Evangelizar es el mejor voluntariado
Para poder proponer este encuentro con Cristo, es necesario que también nosotros lo vivamos o al menos que lo deseemos de corazón, poniendo todo lo que depende de nosotros para que sea posible.
La Iglesia existe fundamentalmente para evangelizar. Ya lo decía el papa Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi. La Iglesia debe realizar el servicio de evangelizar, y si no sirve, no sirve para nada, porque ha sido fundada por Jesucristo con la misión de anunciar la Buena Noticia.
Jesucristo, después de resucitar y antes de volver al Padre, nos confió a todos los bautizados que hemos recibido la iniciación cristiana la misión de ir y anunciar el Evangelio por todo el mundo. Esta misión evangelizadora corresponde a toda la Iglesia y no sólo a los sacerdotes y consagrados. Posiblemente, el hecho de haber vivido tantos años en un contexto de cristiandad ha provocado que esta llamada que hemos recibido del mismo Señor a menudo no haya sido suficientemente promovida. Hoy, pues, quisiera incidir en esta doble llamada que hemos recibido los cristianos: a la santidad y a la misión.
Pero, ¿qué significa evangelizar? El beato Papa, y futuro santo, Pablo VI nos recuerda en la Evangelii Nuntiandi: «Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad» (EN 18). Es decir, «alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación» (EN 19).
Cuarenta años después e influido por Pablo VI, el Papa Francisco insiste en la vocación misionera de la Iglesia y nos recuerda que evangelizar es proponer un encuentro con Alguien que tiene la capacidad de transformar completamente nuestra vida. Nos dice: «Siempre tenemos que tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio. Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra» (fragmento del mensaje del papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones de 2013). Pero para poder proponer este encuentro con Cristo, es necesario que también nosotros lo vivamos o al menos que lo deseemos de corazón, poniendo todo lo que depende de nosotros para que sea posible.
Evangelizar es el mejor voluntariado y servicio que podemos ofrecer al mundo. No es un acto aislado, individual ni privado, sino que es siempre un acto comunitario (eclesial), un acto de Iglesia, incluso cuando lo ejercemos aisladamente. Evangelizar es ofrecer lo más grande que puede recibir una persona. Nosotros queremos ofrecer con alegría este regalo a toda la humanidad.
Desde nuestra realidad local, queremos iniciar un camino de conversión personal y comunitaria para hacer posible una «Iglesia en salida». Sí, queremos tomar conciencia de nuestra misión evangelizadora, recuperar el anhelo y el ardor misionero. Hoy, 22 de abril, a las cinco de la tarde, iniciaremos este camino comunitario de ardor misionero en la Basílica de Santa María del Mar, donde celebraremos el acto de presentación de las Orientaciones y propuestas para una conversión pastoral en la archidiócesis de Barcelona. ¡Todos estáis invitados!
Este nuevo Plan pastoral quiere convertirse en una hoja de ruta para ir transformando nuestra comunidad diocesana en una Iglesia en salida. ¡Qué bien lo expresa el Papa Francisco!: «Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. […] Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium 49).
Pido al Señor y a la Virgen de la Merced que nos ayuden a hacer viva esta invitación del papa Francisco.
Jesucristo, después de resucitar y antes de volver al Padre, nos confió a todos los bautizados que hemos recibido la iniciación cristiana la misión de ir y anunciar el Evangelio por todo el mundo. Esta misión evangelizadora corresponde a toda la Iglesia y no sólo a los sacerdotes y consagrados. Posiblemente, el hecho de haber vivido tantos años en un contexto de cristiandad ha provocado que esta llamada que hemos recibido del mismo Señor a menudo no haya sido suficientemente promovida. Hoy, pues, quisiera incidir en esta doble llamada que hemos recibido los cristianos: a la santidad y a la misión.
Pero, ¿qué significa evangelizar? El beato Papa, y futuro santo, Pablo VI nos recuerda en la Evangelii Nuntiandi: «Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad» (EN 18). Es decir, «alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación» (EN 19).
Cuarenta años después e influido por Pablo VI, el Papa Francisco insiste en la vocación misionera de la Iglesia y nos recuerda que evangelizar es proponer un encuentro con Alguien que tiene la capacidad de transformar completamente nuestra vida. Nos dice: «Siempre tenemos que tener el valor y la alegría de proponer, con respeto, el encuentro con Cristo, de hacernos heraldos de su Evangelio. Jesús ha venido entre nosotros para mostrarnos el camino de la salvación y nos ha confiado la misión de darlo a conocer a todos, hasta los confines de la tierra» (fragmento del mensaje del papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones de 2013). Pero para poder proponer este encuentro con Cristo, es necesario que también nosotros lo vivamos o al menos que lo deseemos de corazón, poniendo todo lo que depende de nosotros para que sea posible.
Evangelizar es el mejor voluntariado y servicio que podemos ofrecer al mundo. No es un acto aislado, individual ni privado, sino que es siempre un acto comunitario (eclesial), un acto de Iglesia, incluso cuando lo ejercemos aisladamente. Evangelizar es ofrecer lo más grande que puede recibir una persona. Nosotros queremos ofrecer con alegría este regalo a toda la humanidad.
Desde nuestra realidad local, queremos iniciar un camino de conversión personal y comunitaria para hacer posible una «Iglesia en salida». Sí, queremos tomar conciencia de nuestra misión evangelizadora, recuperar el anhelo y el ardor misionero. Hoy, 22 de abril, a las cinco de la tarde, iniciaremos este camino comunitario de ardor misionero en la Basílica de Santa María del Mar, donde celebraremos el acto de presentación de las Orientaciones y propuestas para una conversión pastoral en la archidiócesis de Barcelona. ¡Todos estáis invitados!
Este nuevo Plan pastoral quiere convertirse en una hoja de ruta para ir transformando nuestra comunidad diocesana en una Iglesia en salida. ¡Qué bien lo expresa el Papa Francisco!: «Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. […] Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium 49).
Pido al Señor y a la Virgen de la Merced que nos ayuden a hacer viva esta invitación del papa Francisco.
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