Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Pederastia y homosexualidad

Dolores Delgado.
La fiscal general del Estado, Dolores Delgado, ex ministra de Justicia, ha ordenado una investigación sobre abusos, pero solo sobre los relacionados con la Iglesia.

por Daniel Arasa

Opinión

La Fiscalía General del Estado ha ordenado investigar la pederastia en la Iglesia española y, a tal fin, la fiscal general, Dolores Delgado, ha solicitado a los 17 fiscales superiores de las autonomías que le remitan la información sobre agresiones y abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia. De otro lado, Unidas Podemos, Bildu, Compromís y ERC han pedido la creación de una comisión de investigación en el Congreso.

Todo intento de erradicar la pederastia, en la Iglesia o fuera de ella, debe ser bienvenido y apoyado si el verdadero objetivo es acabar con aquella lacra. De ningún modo esconderla y menos justificarla. Un solo caso ya sería algo grave. Quienes hayan cometido los delitos, aparte de tener que dar cuenta en su momento a la justicia divina, también han de comparecer ante la justicia humana. Por tanto, ninguna connivencia ni medias tintas con los pederastas. Y llegar al fondo, a las causas, incluido el poner en evidencia el perfil medio del pederasta.

Sentado lo anterior, merece la pena analizar con más detalle el asunto. En primer lugar, ¿por qué investigar los delitos de este tipo cometidos por miembros de la Iglesia Católica pero no los cometidos por otros? Es bien sabido que la mayor parte de abusos sexuales sobre niños se producen en el seno de sus propias familias, lo cual ciertamente resultaría imposible investigar en concreto en la mayor parte de casos, pero se dan en gimnasios y clubs deportivos, en centros educativos, en otras comunidades religiosas y en otros muchos lugares. Se calcula que solo un 0,3% de los abusos han sido cometidos por miembros de la Iglesia. Pero se promueve investigar solo a éstos. No parece que la selección esté orientada a acabar con los actos pederastas ni reconocer a todas las víctimas.

Un segundo aspecto. Partidos con ideologías muy similares a los que piden la creación de dicha comisión de investigación, en Holanda están entre los que promueven la legalización de la pederastia. Da la impresión que tampoco la erradicación de ésta sea en este caso el verdadero objetivo.

Los mismos partidos, o similares, en las comunidades valenciana y balear boicotean la investigación de casos actuales de corrupción y trata en centros de menores gestionados por los respectivos gobiernos regionales. Sin embargo, curiosamente, promueven investigar posibles delitos de personas eclesiásticas producidos hace 40 o 70 años, en su mayor parte ya prescritos y fallecidos sus autores. No son muy coherentes. O sí, porque el propósito es distinto del que se esgrime.

Sigamos. Aquellos partidos, entre otros, son quienes promueven a tope la ideología de género y no pocas perversiones sexuales en la educación. No directamente la pederastia, pero ponen bases para todo libertinaje sexual. No es de extrañar que luego ocurran otras cosas.

Sigo con la comisión de investigación. Todo aquel que conoce la vida parlamentaria, y he sido cronista parlamentario durante muchos años, conoce el valor real de tales comisiones de investigación. No buscan aclarar nada. No tienen más función que conseguir que “la olla se mantenga hirviendo el mayor tiempo posible”. Es decir, que se hable del tema en cuestión, que salga continuamente en los medios de comunicación, erosionar al supuesto investigado. La conclusión de cada partido está ya tomada de antemano.

Cuando se informa de estos abusos de miembros de la Iglesia, de otro lado, no suele tenerse en cuenta el horizonte temporal, con lo que da la impresión de que es un fenómeno generalizado entre los clérigos, cuando solo una pequeña minoría actúa de esta forma. Se suman daros de hechos cometidos hace 70, 60, 50 años. Y siempre que sean verdad.

Por último, en toda investigación se debe ir a las causas, a fin de poder actuar de manera correcta para evitar los efectos. Hay un dato ratificado por todas las estadísticas sobre el tema: más del 80% (algunas los elevan al 95%) de los menores objeto de abuso sexual por parte de miembros de la Iglesia son niños (varones). Ello contrasta radicalmente con el acoso sexual global en el conjunto de la sociedad, en que el acoso a las mujeres, niñas incluidas, es muy superior al ejercido sobre los varones. La conclusión es muy evidente y en el fondo la saben todos, aunque lo callen: gran parte de aquellos abusos han sido cometidos por religiosos homosexuales. Es un dato puramente estadístico, irrebatible, nada ideológico. 

Éste es un secreto a voces. Pero los “gays” son intocables, su lobby es poderoso y cualquier crítica recibe de inmediato ataques feroces y la acusación de homofobia y hasta de odio por parte de quien la formula. Hasta entre la jerarquía de la Iglesia se tiene miedo en decir lo que todos saben. Quizás tanta investigación con el único objetivo de erosionar al cristianismo en España ponga en evidencia la realidad y no dejen de exponerla obispos valientes.

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