariciones; de momento no las ha negado, y reconoce el movimiento de conversión y oración en torno a estos acontecimientos. Yo me fijo en esta constatación: María es bella porque ama, y las personas son bellas cuando y en la medida que ama. Es frecuente escuchar, ante un grupo de monjas, incluso de edad avanzada y largos años de clausura: tienen un rostro hermoso, casi de jovencitas. Parecen tener mucha menos edad de la que tienen. ¿No es una constatación más de este fenómeno? Es bella porque ama.
La eterna juventud es el sueño dorado de nuestra sociedad. Cada día salen al mercado nuevas cremas, ungüentos y productos varios que prometen rejuvenecerte en pocos días o semanas. Algunas mujeres no temen pasar por el quirófano, incluso varias veces al año, con tan de que las revistas del corazón afirmen ¡Qué bella es! No carguemos las tintas sobre las mujeres; hay hombres que dedican horas de entrenamiento, gimnasio y esfuerzo para conseguir este mismo objetivo. Y en cambio constatamos la belleza, también belleza física, de otras personas que se preocupan sólo de amar, de darse, de entregarse, a los demás y al Señor de cielos y tierra.
El último día de este mes de mayo, Benedicto XVI nos dejaba esta misma reflexión. Y también en un entorno de apariciones marianas, ésta sí reconocida y muy alabada por la Iglesia. ¿El escenario? La gruta de Lourdes que se encuentra en los jardines vaticanos, reproducción en pequeño de la gruta original, situada en esta ciudad de Francia.
«Está precisamente aquí, también para todos nosotros, el secreto de nuestra vida de hombres y de cristianos. La nuestra, como individuos y como Iglesia, es una existencia proyectada fuera de nosotros». He aquí el secreto de nuestra vida bella, hermosa, radiante. El hombre es uno de los pocos animales que vive de pie, erguido, y por tanto mirando hacia delante, proyectándose en sus semejantes y con-viviendo con ellos, viviendo juntamente con ellos. Y aquí radica su belleza, o su pobreza: en el destinatario de su amor
En nuestra «católica» España (hoy habría que cambiar un par de consonantes, y decir caótica) cada vez se impone más la convicción de que la religión es un fenómeno privado, que se debe alejar de la sociedad civil. ¿Y la belleza? ¿La eterna juventud, ésa que no es puro artificio?
Quizás mejor que los planes de la alianza de vilizaciones, esa que nos cuesta una millonada y por causas de fuerza mayor no ha contado con la presencia de uno de sus promotores, sería mejor invertir en la civilización del amor, «una civilización en la que reinen la verdad, la justicia, la libertad y el amor, pilares fundamentales e insustituibles de una verdadera convivencia ordenada y pacífica».
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