Mamá, de mayor quiero ser...
por José F. Vaquero
Los años pasan, la sociedad avanza, o al menos eso dicen. Pero hay una pregunta que los mayores siguen haciendo a los niños: “¿Qué quieres ser de mayor?”. Hay respuestas que se repiten, año tras año, desde hace décadas: médico, profesor, arquitecto, ingeniero, periodista,… Desde hace años ganaron puntos profesiones como informático, técnico audiovisual, experto en redes sociales. Pero en los últimos años también hay nuevas propuestas, algunas muy nuevas: “Youtuber”, “influencer”.
¿Qué es un “youtuber”, o un “influencer”, o en román palidino un influyente vía internet? Alguien famoso y muy conocido en internet, que es visto por muchos cibernautas y ejerce sobre ellos cierto influjo en opiniones, moda, forma de ser o de vivir… Su fin práctico es obtener un número elevado de “Me gusta”, una alta cifra de visitas en los vídeos que publica en internet. Es la versión digital del famoso del mundo del corazón, que sólo tiene nombre, imagen, dinero y una serie de paparazzi y periodistas que van detrás de él. No es un torero famoso, o un cantante de renombre, o un personaje público, a quien también siguen estos periodistas; es alguien que tiene nombre, y vive solo de su imagen.
El mundo cambia, y esto de por sí no significa que sea para mal. Pero tampoco podemos afirmar a priori que cambie para bien. El problema, o el posible problema, que me suscitan estas nuevas profesiones está en el cimiento de ese modo de vivir. La subida o bajado de un “youtuber”, de un “influencer”, depende de lo que dicen otros de él, del aplauso de sus seguidores. Vive de la opinión que otros tienen de él, posiblemente ni siquiera de sus propias convicciones. Si baja el número de sus seguidores, la influencia se acaba, y el edificio corre serio peligro.
Aquí es donde veo lo delicado de estas nuevas profesiones. ¿Qué sucede cuando se presenta una pequeña contradicción, un pequeño problema físico, un grano que crece en la frente perfecta, donde no debe haber ninguna arruga? Llega el drama, la histeria generalizada, y todo se cae. Hemos construido una pirámide invertida, y además la punta que sustenta la pirámide invertida empieza a resquebrajarse.
Todo ser humano, antes o después, atraviesa momentos de sufrimiento, de resquebrajamiento, de cruz. Sea católico, protestante, musulmán o ateo, la cruz llega su vida. Es una experiencia frecuente y cotidiana, más allá del dinero, del poder o de la posición global que tengamos
Los grandes problemas de la existencia no se vencen de la noche a la mañana, ni por una fuerza misteriosa que nos llega de repente no sabemos cómo. Estas dificultades se superan venciendo las pequeñas frustaciones y contradicciones de cada día, los pequeños “noes” que los padres dan a sus hijos, los límites que los buenos educadores marcan a sus educandos, la aceptación serena de que el otro no opine igual que yo, el reconocimiento humilde de que el otro puede tener mas experiencia y sabiduría que yo.
Durante la adolescencia aumenta el deseo de ser “youtuber” o “influencer”. Es un tiempo en el que el joven quiere influir y comerse el mundo, y a la vez es muy influenciable. Pero es también un tiempo en el que se pone a prueba los cimientos que el niño ha ido construyendo. Puede tener sus fallos, sus rebeldías, sus equivocaciones, pero con el tiempo pondrá cada cosa en su sitio, y no se creerá omnipotente ni omnisciente; sólo alguien con muchas ilusiones, y también con limitaciones. Será el enano que se sube a los hombros de padres y educadores para poder ver más lejos.
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