El puente de la discordia
Cuando quitamos a Dios del horizonte, la experiencia la confirma, terminamos quitando la Verdad y la Belleza, hacemos un Bien a nuestra imagen y semejanza, y en poco tiempo, todo vale.
por José F. Vaquero
Hemos terminado uno de los puentes que más nombres ha recibido en los medios de comunicación. Los más neutros en apariencia, yo prefiero decir sin esqueleto, lo han bautizado como puente de diciembre. Dicho sea de paso, pero este diciembre hay tres puentes, como mínimo: el que acabamos de pasar, el de Nochebuena y Navidad, y el de Nochevieja – Año Nuevo.
En otros medios, públicos por no decir gubernamentales, lo han seguido bautizando como puente de la constitución. Se ve que, éstos amantes del gobierno, no se han percatado de las fiestas publicadas en el Boletín Oficial del Estado, donde no aparece el 6 de diciembre al coincidir con domingo. ¿O será que a partir de ahora todos los fines de semana recibirán el nombre de «puente del domingo»?
La tercera denominación, incluso con la ley por delante, es la más tradicional, y por ello, según algunos, ya pasada de moda: el puente de la Inmaculada. Más allá de la polémica de los nombres (según soplen los vientos, el nombre es intrascendente o tiene un matiz que cambia radicalmente su significado), este fenómeno refleja una característica de la cultura que nos está invadiendo: el pánico a hablar en público de la dimensión religiosa del hombre.
Se está afianzando en nuestra sociedad la cultura de la no-religión. No se trata del respeto a cualquier religión, de la separación de Estado – Religión. Ni siquiera de la indiferencia ante el mundo religioso y espiritual. Se trata, y ahí está lo peligroso, de imponer por decreto que la religión no existe, quitando del vocabulario público cualquier referencia a lo religioso.
Tal vez haya que recomendar a los asesores de nuestros políticos que abran los ojos ante la psicología de los ciudadanos, de sus votantes: más allá del dinero, del sueldo mileurista, los ciudadanos se preocupan por otros temas trascendentes, espirituales (o al menos espiritualistas) ¿Qué hay, por ejemplo, detrás de esa sección del periódico tan consultada, titulada horóscopo? ¿Qué hay detrás de tantas consultas a adivinos de cartas, visionistas, etc.? ¿Qué hay, en el fondo, en las salas de espera de un buen número de psicólogos? ¿Y qué hay, sobre todo, detrás de tantos millones de españoles que van, domingo tras domingo, y principalmente en algunas fechas, a la Misa de sus parroquias?
Pretender olvidar esa parte tan importante de la vida, de la cultura, de la sociedad, creo que no es hacer justicia al hombre. Cuando hace pocas semanas se recordaba la caída del muro de Berlín, todos coincidían en que tal sistema económico (el comunismo) estaba llamado a la muerte; es un régimen anti-libertad y reductivista. Sin embargo, los modelos de cultura que estamos creando se parecen demasiado a ese régimen. Un sistema que pretende cortar las alas del espíritu al hombre es un sistema que transforma y achica al hombre, pasando de un águila maravillosa, a una gallina de corral.
Después nos extrañamos de que la vida de un inocente, de un no nacido, valga tan poco. Cuando quitamos a Dios del horizonte, la experiencia la confirma, terminamos quitando la Verdad y la Belleza, hacemos un Bien a nuestra imagen y semejanza, y en poco tiempo, todo vale. Sí, todo vale, vale económicamente, pecuniariamente. Y como ejemplo, un botón.
«El derecho a la vida es el Derecho Supremo, como lo ha calificado el Comité de Derechos Humanos, porque sin su garantía efectiva todos los demás derechos carecen de significado y de razón de ser. Algo que parece obvio a ojos de todos pero que si lo fuera de verdad no nos empujaría hoy y mañana a reclamar de los poderes públicos de todo el mundo que sean plenamente consecuentes con el carácter inviolable, incondicionado de la vida humana y con el derecho a no ser sometido a penas crueles, inhumanas y degradantes».
No es un texto de Benedicto XVI, ni del Cardenal Rouco u otro de los obispos. Ni siquiera de un médico o una mujer pro-vida como Jesús Poveda o Esperanza Puente. Son las afirmaciones de quien ha facilitado el camino al aborto en nuestro querido país. ¿Tanto poder tiene el dinero? Muchos médicos abortistas lo admiten.
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