Novell los ha acogotado
¡No tengan miedo, señores obispos, hablen, que no pasa nada! Hablen ustedes, por los que no pueden hablar.
por Pablo J. Ginés
El obispo Novell los ha acogotado. Es decir, los ha "acoquinado, dominado, vencido". A los lobbies gays, a los alcaldes de la Cataluña central, a los partidos políticos, a los gerifaltes de la Generalitat.
Desde la guerra de los Tristany (aquella familia alocada que en 1853 declaró la guerra al Gobierno y se echó al monte) Solsona no producía un caso tan emblemático de resistencia al poder. Y Novell ha vencido y ha demostrado que el emperador está desnudo, que su traje nuevo es evanescente y que la estatua que soñó el Nabucodonosor de género, el imperio gay, que decía el cardenal Cañizares, tiene pies de barro. (Por cierto, el Gobierno tampoco consiguió vencer a los Tristany).
Hoy el lobby gay y el funcionariado del régimen son potentes contra maestros, pequeños empresarios y algún padre de familia que encuentren aislado. También contra figuras de la farándula, la intelligentsia apesebrada y políticos dóciles. Te pueden empapelar, condenar a penas de telediario y liar con algún proceso judicial menor.
Pero eso no funciona contra los obispos cuando son valientes. Lo hemos visto muchas veces ya.
El caso Novell se suma a los casos anteriores, los del cardenal Cañizares en Valencia, o Reig Pla en Alcalá, el obispo López de Andújar en Getafe e incluso la cofradía del Lledó en Castellón: si el portavoz eclesial se mantiene firme, el lobby gay y sus inquisidores se estrellan. No pueden hacer nada.
La clave está en no amedrentarse.
El obispo Reig Pla ha ganado ya 4 o 5 denuncias de lobbies LGBT que le acusaban de odio, homofobia, etc... Era falso, por supuesto, y por eso los tribunales lo desestiman. Los ataques de lobbies y funcionarios "del imperio" contra el colegio Juan Pablo II de Alcorcón, que criticó la ley de privilegios gays de Madrid, no han logrado nada.
El cardenal Cañizares, ante la mofa de un grupo anticlerical LGBT contra la Virgen de los Desamparados y la de Montserrat, sacó a la gente a la calle en Valencia en un acto de oración y desagravio masivo. Incluso emitió su propio videomensaje.
A López de Andújar, que ya en 2012 mostró firmeza contra la Eurovegas del PP, la alcaldesa socialista de Getafe le ha buscado las cosquillas varias veces y la izquierda municipal votó para declararlo persona non grata hace un año. ¿Y qué? No pasó nada, no llegó a nada.
Tampoco pasó nada en Barcelona cuando el arzobispo Omella se plantó con firmeza ante las presiones y protegió la charla sobre amor y castidad del homosexual Phillippe Ariño, pese a las presiones de manifestantes, políticos e incluso ¡una insólita reprobación del Parlamento autonómico!
Los obispos, las entidades de Iglesia, no deben temer esos disparos de fogueo de sus enemigos. "No tengan miedo", insistía Juan Pablo II. El miedo era lo que mantenía en pie ese otro imperio de pies de barro, el comunismo. Parecía que sería para siempre y se evaporó como una pesadilla cuando gente con coraje se hartó.
El miedo es una pequeña muerte, que puede llevar a la destrucción total. Pero quien le planta cara y habla con valentía se hace profeta, atraviesa ese valle de sombra de muerte y edifica a sus hermanos, a su rebaño. El obispo valiente con su vara y su cayado alienta a sus corderos. La vara es para dar de palos a los lobos. El cayado para acercar a las ovejitas. Eso hace un buen pastor.
Novell publicó no uno sino tres textos antisistema. Su primera glosa preguntaba si hay relación entre la ausencia de padre en la infancia (ausencia real o percibida) y la homosexualidad masculina. Los estudios del doctor Nicolosi y las terapias de Richard Cohen sugieren con fuerza que es así. Estalló el escándalo.
La segunda glosa decía que la adopción es una magnífica alternativa contra el aborto, y que el niño necesita padre y madre. Los críticos podrían haber puesto el grito en el cielo, otra vez, pero no lo hicieron.
Y el tercer texto era la nota de prensa del obispo diciendo que lamentaba que algunas personas se hubieran sentido heridas, pero que él no tenía nada de qué retractarse. La prensa fiel al régimen publicó que "el obispo se disculpa", desesperados por cerrar el caso.
¿Por qué no siguieron atizándole al mitrado? Porque después de dos semanas de linchamiento mediático veían que no funcionaba.
Novell es telegénico, es joven, no comunica mal. Nadie entraba tampoco al fondo de la cuestión, nadie intentó mostrar estudios sobre lo bien que les va a los niños sin padre. La única argumentación era vociferar "homófobo, te vamos a denunciar". Cuando se comprobó que ni había recorrido judicial posible ni el obispo se asustaba, se acabó la munición.
Para colmo, no puedes ser un alcalde de ciudad de 8.000 personas y estar siempre enfadado con tu obispo. Algún día te habrás de desenfadar.
Más aún, los partidos en Cataluña no son lo que eran. ¿Quién era Ada Colau hace tres años? Un tipa disfrazada de abeja, ¿no? ¿Qué es el PDCat? ¿Qué será dentro de 3 años? ¿Cuánto dura un alcalde en la volátil Cataluña actual? ¿Cuatro, ocho años? Pujol parecía sólido, como la URSS, y en realidad era un pantano, como la URSS.
El obispo Novell es joven y puede estar ahí 20 o 30 o 40 años más. Y no en una ciudad: en todas, y por España, y en Internet.
Un obispo de diócesis pequeña puede aportar mucho a una ciudad. Si Novell, que es uno de los mayores expertos en nueva evangelización y pastoral de laicos evangelizadores, invita a sus cientos de catequistas y líderes laicos a acudir 4 fines de semana a Solsona ciudad a alguna jornada o encuentro, es un consumo interesante que beneficia al comercio local de una ciudad pequeña. Lo mismo si organiza una jornadas que atraigan gente de toda Cataluña o de toda España.
Varios alcaldes querían "cumplir" con la dictadura de género sin significarse demasiado: una condena verbal, y ya está. Pero los extremistas (a veces la CUP, otras veces ERC, otras veces el lobby gay) siempre les presionarían por la izquierda exigiendo más fervor por la causa arcoiris, más sentimiento con la nueva hoz y el nuevo martillo. La polémica se alargaba y no servía para nada: mucho trabajo y pocos votos.
Las izquierdas acusaban a tal o cual alcaldía de ser demasiado suave con el obispo. Por el contrario, una mayoría silenciosa de payeses y botiguers miraba con ojos como platos como la antigua Convergència de la Cataluña rural se convertía al homosexualismo político sin necesidad evidente.
Peor aún, que activistas gays y cupaires de peinado batasuno griten al obispo a la salida de la iglesia en Tàrrega, tras unas confirmaciones, fastidiando la fiesta de las quinceañeras y de sus familias con sus mejores galas, no da buena imagen. En una ciudad pequeña queda muy feo.
Como escribió un periodista con simpatías por la causa nacionalista: "Si en L'Osservatore Romano publican la foto del obispo Novell escoltado por la Policía mientras le gritan a la salida de la iglesia, el procés puede dar por perdida la batalla de la imagen internacional". Nadie en Europa quiere apoyar el nacimiento de países nuevos e impredecibles donde los obispos tienen que ser protegidos por la policía. Alguien podría recordar que en los años 30, época moderna, de electricidad y motor de gasolina, los anticlericales mataron en Solsona a 60 clérigos perfectamente desarmados e indefensos, el 13% del clero de la diócesis.
Pasaban los días y Novell no se retractaba. Él no perdía nada, más aún, recibía felicitaciones de todo el mundo hispanohablante, y los políticos en cambio perdían tiempo, votos, independencia ante los lobbies y capacidad de maniobra ante los extremistas. Y los letrados de la Generalitat dejaban claro que no había delito. En cuanto pudieron, los políticos dieron por cerrado el conflicto.
En la Cofradía del Lledó en Castellón pasó algo parecido. Esta cofradía mariana se negó a admitir como directivo a un gay casado con otro hombre. La prensa se les echó encima, la alcaldesa socialista les amenazó con quitar la financiación... Pasado el alboroto, sólo se dio de baja un socio de los 4.000 que tiene la cofradía, y de hecho ganaron 10 socios más. Y la alcaldesa seguirá acudiendo a la basílica, donde 6.000 personas dejan flores a la Virgen en la ofrenda anual.
Esto aún no es la China comunista, aquí todavía no secuestran obispos.
Los obispos, en este régimen de confesionalidad LGTB y dictadura de género, tienen más libertad para hablar que casi cualquier otra institución. Son capaces de atraer micrófonos y cámaras y su voz resuena cuanto más proféticos sean.
¡No tengan miedo, señores obispos, hablen, que no pasa nada! Hablen ustedes, por los que no pueden hablar.
Desde la guerra de los Tristany (aquella familia alocada que en 1853 declaró la guerra al Gobierno y se echó al monte) Solsona no producía un caso tan emblemático de resistencia al poder. Y Novell ha vencido y ha demostrado que el emperador está desnudo, que su traje nuevo es evanescente y que la estatua que soñó el Nabucodonosor de género, el imperio gay, que decía el cardenal Cañizares, tiene pies de barro. (Por cierto, el Gobierno tampoco consiguió vencer a los Tristany).
Hoy el lobby gay y el funcionariado del régimen son potentes contra maestros, pequeños empresarios y algún padre de familia que encuentren aislado. También contra figuras de la farándula, la intelligentsia apesebrada y políticos dóciles. Te pueden empapelar, condenar a penas de telediario y liar con algún proceso judicial menor.
Pero eso no funciona contra los obispos cuando son valientes. Lo hemos visto muchas veces ya.
El caso Novell se suma a los casos anteriores, los del cardenal Cañizares en Valencia, o Reig Pla en Alcalá, el obispo López de Andújar en Getafe e incluso la cofradía del Lledó en Castellón: si el portavoz eclesial se mantiene firme, el lobby gay y sus inquisidores se estrellan. No pueden hacer nada.
La clave está en no amedrentarse.
El obispo Reig Pla ha ganado ya 4 o 5 denuncias de lobbies LGBT que le acusaban de odio, homofobia, etc... Era falso, por supuesto, y por eso los tribunales lo desestiman. Los ataques de lobbies y funcionarios "del imperio" contra el colegio Juan Pablo II de Alcorcón, que criticó la ley de privilegios gays de Madrid, no han logrado nada.
El cardenal Cañizares, ante la mofa de un grupo anticlerical LGBT contra la Virgen de los Desamparados y la de Montserrat, sacó a la gente a la calle en Valencia en un acto de oración y desagravio masivo. Incluso emitió su propio videomensaje.
A López de Andújar, que ya en 2012 mostró firmeza contra la Eurovegas del PP, la alcaldesa socialista de Getafe le ha buscado las cosquillas varias veces y la izquierda municipal votó para declararlo persona non grata hace un año. ¿Y qué? No pasó nada, no llegó a nada.
Tampoco pasó nada en Barcelona cuando el arzobispo Omella se plantó con firmeza ante las presiones y protegió la charla sobre amor y castidad del homosexual Phillippe Ariño, pese a las presiones de manifestantes, políticos e incluso ¡una insólita reprobación del Parlamento autonómico!
Los obispos, las entidades de Iglesia, no deben temer esos disparos de fogueo de sus enemigos. "No tengan miedo", insistía Juan Pablo II. El miedo era lo que mantenía en pie ese otro imperio de pies de barro, el comunismo. Parecía que sería para siempre y se evaporó como una pesadilla cuando gente con coraje se hartó.
El miedo es una pequeña muerte, que puede llevar a la destrucción total. Pero quien le planta cara y habla con valentía se hace profeta, atraviesa ese valle de sombra de muerte y edifica a sus hermanos, a su rebaño. El obispo valiente con su vara y su cayado alienta a sus corderos. La vara es para dar de palos a los lobos. El cayado para acercar a las ovejitas. Eso hace un buen pastor.
Novell publicó no uno sino tres textos antisistema. Su primera glosa preguntaba si hay relación entre la ausencia de padre en la infancia (ausencia real o percibida) y la homosexualidad masculina. Los estudios del doctor Nicolosi y las terapias de Richard Cohen sugieren con fuerza que es así. Estalló el escándalo.
La segunda glosa decía que la adopción es una magnífica alternativa contra el aborto, y que el niño necesita padre y madre. Los críticos podrían haber puesto el grito en el cielo, otra vez, pero no lo hicieron.
Y el tercer texto era la nota de prensa del obispo diciendo que lamentaba que algunas personas se hubieran sentido heridas, pero que él no tenía nada de qué retractarse. La prensa fiel al régimen publicó que "el obispo se disculpa", desesperados por cerrar el caso.
¿Por qué no siguieron atizándole al mitrado? Porque después de dos semanas de linchamiento mediático veían que no funcionaba.
Novell es telegénico, es joven, no comunica mal. Nadie entraba tampoco al fondo de la cuestión, nadie intentó mostrar estudios sobre lo bien que les va a los niños sin padre. La única argumentación era vociferar "homófobo, te vamos a denunciar". Cuando se comprobó que ni había recorrido judicial posible ni el obispo se asustaba, se acabó la munición.
Para colmo, no puedes ser un alcalde de ciudad de 8.000 personas y estar siempre enfadado con tu obispo. Algún día te habrás de desenfadar.
Más aún, los partidos en Cataluña no son lo que eran. ¿Quién era Ada Colau hace tres años? Un tipa disfrazada de abeja, ¿no? ¿Qué es el PDCat? ¿Qué será dentro de 3 años? ¿Cuánto dura un alcalde en la volátil Cataluña actual? ¿Cuatro, ocho años? Pujol parecía sólido, como la URSS, y en realidad era un pantano, como la URSS.
El obispo Novell es joven y puede estar ahí 20 o 30 o 40 años más. Y no en una ciudad: en todas, y por España, y en Internet.
Un obispo de diócesis pequeña puede aportar mucho a una ciudad. Si Novell, que es uno de los mayores expertos en nueva evangelización y pastoral de laicos evangelizadores, invita a sus cientos de catequistas y líderes laicos a acudir 4 fines de semana a Solsona ciudad a alguna jornada o encuentro, es un consumo interesante que beneficia al comercio local de una ciudad pequeña. Lo mismo si organiza una jornadas que atraigan gente de toda Cataluña o de toda España.
Varios alcaldes querían "cumplir" con la dictadura de género sin significarse demasiado: una condena verbal, y ya está. Pero los extremistas (a veces la CUP, otras veces ERC, otras veces el lobby gay) siempre les presionarían por la izquierda exigiendo más fervor por la causa arcoiris, más sentimiento con la nueva hoz y el nuevo martillo. La polémica se alargaba y no servía para nada: mucho trabajo y pocos votos.
Las izquierdas acusaban a tal o cual alcaldía de ser demasiado suave con el obispo. Por el contrario, una mayoría silenciosa de payeses y botiguers miraba con ojos como platos como la antigua Convergència de la Cataluña rural se convertía al homosexualismo político sin necesidad evidente.
Peor aún, que activistas gays y cupaires de peinado batasuno griten al obispo a la salida de la iglesia en Tàrrega, tras unas confirmaciones, fastidiando la fiesta de las quinceañeras y de sus familias con sus mejores galas, no da buena imagen. En una ciudad pequeña queda muy feo.
Como escribió un periodista con simpatías por la causa nacionalista: "Si en L'Osservatore Romano publican la foto del obispo Novell escoltado por la Policía mientras le gritan a la salida de la iglesia, el procés puede dar por perdida la batalla de la imagen internacional". Nadie en Europa quiere apoyar el nacimiento de países nuevos e impredecibles donde los obispos tienen que ser protegidos por la policía. Alguien podría recordar que en los años 30, época moderna, de electricidad y motor de gasolina, los anticlericales mataron en Solsona a 60 clérigos perfectamente desarmados e indefensos, el 13% del clero de la diócesis.
Pasaban los días y Novell no se retractaba. Él no perdía nada, más aún, recibía felicitaciones de todo el mundo hispanohablante, y los políticos en cambio perdían tiempo, votos, independencia ante los lobbies y capacidad de maniobra ante los extremistas. Y los letrados de la Generalitat dejaban claro que no había delito. En cuanto pudieron, los políticos dieron por cerrado el conflicto.
En la Cofradía del Lledó en Castellón pasó algo parecido. Esta cofradía mariana se negó a admitir como directivo a un gay casado con otro hombre. La prensa se les echó encima, la alcaldesa socialista les amenazó con quitar la financiación... Pasado el alboroto, sólo se dio de baja un socio de los 4.000 que tiene la cofradía, y de hecho ganaron 10 socios más. Y la alcaldesa seguirá acudiendo a la basílica, donde 6.000 personas dejan flores a la Virgen en la ofrenda anual.
Esto aún no es la China comunista, aquí todavía no secuestran obispos.
Los obispos, en este régimen de confesionalidad LGTB y dictadura de género, tienen más libertad para hablar que casi cualquier otra institución. Son capaces de atraer micrófonos y cámaras y su voz resuena cuanto más proféticos sean.
¡No tengan miedo, señores obispos, hablen, que no pasa nada! Hablen ustedes, por los que no pueden hablar.
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